pamplona - Si la República Checa tiene su Budweiser, Argentina su Quilmes, México su Coronita e Irlanda su Guinness, Pamplona no podía ser menos. Hace escasas semanas, Julien Duponchel y Gorka González sacaron al mercado la cerveza San Fermín, un producto en el que llevan trabajando dos años, hecho de manera totalmente artesanal, y en el que han utilizado el mayor número posible de ingredientes navarros. El reto que asumen es que el nombre ayude a la comercialización de su cerveza, pero sin eclipsar el producto. "Teníamos miedo de que la gente de aquí nos dijera que solo vendíamos aprovechándonos del nombre, pero hemos trabajado mucho para que salga una buena cerveza", aseguran.
Julien, de 31 años, y Gorka, de 35, son amigos desde 2008, cuando Julien llegó de Francia y se instaló en Villava. Aunque ya habían trabajado juntos (Gorka es comercial y Julien se dedica al márketing), recuerdan que los inicios no fueron fáciles, y que chocaban entre ellos por sus diferentes maneras de entender el negocio. "Yo quería ponerme a fabricar la cerveza cuanto antes. Me parecía que estábamos perdiendo meses y perdiendo tiempo", apunta Gorka. Finalmente, la razón se impuso con Julien, evitaron "hacer cerveza en un trastero" y decidieron buscar "una receta en condiciones" junto a un maestro cervecero.
"Fue todo rodado. A veces parece que te matas a trabajar y no consigues nada, y otras que la suerte te acompaña sin que te lo esperes. Casi sin pensarlo, en una cata encontramos un maestro cervecero, le contamos la idea y quedamos para el día siguiente. Fue muy fuerte", comentan. Así, de "una idea de sofá", como ellos la definen, nació la cerveza San Fermín, a la que buscan convertir "en una cerveza de pueblo, que le guste a todo el mundo".
Creen que "la gente está harta de beber cerveza que es agua amarilla", y que por ello han proliferado las cervezas artesanales. "Hay un boom de cervezas artesanas, y dentro de ellas hemos querido hacer algo diferente. De hecho casi todos los productos que hemos utilizado son de aquí, aunque sean más caros. Si queríamos hacer una cerveza distinta, teníamos que buscar distintas bases a las que utiliza el resto", señalan.
Se muestran contentos, porque cuando aún no contaban con la producción final ya les habían llamado establecimientos interesados tanto de Pamplona como de otras partes del Estado. Pero mantienen los pies en la tierra, y dicen ser conscientes de que su "guerra" no es que su cerveza se convierta en un éxito durante las próximas fiestas: "Hacemos sólo cerveza embotellada, no podemos competir con las grandes empresas que venden en barril, sobre todo durante los Sanfermines". Además, ambos continúan trabajando, ya que todavía no se plantean vivir de la nueva marca. "Para dejar nuestros trabajos y poder llevar el sueldo que ahora tenemos a casa, tendríamos que vender entre 75 mil y 100 mil botellas de cerveza al año", afirman.
La producción que hacen actualmente es de 600 litros en cinco semanas (un mes y una semana). Durante tres días se cuece, y durante cuatro fermenta (tres en cámara caliente y la última en frío). Está todo calculado al milímetro, ya que un error puede cambiar el sabor y la graduación. "Hemos hecho muchas pruebas, y hemos tirado más de 1.000 litros. Pero era mejor tirarlos en la nave a que tuvieran que pagarlos los clientes y no les gustara", dicen.
Bares como la Mandarra, Txirrintxa, Malkoa, Infernu, Cavas, Miel-Otxin, Caballo Blanco o la sociedad Karrikagoiti de Burlada ya cuentan con esta cerveza entre sus filas.