Una de las imágenes icónicas del ambiente de El Sadar en los años ochenta es la de un cochinillo lanzado al campo, envuelto en una tela de color blanco con un número 7 pintado en alusión al madridista Juanito.
Esta anécdota, que periódicamente cobra actualidad en alguna visita del Real Madrid a Pamplona, fue tomada el 19 de diciembre de 1982. Los merengues llegaban como líderes de Primera pero en uno de esos partidos épicos tan del carácter de Osasuna, los puntos se quedaron en casa (2-1).
No fue el único animal que aquella noche corrió por el césped, donde también arrojaron a una gallina. Los parones en el juego para retirar a la fauna provocaron que el encuentro se prolongara hasta los cien minutos. Dicen que la plantilla rojilla se comió ese gorrín días después.