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Cuando Bordalás pudo ser rojillo

La gestora se reunió con él, pero finalmente el entrenador fue Urban

Cuando Bordalás pudo ser rojilloOskar Montero

En la memoria rojilla queda grabado un episodio que nunca llegó a cuajar, un cruce de caminos que, de haberse sellado, quizá habría cambiado el rumbo de una temporada entera. Era tiempo de incertidumbre en Pamplona, cuando Osasuna buscaba un timón firme, alguien que entendiera la crudeza de la Segunda División como un idioma propio. En ese horizonte apareció el nombre de José Bordalás, un entrenador forjado en la trinchera, amante del orden férreo y del sudor como doctrina. Era un momento crítico, con la Junta Gestora intentando gobernar un club al que cada día le salía un problema mayor que el anterior

Osasuna le ofrecía un banquillo con historia; Bordalás traía consigo la promesa de una competitividad innegociable. Ha pasado más de una década, pero la historia sigue fresca en la memoria de Osasuna.

Hubo contactos, propuestas y un interés real por incorporar a Bordalás al banquillo de El Sadar. Sin embargo, el proyecto quedó atrapado en los detalles. El Alcorcón, equipo al que Bordalás dirigía en aquel momento, se negó a liberarlo sin una compensación económica, y Osasuna, fiel a su política de prudencia financiera, no estuvo dispuesto a asumir ese coste.

El acuerdo, que en algún momento pareció cercano, terminó por enfriarse hasta desaparecer. Finalmente Osasuna se decantó por una opción más de casa y Urban fue el elegido tras varias entrevistas con él y con Martín. “José Bordalás no ha conseguido el acuerdo para poder salir del Alcorcón y hemos tenido que decidir entre Urban y Martín. La verdad es que nos convenció el argumento de Urban en el que nos aseguraba que la liga polaca era muy parecida a la Segunda División”, decía el presidente por entonces de la Junta Gestora, Javier Zabaleta.

Bordalás continuó su camino en otros clubes y Osasuna siguió el suyo, quedando aquel episodio como una de esas oportunidades que rozan la realidad pero nunca llegan a cristalizar. Hoy, con el paso del tiempo, permanece como una nota al pie en la historia de ambos, un “qué hubiera pasado” que aún despierta curiosidad entre los aficionados.

Desencuentros posteriores

En su etapa como entrenador del Alavés, Bordalás tras una derrota ante Osasuna en El Sadar se mostró molesto por decisiones arbitrales. Denunció una expulsión que consideró injusta de Sergio Mora, un penalti supuestamente riguroso en contra de su equipo, y la no expulsión de un jugador de Osasuna.

Otros partidos han tenido momentos tensos donde Bordalás se ha quejado de la dureza, del ritmo impuesto por Osasuna, o de que el rival ha sabido aprovechar acciones puntuales para desequilibrar.

Pero sin duda donde metió la pata fue cuando atribuyó a Arrasate y a Osasuna declaraciones que no habían hecho. “Digo esto porque el técnico rival decía que en el Coliseum apenas se jugaba. Nos atribuían a nosotros lo que hace ellos. Oier (jugador de Osasuna) dice que el Getafe plantea los partidos trabados, cuando han sido ellos los que lo han planteado así. No lo voy a permitir más. El comodín de muchos equipos y técnicos es el Getafe y Bordalás. Si no se ha visto un gran partido es por culpa de que el rival ha venido a empatar a cero. Es tener poca vergüenza atribuirnos a nosotros lo que hacen ellos”. Lo que pudo ser una historia de amor, acabó en desencuentro.