Osasuna tiene por delante unos cuantos días para interiorizar lo que dice el reglamento sobre las manos en el área y para asumir que nunca comprenderá la interpretación que hacen los árbitros de ello. En el remate de cabeza de Budimir, en el minuto 13 de partido, hay una interferencia de la mano de un defensa, Mika Mármol, paso previo a la parada espectacular del portero, Álvaro Valles, que evita el gol. Hay una mano despegada del cuerpo del zaguero, que ocupa un espacio sensible y que de forma evidente influye en una acción de posible gol. La posición natural o no del brazo del defensa, cuestión que valoran los árbitros, ocupando espacios impropios que agranden su silueta –que lo hace– parece que incluso quedaría en segundo plano de consideración si su influencia en el desenlace de la jugada es tan evidente –amortiguación del balón cabeceado–. La comprensión del juego es importante. 

Las acciones en las que el golpeo del balón en los brazos no es sancionable son las siguientes: manos apoyadas en el suelo o camino de apoyarse; mano tras balón jugado por el propio jugador; mano en un balón procedente de un despeje de un compañero de equipo; gol después de mano accidental e inmediata de un compañero del autor del gol; gol después de una mano accidental –no sancionable– no inmediata del autor del gol. Es decir, la mano de Mármol quedó a la interpretación del árbitro, Figueroa Vázquez, y de lo que le pudo asesorar desde el VAR Del Cerro Grande y no hubo penalti. Varias acciones de la jornada –por ejemplo en el partido con el Ahletic– ponen en duda la unidad de criterio.

El balón rematado por David García entra.

En el gol fantasma de David García a los tres minutos de la reanudación caben interpretaciones para todos los gustos porque no hay una imagen nítida que incline la balanza hacia un lado u otro a la hora de haber visto el balón dentro completamente o no. Es una cuestión virtuosa, de fe y esperanza, la que resume la situación. La perspectiva es traicionera –el poste se superpone sobre la línea de puerta según desde dónde se mire– y la tecnología de la línea de gol no ha llegado a la Liga. La Premier, Bundesliga, Serie A y Ligue 1 ya la tienen. Tebas dijo hace unos meses que es muy caro y que raramente se utiliza. Rafa Benítez, entrenador del Celta, reconocía hace unas semanas su sorpresa cuando se enteró que para estas peculiares acciones con duda sobre la pelota no existía en la Liga la tecnología al respecto.

Está claro que en algún momento la tecnología se entenderá como herramienta amiga y que también debe llegar el momento de la revisión del papel indiscutible del juez, porque todo lo que dice el árbitro no puede ser sagrado. Sin ir más lejos, sirva como ejemplo sangrante del sábado, el gol de Osasuna se lo adjudicó el árbitro a Budimir cuando el goleador fue el defensa de Las Palmas. Con ayuda y autocrítica, casi todo mejora.