En 1978

Casa Emeterio se encontraba en sus últimos años de existencia, y las excavadoras municipales acechaban ya a la vieja tasca. El local, regentado por dos hermanos llamados Emeterio y Agustina, había sido el centro neurálgico del barrio de casitas y huertas que en su día fue Iturrama, y eran famosos sus bocatas de choricico picante, sus almuerzos y los campeonatos de rana que se jugaban durante las tardes de verano. La fotografía muestra la vieja casita cercada ya por bloques de casas modernos. Maquinaria y utensilios de construcción aparecen diseminados por todas partes, y se ha abierto un boquete enorme delante, para la construcción de un aparcamiento subterráneo. Es un panorama que recuerdo perfectamente como escenario de nuestros juegos infantiles. Ante las puertas de la casita se distinguen varias personas, que parecen estar jugando una partida a la rana, ajenas al “peligro” que se cernía sobre la vieja tasca...

Imagen actual

Hoy en día

Nada queda de casa Emeterio. Y si alguien piensa que fue derribada para mejorar el entorno con otro elemento que lo embelleciera, está muy equivocado. El ayuntamiento de UPN la derribó, simplemente, por no tener ninguna propuesta para su uso, como por ejemplo un centro expositivo o cultural, una dotación de barrio o simplemente mantenerlo como vieja tasca, debidamente rehabilitada. Es más, debemos lamentar que ni una sola casita en todo Iturrama mereció ser conservada como recuerdo y testimonio de lo que en su día fue el barrio. Una pérdida patrimonial irrecuperable, peaje que hay que pagar por haber sido administrados durante décadas por gobiernos de derechas, carentes de cualquier atisbo de imaginación o creatividad. Porque, vamos a ver, ¿a quién no le gustaría ir hoy a pasar la tarde a casa Emeterio, para tomarse un porrón de cerveza con gaseosa y un pintxo de chorizo picante mientras juega una partida a la rana...?