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Apoyo mutuo, alimentos para gente sin casa

la asociación que nace de los voluntarios de la pah reparte comida a 187 personas, la mayoría, familias que sobreviven a desahucio

Apoyo mutuo, alimentos para gente sin casaFoto: oSKAR MONTERO

¿CÓMO saber si una familia necesita alimentos para sobrevivir y si su escasez de recursos es real? El nuevo colectivo social Apoyo Mutuo Elkarri Laguntzeko de Pamplona tiene un baremo para poder apoyar a aquellas personas necesitadas de verdad. De momento trabajan con 54 familias, que suman 187 personas, todas ellas en una situación de emergencia social. A través de trabajadoras sociales y el protocolo que ha diseñado el Banco de Alimentos (BAN) la asociación ha conseguido establecer un sistema para valorar el grado de precariedad de los hogares que acuden a la asociación. Los ingresos mensuales de la familia, una vez deducidos los gastos destinados a vivienda más 150 euros por gastos corrientes, dan el presupuesto mensual que luego hay que dividir entre el número de miembros de la familia. Si de ese reparto salen menos de 200 euros por cabeza para comer estamos hablando de situaciones de alarma y objetivo de ayuda.

La mayor parte de las familias atendidas son inmigrantes, muchas de ellas de origen latino. Entre estas familias se encuentran Viviana y su pareja, de origen nigeriano, que ocupan una de las viviendas conseguidas por la Plataforma de Afectados por la Hipoteca y que, siendo propiedad del Gobierno foral, se encontraban vacías y sin uso. Precisamente muchos de los voluntarios que trabajan con la asociación provienen de la PAH y han trabajado activamente en defensa de los derechos de familias desahuciadas. De hecho sus colaboradores han atravesado esta situación al perder su vivienda. "Están la mayoría en alquiler, vienen de una dación en pago o de un desahucio, y, aunque pueden haber resuelto provisionalmente la situación de alojamiento, atraviesan muchas dificultades para sobrevivir y no tienen para comer, habiendo niños de por medio", explica Felipe Martín, uno de sus promotores. "Nos dimos cuenta que detrás de una hipoteca que falla hay una caída de ingresos y de recursos básicos. En los comienzos hicimos un reparto de ropa y juguetes, y ahora hemos entrado a ser una entidad acreditada por el Banco de Alimentos para repartir víveres entre las familias. Nuestro próximo proyecto será el impulso a unas huertas colectivas", explica Martín. No se limitan a ayudar a casos procedentes de desahucios pero, en este momento, las personas que han perdido una vivienda representan el 80% de los incluidos en una lista informatizada. "Llevamos un control periódico de la situación de las familias y queremos hacer un seguimiento riguroso. Cada paquete va firmado con un albarán", explica Martín. Apoyo Mutuo comparte medios y experiencia con otras asociaciones como Ayuda al Vecino de Berriozar, que le acaba de entregar ocho cajas de mandarinas. También han trabajado de la mano con la asociación argentina y con la asociación de inmigrantes senegaleses que se ha constituido en Noáin. "Nos dan chorizo cuando sobran porque ellos son musulmanes...".

Han conseguido repartir un total de 1.600 kilos al mes, lo que representa alrededor de 90 kilos por persona al mes. Los alimentos llegan del BAN pero también de la recogida por empresas como DIARIO DE NOTICIAS a través de iniciativas sindicales. "Quizá el mayor problema es que tenemos algunos artículos en cantidades muy desproporcionadas, lo que dificulta el reparto entre familias porque a veces no hay de todo para todos", expone.

Los usuarios están cobrando un subsidio o no tienen recursos, los menos perciben la nueva Renta de Inclusión Social "porque se da la circunstancia de que muchos de ellos no sabían que tenían derecho a cobrarla, como tampoco se dirigían a entidades vinculadas al Banco de Alimentos. Hay un desconocimiento de muchos recursos". De hecho el papel de la asociación también pasa por asesorar a estas personas e informar de los servicios de apoyo existentes, sobre todo cuando hay 61 niños y niñas con dificultades en el seno de la asociación.

Como voluntario y beneficiario Luis Ayesa, de 56 años, está a la espera de la Renta de Inclusión Social después de trabajar en el sector de transporte toda su vida. "Te das cuenta de que hay gente con verdadera necesidad y que prefiere no pedir ayuda porque le parece que es pedir caridad", explica. Jesús Peñafiel también está agradecido al apoyo de la PAH en el proceso seguido en su desahucio. Él y su esposa consiguieron la dación en pago y un alquiler social en la misma vivienda que está en poder del banco, la situación ideal para cualquier ejecutado. Ahora se encarga de descargar los materiales que llegan del Banco de Alimentos y que él mismo recibe cada mes.

Laura Zambrano está negociando con el banco la dación en pago con su pareja, y una hija de ella de 14 años. "Mi pareja está trabajando pero tiene dos niños aparte a los que tiene que pasar una pensión. Con una hipoteca de 960 euros no se puede comer, por lo que la ayuda de Apoyo Mutuo es bienvenida", remarca. "Los alimentos son de calidad, algunos tienes que tener cuidado con la fecha de caducidad pero no nos quejamos. Quizá sería necesario que hubiera algún producto fresco más", abunda.

El colectivo cuenta con una pequeña bajera en los locales de Matesa que sirve de almacén y punto de reparto para las familias.