En menos de un siglo, las márgenes del río Arga han pasado de tener unos pocos chopos a poder presumir de una vegetación diversa y extensa.
Si nos remontamos a fotografías aéreas de 1927, se observa cómo en las márgenes del río apenas hay vegetación, salvo unos pocos chopos, plantados por los hombres y que desempeñaban un papel muy importante para la fauna. "El principal problema de la gente en aquella época era el hambre. Se cultivaba hasta llegar a la misma orilla del río. Las zonas que se inundaban eran huertas y más atrás se cultivaban campos de trigo o cereales", indica Miaillier. Esta situación tenía sus ventajas: "El cauce de un río siempre se mueve. Si se desplaza dentro de un campo, es menos problemático que si lo hace en un entorno urbano", señala. A principios del siglo XX, la mayoría de los pamploneses aún residían en el entorno amurallado de Pamplona y la agricultura suponía una de las principales fuentes de subsistencia.
A medida que Pamplona va creciendo, con la creación del segundo ensanche y la construcción de nuevos barrios como San Juan o Iturrama, la dependencia de la agricultura es menor, aunque aún mantiene su status. Así, en una fotografía de 1957 se aprecia que la vegetación de ribera todavía es pequeña. En los años 60 comienza a potenciarse la industrialización y la agricultura, poco a poco, pierde su hegemonía. "En menos de 50 años, el hambre ha disminuido bastante, se ha construido más y la vegetación se ha recuperado alrededor del río. Hay más chopos, se han recuperado especies de la zona como los alisos o los olmos y también algunos fresnos y se han introducido plantaciones exóticas como los plataneros o las acacias", explica Miaillier. Así, en una fotografía de 2010, se observa cómo la vegetación en el río Arga ha aumentado mucho respecto a 1957. "Se piensa que con el desarrollo de Pamplona, la presión podría haber sido más fuerte sobre esa vegetación cuando en realidad se ha desarrollado más. Muchos de los árboles que tenemos han crecido solos, en parte por ese olvido que sufrió, aunque se han hecho plantaciones. Se ha recuperado de forma natural", subraya. Sin embargo, afirma que ello no significa que ahora no haya presión sobre el río. "Muchas márgenes están ahora urbanizadas", resalta.
El futuro
Limitado por el espacio urbano
Miaillier considera que actualmente hay un equilibrio entre el entorno urbano y la vegetación ribera del Arga. "La vegetación se ha desarrollado y ahora volvemos a apropiarnos de ese espacio. Habrá que compaginar y conseguir que sea sostenible", subraya. Asimismo, destaca la dificultad para que esa vegetación se expanda. "No se va a poder extender más porque el espacio que tiene está muy marcado por todas las urbanizaciones que hay. Además, socialmente no se aceptaría bien tener un bosque de ribera natural (se caracterizan por el crecimiento de hierbas altas y mucho arbolado)".
Así, apuesta por "evitar introducir especies que no se adaptan bien como las acacias o los plataneros" y fomentar las autóctonas: los fresnos, los alisos y los olmos, así como proteger los chopos. En esta última especie, "hay ejemplares con más de medio siglo. Son especies que se van debilitando y habría que protegerlos", indica. Por último, considera un acierto parques como el paseo fluvial del Arga. "Se atiende la vegetación, se hacen repoblaciones y, al ser un lugar donde pasa muchísima gente, contribuye a darle un valor al río".