hacia 1980 - El barrio de Iturrama era un entorno hostil, donde todas las antiguas casitas del barrio caían bajo las excavadoras municipales. ¿Todas? ¡No!, que dirían Uderzo y Goscinny, porque casa Emeterio resistía aún, abierta y fiel a su pintoresca clientela “de toda la vida”.
Se trataba de una pequeña tasca, regentada por 2 hermanos ya mayores, Agustina y Emeterio, lakuntzarras y euskaldunes, a los que en todos aquellos años nunca vi un mal gesto o una mala cara. El bar, dotado de un antiguo teléfono público, tenía un banco entrando a la derecha y la barra enfrente, con una trastienda para merendar o jugar la partida. Encima estaba la vivienda, y bajo el tejado había una bandera rojigualda de esas de estanco, cuya banda inferior se había decolorado, dejando ver el color morado de los tiempos de la República, para regocijo de sus clientes más “zurdos”. El edificio bajo de la izquierda era un almacén, que conservaba un letrero antiguo que rezaba Despacho de carne.
Hoy en día nada queda de casa Emeterio, y son pocos los que recuerdan su célebre y otrora famoso “Campeonato Internacional de Rana. En tiempos del alcalde Balduz se planteó muy seriamente su conservación, como testimonio de lo que había sido el antiguo barrio de casitas y huertas de Iturrama, dándole de paso un uso público, dotacional. Pero luego llegaron los gobiernos de UPN, muy aficionados a las excavadoras, y lo derribaron para construir debajo un prosaico y anodino parking subterráneo. Desaparecía así el viejo local, así como el ambiente tan especial que se creaba en torno a él. Una auténtica pena.
En los últimos tiempos del lugar, mis amigos y yo, entonces adolescentes, nos encaramamos en el muro de la izquierda, sobre la ventana, para escribir con tiza un letrero grande, con clara intención reivindicativa, que rezaba HEMETERIO’S PUB. Algún periodista reparó en la ironía e hizo con ello un divertido reportaje, aunque ello no salvó al edificio.