Suponemos que será difícil hacer una normativa que limite la libertad de mercado, pero siempre nos hemos preguntado por qué LaLiga, a la vista de las consecuencias (en Santander, Vitoria, Málaga, Valencia...), no intenta frenar de algún modo los desastres que casi siempre generan los multimillonarios extranjeros que se compran un equipo de Primera o de Segunda y, pese a sus buenas palabras iniciales, con delirios de grandeza incluidos, se lo acaban cargando, para dolor de la afición local, que lo recibió con cánticos de alabanza, por la inyección de dinero que suponía, y que ve que al final todo ha sido humo.

Osasuna visita hoy al último gran ejemplo, el Valencia CF, inversión o capricho de Peter Lim, empresario de Singapur que parece haberse cansado ya de su juguete y que puede llevarse este año la sorpresa, o no tanto, del descenso a Segunda. Y aún queda en Navarra gente proclive a que Osasuna se convierta en sociedad anónima...