Osasuna tiene calma con Lisci
La situación del técnico no corre riesgo a corto plazo
Pese al mal inicio de temporada, el futuro de Alessandro Lisci al frente de Osasuna no corre peligro a corto plazo. En el club rojillo se mantiene la calma y se confía en que el técnico italiano pueda reconducir la situación con el paso de las jornadas. Desde la dirección deportiva y la presidencia se insiste en que el proyecto no se cuestiona, recordando que la entidad navarra siempre se ha caracterizado por su paciencia y estabilidad en los banquillos.
El comienzo de campaña no ha sido el esperado. Los resultados no acompañan y las sensaciones, en algunos tramos, han generado inquietud en parte de la afición. Sin embargo, en Tajonar y El Sadar se recuerda que este tipo de baches son habituales en un club que apuesta por los proyectos a largo plazo. La figura de Lisci, joven entrenador con una clara identidad futbolística, sigue contando con el respaldo del club y de Braulio Vázquez.
No sería la primera vez que Osasuna atraviesa momentos complicados y opta por mantener el rumbo. En los últimos años, el club ha demostrado una enorme fidelidad a sus entrenadores, incluso en etapas difíciles. Diego Martínez (al que incluso el director deportivo trató de mantener tras una nefasta temporada), Jagoba Arrasate o incluso Vicente Moreno, pasaron por fases de resultados negativos, pero la entidad supo mantener la confianza y darles tiempo. Esa filosofía de estabilidad ha sido una de las claves del crecimiento de Osasuna en la última década, consolidándose como un proyecto sólido en Primera División.
Sin destituciones en temporada desde 2017
De hecho, la última destitución de un entrenador durante la temporada se remonta a 2017, cuando Joaquín Caparrós que cesado tras un breve paso por el banquillo. Aquel cambio se produjo antes de la llegada de Braulio Vázquez a la dirección deportiva, lo que refuerza aún más la idea de que, desde entonces, el club navarro ha optado por la continuidad y la serenidad por encima de las decisiones precipitadas.
Con Braulio al mando de la parcela deportiva, Osasuna ha apostado por proyectos sostenidos en el tiempo. El ejemplo más claro es el de Jagoba Arrasate, quien superó momentos de gran dificultad en sus primeras campañas, incluso con el equipo cerca del descenso, y acabó conduciendo a los rojillos a una final de Copa del Rey y a Europa. Ese precedente pesa mucho en la mentalidad del club: se prefiere la estabilidad, el trabajo a largo plazo y la confianza en el entrenador antes que los cambios drásticos.
En paralelo, la dirección deportiva ya trabaja en la búsqueda de dos o tres refuerzos para el mercado de invierno, con el objetivo de apuntalar la plantilla y ofrecer a Lisci más alternativas para revertir la situación. La intención es incorporar jugadores que aporten experiencia y desequilibrio, especialmente en zonas donde el equipo ha mostrado carencias durante las primeras jornadas.
En Osasuna no hay urgencias. La dirección deportiva confía en que el trabajo de Lisci y su cuerpo técnico dará sus frutos con el paso de las jornadas. Los dirigentes consideran que sería un error romper el proyecto por un mal inicio y apuestan por la misma línea que ha caracterizado al club en los últimos años: calma, convicción y continuidad.
La historia reciente del conjunto navarro demuestra que la paciencia suele tener recompensa. Por eso, a día de hoy, el futuro de Alessandro Lisci no está en entredicho, y en El Sadar se sigue creyendo que el italiano es el hombre adecuado para liderar el proyecto rojillo.
