De Pamplona a Marruecos conduciendo La bestia del desierto. Los hermanos Carlos y Juan Erro han recorrido más de 5.000 kilómetros en una furgoneta Citroën C15 y han atravesado decenas y decenas de dunas gigantescas con un objetivo: entregar material escolar, juguetes y ropa a los niños y niñas que viven en las aldeas más afectadas por el terremoto de 6,8 grados de magnitud que el 18 de septiembre de 2023 provocó el caos en las zonas rurales del país.

Nos miraban y gritaban como si fuéramos los Reyes Magos”, relatan Carlos y Juan, que acaban de regresar de la Dust Race, un rally que combina competición y solidaridad

El viaje ha sido una aventura desde el principio. Llegar hasta el puerto de Algeciras, lugar donde habían sido citados los 50 equipos para cruzar en barco a Marruecos, ya fue un periplo porque La bestia del desierto subía las cuestas a 70-80 km/h y en llano apenas alcanzaba los 100-110 km/h. “No nos pusieron ni una multa”, bromean.

Carlos y Juan en el polígono de Noáin el día que partieron hacia Maruecos con la furgoneta Citroën C15. Diario de Noticias

En la primera etapa, encontraron una piedra en el camino, como dice la canción El Rey, y reventaron la caja de cambios “entera. No quedó nada”, recuerdan.

Juan y Carlos se quedaron colgados en mitad del desierto, las carreteras más cercanas estaban a 30 kilómetros y, como la caja de cambios no se podía arreglar, plantaron un par de sillas en la arena, sacaron un par de cervezas y disfrutaron de las vistas.

“No había otra cosa que hacer porque estábamos perdidos de la mano de Dios”, se ríen. La organización tenía geolocalizada la furgoneta, les trajo una caja de cambio de repuesto y llegaron a la meta.

La segunda etapa fue el gran día: la entrega del material solidario que habían aportado su familia, amigos y compañeros de trabajo.

Carlos y Juan aparcaron la furgoneta en el poblado de Tissagdelt, sacaron del maletero bolsas repletas de juguetes –dinosaurios, coches, puzzles o balones–, material escolar –bolígrafos, rotuladores, cuadernos o libros– y ropa y entraron al colegio. Se desató la locura. 

Los 50 niños y niñas que aguardaban en el aula les recibieron como celebrities, chocaron los cinco y corearon al unísono ¡Erro Team, Erro Team, Erro Team!

Los hermanos Erro cambian de rueda a la furgoneta en medio del desierto.

Los hermanos Erro cambian de rueda a la furgoneta en medio del desierto. Diario de Noticias

“Fue un momento muy emotivo porque viven en unas condiciones muy justas, tienen muchas necesidades y aún así siempre están con una sonrisa en la boca. Te asombra lo felices que son con tan poco”, halagan.

Carlos y Juan jugaron con los txikis, la comunidad les invitó a un té y retomaron la ruta mientras los niños corrían por detrás suya. “Viven en casitas aisladas en medio del desierto y en cuanto nos veían en la furgoneta salían a saludarnos porque para ellos es muy especial recibir a gente de fuera”, explican. 

Sufrimiento

Las siguientes jornadas La bestia del desierto sufrió de lo lindo por dunas, cortados, bajantes, riberas de ríos con “piedras como sandías”, el Tizi n’Tichka –el paso de carretera más alto del norte de África– o caminos de tierra “arrasados” por las fuertes riadas que terminaron con el latiguillo de la dirección asistida, los guardabarros delanteros, los faros traseros, el cubrecarter, la segunda caja de cambios...

“Adaptamos la furgoneta para poder andar por el desierto, pero no pensábamos que el recorrido fuera tan duro. Levantamos poco las suspensiones y en cada bache pegábamos en el suelo. Hemos conocido a muchos chapistas y mecánicos de Marruecos”, señalan. 

Además, estuvieron tres horas intentando salir de la ribera de un río, aparecieron sin querer en lo alto de una montaña o terminaron “embarrados hasta las cejas” cuando lograron sacar a La Bestia del Desierto de una zona fangosa. “Hemos vivido aventuras para dar y regalar, pero hemos llegado al final”, destacan. 

Juan realiza arreglos a 'La bestia del desierto' en medio de la carretera Diario de Noticias

Para rematar, cuando habían regresado a la civilización y ambos se creían a salvo, la furgoneta comenzó a vibrar y a emitir unos ruidos extraños. “Se rompió un palier –un elemento del eje motor que transmite la potencia a las ruedas– y no podíamos avanzar más”, relatan.

Estaban a 150 kilómetros de Tánger, de donde salía el ferry a Algeciras, por suerte unos compañeros de Vitoria les remolcaron y llegaron al puerto 10 minutos antes de que cerrara la puerta de embarque. “Estábamos nerviosos perdidos. Nos echaron un capote muy grande porque la furgoneta no se podía quedar tirada en Marruecos”, confiesan. 

En la actualidad, La bestia del desierto continúa en Algeciras –en España está prohibido remolcar un vehículo y el seguro les traerá la furgoneta a Pamplona– y los hermanos Erro ya están en casa. “El objetivo principal era repartir los juguetes y terminar la carrera. Lo hemos conseguido y lo consideramos una victoria”, afirman.

Carlos y Juan repetirán la experiencia porque “sales de tu burbuja de confort, vives situaciones incómodas que te cambian la mentalidad y ayudas a niños y niñas que lo necesitan”, finalizan.