En 1954 Una noticia, publicada en el mes de febrero, aseguraba que en la atea y comunista Unión Soviética se preparaba la liberación de 286 prisioneros de la División Azul, que permanecían encerrados nueve años después de terminar la Segunda Guerra Mundial. Poco después, el 2 de abril, arribaban a bordo del buque italiano Semiramis, en medio de un ambiente de euforia franquista.

La imagen, que fue obtenida por el fotógrafo Eusebio Mina aquel mismo mes de febrero, mientras el Semiramis atracaba en Barcelona, muestra a un grupo de reclutas posando en este céntrico txoko pamplonés. El uniforme de gala y los guantes blancos denotan que acaban de jurar bandera, y muy probablemente habrían decidido retratarse juntos antes de separarse para marchar a sus respectivos destinos. Tal vez les hubiera tocado ir a Ceuta, a Chafarinas o al Sáhara Español, pero al menos no les podían mandar ya a las heladas estepas rusas. Vamos, que el que no se consuela es porque no quiere...

Hoy en día - No es ya posible ver reclutas por las calles de Pamplona, entre otras cosas porque los jóvenes de los años 80-90, en insumisa revuelta, consiguieron acabar con aquel injusto y abominable Servicio Militar. Y es que, tras las sonrisas de la foto, aquellos jóvenes de 1954 habrían tenido que padecer un año de secuestro legal, lejos de sus casas, riendo las gracias a sus superiores y haciendo de esclavos para la mayor casta de vagos que jamás haya habido bajo la bóveda celeste.

En cuanto a la foto de 1954, aquel mismo año se inauguraría el llamado Monumento a la Inmaculada, que vemos parcialmente al fondo de la foto nueva. Ello desplazó a la gran fuente que veíamos detrás de los soldadicos, y que no es otra que la fuente luminosa de la plaza de Merindades. Allí sigue sesenta años después, rodeada de tráfico y macizos de flores, reinando en todo su esplendor. Y espero que los pobres txortas de 1954, que hoy frisarán los 80 tacos, luzcan igualmente esplendorosos.