Ser alumno del Ave María ha sido, durante casi un siglo, un sinónimo de ser de la Rochapea. Este centro fue el primer colegio del barrio y puso los cimientos de la educación a la mayoría de los niños de la zona, especialmente hasta los años 90 cuando comenzaron a abrirse otros colegios. Por ello, el cierre del Ave María trae a la cabeza de los rochapeanos momentos de nostalgia y de recuerdos de otros tiempos, cuando el barrio apenas se componía de unas pocas casas unifamiliares y muchísimas huertas.

El 2 de abril de 1916, Marcelo Celayeta -al que más tarde se le dedicó el nombre de la avenida- inauguró el colegio, propiedad de la iglesia, donde comenzó a utilizarse el método Manjoniano. Las clases se impartían en el patio, al aire libre, con murales, pizarras móviles, árboles, cintas, y parte de las lecciones se aprendían mediante canciones. La música fue muy importante en el centro, con la Banda del Ave María a la cabeza que se fundó en 1924. Gumersindo Bravo, Gregorio Alegría, Paco Serrano y Jesús Diez fueron algunos de los músicos más reconocidos de la banda. En el centro también apostaron por la cultura y todos los domingos se interpretaban obras de teatro por parte de los alumnos o se ponían películas de cine.

La propiedad del centro pasó con los años a ser del patronato municipal y finalmente pasó a manos del Departamento de Educación del Gobierno de Navarra. El edificio actual se levantó en el año 1977 en el mismo lugar, siempre al lado de la iglesia de El Salvador. "Son unas escuelas con mucha tradición y tienen mucha solera. Siempre fueron a la par del barrio", afirmó el director actual Alberto Iglesias, que trabaja en el centro desde 1982.

Los años 80, fueron los años álgidos del centro. El boom de natalidad en el barrio por la implantación de diferentes empresas, hizo que aumentaran considerablemente las matrículas y el colegio se encontró sin espacio. Como medida provisional al problema se habilitaron unos barracones en el lugar donde ahora se encuentra el campo de fútbol para albergar a todos los alumnos de infantil. "Era algo provisional pero estuvimos más de 10 años ahí, en condiciones bastante ínfimas", apuntó el director. La lucha de los padres de aquel momento fue muy importante y, tras años de pelea, finalmente consiguieron que se habilitaran las aulas de infantil adosadas al centro. "Los padres de la Rocha han luchado lo indecible para que haya un polideportivo, un campo de fútbol, las aulas de infantil. Hubo pancartas, subidas al Ayuntamiento, jugaron a futbito en la plaza del Ayuntamiento para reclamar el campo de fútbol...", aseguró Iglesias. La implantación del modelo D en el barrio hizo que las matrículas en el Ave María se vieran duramente resentidas durante algunos años. "La implantación del modelo D fue buena pero quiero decir que la lucha se hace para beneficiar a la enseñanza pública pero no en contra de la otra enseñanza pública, para conseguir lo mejor para el barrio, una enseñanza pública de calidad. Unos proyectos no deben ir en detrimento de otros. Lo digo porque en aquel momento daba la impresión de que el modelo D había que implantarlo intentando desplazar a otros. Nos sentimos desplazados y arrinconados en ese momento y lo llevamos muy mal. En los últimos años ha cambiado bastante pero en aquel momento cedimos todo y a nosotros nadie nos había regalado lo que teníamos", afirmó Iglesias.

La llegada de la inmigración al barrio en los años 90 -especialmente a partir de 1992- hizo que el número de alumnos volviera a ascender y que el colegio recobrara su vitalidad. El trabajo de la comunidad educativa por adaptarse a la nueva situación, en la que la mayoría de alumnos eran hijos de inmigrantes, fue encomiable. Como reconocimiento a este trabajo el Ministerio de Educación concedió al centro en el año 2005/2006 el Primer Premio Nacional en Educación Intercultural. "Desde fuera la gente no conoce el trabajo que hacemos aquí y puedo asegurar que el que viene se queda porque hemos trabajado por ser los mejores en cada momento", concluyó Alberto Iglesias.