Habla Indro Montanelli en su Historia de los griegos de uno que se divorció de una mujer estupenda, y cuando sus amigos le preguntaban extrañados por qué lo había hecho, se limitaba a comentar: “Sólo cada uno sabe dónde le aprieta el zapato...”.

Se va el Chimy Ávila al Betis –porque quiere irse y nos parece comprensible, ya que sube en estatus y en sueldo– y llama la atención que en Osasuna no solo lo aceptan para hacer caja y mejorar un poco sus depauperadas finanzas, sino que apenas disimulan que no les molesta en absoluto que se vaya, a tenor de su fría despedida.

Pero, eso sí, se cuidan muy mucho de decir dónde les apretaba ese calzado, si en el campo, el vestuario o el resto del día. Por tanto, habrá que dar por buena la operación y los seis millones que deja… y cruzar los dedos para que no haya lesiones en la aún más reducida delantera, que con un zapato molesto se puede andar pero con uno roto, no.