Un enigma ha acompañado a Oier Sanjurjo durante toda su carrera y posiblemente el futbolista no llegue a resolverlo ni después de su retirada. Un día se lo expuso a uno de sus entrenadores: "¿Qué soy?", le preguntó. Oier no daba vueltas en su cabeza a una duda existencial sino profesional. La cuestión también era tema de debate en prensa y entre los aficionados, que comprobaban como el canterano, en un exceso de versatilidad, era capaz de adaptarse a diferentes demarcaciones: lateral, defensa central, volante, pivote, centrocampista de enlace. Lo mismo valía para un roto que para un descosido. Pero eso le acabó generando un problema de identidad. Esa charla entre técnico y futbolista tomó un giro inesperado: "Oier, tu eres un privilegiado", resolvió el responsable de la plantilla. "¿Dime cuántos jugadores de Primera división pueden jugar en nueve posiciones diferentes..?", abundó el míster, que descartaba en su argumentación que el chico pudiera desempeñarse como delantero centro o portero (una conclusión gratuita, porque nunca han probado a colocarlo ahí y habría que verlo).

Un privilegiado como futbolista y un privilegio para Osasuna haber contado con una persona como Oier desde que ingresó en el club en edad juvenil. Entre sus muchas aportaciones, quienes han convivido con él destacan dos: se ha preocupado más por ayudar a los demás que por él mismo y ha tratado siempre de transmitir valores. Como capitán, Oier ha tenido dos referentes: Cruchaga y Puñal. De ellos aprendió a hacer piña en el vestuario, a acompañar el crecimiento de los jóvenes canteranos y a integrar a los llegados de fuera. Oier ha ejercido la autoridad que le confería el brazalete y la credibilidad que le granjeaba su comportamiento. Todos le escucharon con atención cuando el pasado mes de diciembre tomó la palabra en la reunión de la plantilla para revertir la crisis de resultados. Su liderazgo fue importante. Tanto como el que sus compañeros conozcan (y elogien) que ha llegado a jugar partidos importantes con una rodilla lastimada o que cuando el club estaba asfixiado económicamente aceptó bajarse el sueldo.

Oier, bromista, natural y cercano en el vestuario, vivió unas semanas inquieto. No recibía noticias del club sobre su continuidad y dicen que le afectó anímicamente. Hace un mes que la plantilla conoció la decisión y saber cuál será su futuro le ha liberado y ha vuelto a disfrutar como un novato. El gesto de Kike Barja de celebrar con todo el banquillo su gol al Espanyol tiene mucho de homenaje y de agradecimiento interno a la figura del capitán.

Volviendo al enigma. En un artículo publicado en octubre de 2017 y tras marcar el gol del empate en La Romareda planteaba yo la pregunta en el titular: ¿Qué es Oier? Y concluía: "No olvidemos que Osasuna no sería lo que es sin futbolistas como Oier. Porque ¿qué es Oier: lateral, volante, central..? Oier es Osasuna". Hoy, cinco años después y cuando juega sus últimos partidos con la camiseta roja, me reafirmo en mi particular respuesta al enigma: Oier es como debe ser Osasuna