pamplona - “Es maravilloso encontrar cosas en la vida que una jamás llegó a imaginar”, y eso es lo que le ocurrió a Pilar Nos hace casi cinco años. El mundo de la costura y el patronaje era algo desconocido para ella hasta que su pasión por el flamenco y la necesidad de encontrar un modo de vida le empujaron a descubrir su duende con el hilo y la aguja. Desde entonces, son cientos las faldas y vestidos de bailaora que ha creado en su pequeño taller en Zabalegui, tanto para ella como para sus amigas, e incluso para grandes profesoras y bailaoras de escuelas navarras de flamenco.
Su filosofía de vida empapa sus creaciones: la alegría brilla en sus ojos y en su sonrisa y eso se nota en sus vestidos. “Es muy emocionante descubrir cosas nuevas que te llenen y produzcan felicidad. No tengo grandes ambiciones pero lo que siempre busco es estar contenta conmigo misma y con lo que hago, en este caso, faldas de flamenca. Me hace sentirme bien, me aporta y me divierte. Si no sintiera ninguna de estas tres cosas, no lo haría. Aun así, me exijo mucho”, afirmó Nos.
El camino hasta aquí no ha sido fácil para Pilar. A pesar de su actitud y positivismo, ha tenido que lidiar con circunstancias difíciles pero a todas ellas les ha mirado con fuerza y determinación. A día de hoy asegura que se siente “muy orgullosa de haber podido reinventarme”.
Su pasión por el mundo del flamenco fue lo que le llevó a empezar a crear sus primeros diseños. “Siempre he sentido un profundo amor por el arte flamenco; soy aficionada al baile desde hace muchos años. Para bailar y actuar tenía que comprarme mis propios vestidos y con el fin de ahorrarme algún dinerillo empecé a crear mis propias faldas. Fue entonces cuando descubrí el tacto de las telas, el colorido, la magia de combinar volantes, puntillas... y me enamoré”. Pilar recuerda como si fuera ayer el día que recibió su primer encargo: “Me hizo mucha ilusión, sobre todo cuando empezaron a llamarme las profesoras de las escuelas. Ahora, en el mundo flamenco de Pamplona, ya me conocen todas”.
En los comienzos Nos se guiaba por su propia intuición. En Pamplona no había mucha cultura flamenca y menos profesionales del corte y confección de vestidos. Así que oyó hablar de que en Madrid “vivía una señora cubana de 80 años que diseñaba trajes para el ballet nacional y que tenía todos los libros en ruso” y se lio la manta a la cabeza y se fue a aprender con ella. “Esta mujer me enseñó muchos secretos de cómo crear el mejor vestido”. Gracias a aquella mujer “me gusta mucho crear mis propios diseños”.
Pilar acaba de poner nombre a su propio arte. “Se va a llamar Calicó ya que es un nombre que significa mucho para mí y tiene que ver también con lo que hago. Representa tres cosas: en primer lugar es una palabra gitana, que quiere decir amanecer; segundo es una clase de tejido que yo uso mucho y en tercer lugar es un tipo de gatos muy especial, y por lo general son hembras”.