Uno de los tres socios vivió en esa casa hasta no hace muchos años. Recuerda que llegaron a residir al mismo tiempo hasta 8 unidades familiares de los Amatriáin-Abaurrea, que en la década de los 30 del siglo pasado se hicieron con la propiedad. Dejó de estar habitada en 2007, aunque la defunción definitiva del inmueble se produjo en 2012, cuando se calcinó la cubierta y partes de la estructura. Desde ese momento, la Casa de Curtidores se ha convertido en hogar ocasional de personas sin hogar y de okupas.
Peio Amatriáin inició entonces un proyecto para rehabilitar la vivienda, cuyos orígenes se remontan al siglo XVI, cuando se la cita como lugar del gremio de los zapateros para el curtido de pieles en la ciudad a orillas del río Arga. Con los siglos, el edificio fue cambiando de propietarios y de usos -llegó a acoger un centro de cuarentena para enfermos de peste en 1599 y una discoteca a principios del siglo XX- hasta su paulatino deterioro desde 2005, acelerado por el citado incendio.
Junto a dos amigos, Ismael Cuadrado e Imanol Retegi, crearon una sociedad -Lacaderio (La casa del río)- para adquirir los derechos que faltaban y comenzaron a estudiar las posibilidades de rehabilitación que presentaba. Parte del trabajo previo ya estaba hecho, porque hace años consiguieron que la Casa de Curtidores fuera incluida en el Plan de Ordenación Urbana, lo que en la práctica supuso que se reconocía la existencia de la vivienda y el derecho a ser rehabilitada.
El siguiente paso fue poner en marcha un proyecto viable, que inicialmente se decantó por construir ahí un pequeño hotel y un restaurante aprovechando el encanto que produce su privilegiada ubicación a orillas del Arga.
De eso ya hace 5 años y el proyecto sigue tan bloqueado como entonces, paralizado en las profundidades burocráticas de los despachos del Ayuntamiento y de la Confederación Hidrográfica del Ebro, para desesperación de los 3 pamploneses. "Ni con los gobernantes de antes, ni con los de ahora. No hay forma de que nos den luz verde al proyecto y lo peor de todo es que no nos dan una explicación que justifique que lo tengan paralizado, ni nos aclaran qué tendríamos que cambiar del plan inicial", comentó Peio hace unos días, acompañado por sus dos socios en una céntrica cafetería de Pamplona.
Descartado el proyecto del restaurante -sobre todo por las trabas encontradas en el Ayuntamiento, que no quiso ceder el uso de una parcela contigua a la vivienda que necesitaban para poner en marcha la iniciativa- plantearon la construcción de 6 viviendas en el citado inmueble. En esta fase, los gastos se multiplicaron ante la necesidad de presentar un anteproyecto urbanístico completo, lo que hicieron con el convencimiento de que, una vez eliminada la posibilidad del restaurante, pudiera acondicionarse el edificio para volver a ser habitado, pero el resultado fue el mismo que en las anteriores veces: el silencio administrativo y la falta de la autorización definitiva.
"Después de tanto tiempo, creo que el principal problema es que nadie asume la responsabilidad de darle el visto bueno y nos obligan a acudir a reuniones que no van a ningún sitio o a tramitar solicitudes que ya hemos hecho, tanto ante la Confederación como ante el Ayuntamiento".
La vivienda ocupa un solar 560 metros cuadrados. Cuenta con 3 plantas, semisótano y planta baja. El proyecto presentado plantea habilitar 5 viviendas y un dúplex. "Desde luego no pensábamos hacernos ricos, pero creemos que tenemos derecho a rehabilitarla", indicó Peio.