Adornado por las circunstancias, fundamentalmente con la del calendario de partidos del mes de enero que se espesa para Osasuna, el mensaje que mandó el entrenador con la elección de sus jugadores para el último partido de Liga fue claro. El encuentro de Copa del jueves frente al Athletic en San Mamés tiene una importancia mayúscula y por eso se tomaron algunas decisiones sorprendentes.
En esta gestión de los recursos que ofrece la plantilla nadie le quita sus razones a Vicente Moreno acerca de su criterio –cuatro encuentros en trece días fue uno de sus argumentos–, pero el descanso de hombres tan destacados como Areso, Moncayola, Aimar Oroz y Budimir multiplica la trascendencia que se le ha entregado al encuentro de Copa.
Osasuna le da importancia a esta eliminatoria de octavos de final que se va a resolver a un partido en el campo del actual campeón de Copa y para afrontar el encuentro con garantías se ha reservado a un grupo de los jugadores más cualificados, por rendimiento.
Las decisiones del entrenador disipan dudas acerca de una posible alineación, quizás también estén dando carácter de prueba seria al planteamiento utilizado en el Metropolitano, pero indudablemente anuncian a un Osasuna que no se va a guardar nada para ganar y pasar. La talla de pugna que llega, además de los futbolistas elegidos para este encuentro, también va a requerir de un planteamiento en consonancia.
Para clasificarse, Osasuna va a tener que marcar y para ello deberá ser más insolente que en el campo del Atlético de Madrid, donde sólo se firmó un disparo entre los tres palos. Budimir, el hombre gol del equipo que vuelve para esta cita de altura, necesitará estar respaldado y asistido. Algo más que buenas intenciones requerirá Osasuna en este examen frente al Athletic: resguardado el vigor de algunos para que llegue intacto, deberá hacer acto de presencia la determinación. Porque la Copa le mola a Osasuna.