No se trata de la primera ocasión en la que un jugador de Osasuna incluye en su contrato una cláusula de salida más baja que su cláusula de rescisión y que ésta aflora de manera sorpresiva. Está ocurriendo ahora con Budimir, aunque todavía no se sabe cómo va a acabar esta historia, pero ya ocurrió algo similar con Quique González, uno de los primeros fichajes de Braulio Vázquez como director deportivo del cuadro navarro.
El fichaje del delantero vallisoletano por Osasuna se produjo en el verano de 2017. El club rojillo pagó 1,5 millones de euros al Almería por su traspaso y le firmó un contrato de cinco campañas con una cláusula de rescisión de 5 millones de euros. Al futbolista le alineó Diego Martínez en todos los partidos de la temporada (42 de Liga en Segunda y 2 de Copa), pero el equipo se quedó a las puertas del play off de ascenso.
Pese a que tenía un contrato largo, Quique sólo estuvo un año en Pamplona y se marchó en el verano de 2018 al Deportivo por 1,7 millones, acogiéndose a una cláusula liberatoria sensiblemente inferior a su cláusula de rescisión en el caso de que el conjunto navarro no consiguiera el ascenso, válida únicamente durante unos días del mercado de traspasos y de la que el club evidentemente no informó en su día.