Seguramente nunca habrán oído hablar de Kenji Tatara y Shuchi Okamoto. Sin embargo, hace 28 años estos dos japoneses –junto con decenas de compañeros– hicieron un pedazo de regalo a Pamplona: 85.000 m2 de zona verde, 400 árboles y más de 600 plantas.
“Es un orgullo que Yamaguchi se haya convertido en un icónico para la ciudad, en un lugar tan querido y apreciado. Me hace muy feliz. Tengo cinco hijos y el parque es el sexto”, comentó emocionado Shuchi, hijo de uno de los diseñadores originales del jardín.
Ayer, con motivo del 45 aniversario del jumelaje entre Pamplona y Yamaguchi, se amplió este “emblema vivo” de la hermandad –ideado por el paisajista Kenji– con la plantación de cinco cerezos yoshino y otro cerezo de flor japonés.
“Estos árboles serán símbolo del hermanamiento, del crecimiento compartido y del deseo de que nuestras raíces sigan entrelazándose por muchos años más. Este parque es testigo de lo que somos capaces de construir juntos: belleza, respeto y amistad duradera”, dijo el concejal de Ciudad Habitable, Borja Izaguirre.
El parque fue inaugurado en 1997, representa las cuatro estaciones del año y 4.000 de los 85.000 m2 son específicamente de jardín japonés.
Este espacio cuenta con elementos arquetípicos de la jardinería nipona como una pequeña cascada, una playa de arena y piedra –suhama–, un puente de piedra –isibashi– un lago, pasarelas y un palafito, azumaya. “Es un lugar emblemático que representa la belleza de la naturaleza y la profunda unión entre ciudades”, señaló.
Ejemplo de la buena sintonía y colaboración entre Pamplona y Yamaguchi fue que Shuchi Okamoto, junto con los paisajistas Yoshihiro Hadano y Shogo Ito, se reunió con personal técnico de zonas verdes del Ayuntamiento, recorrieron el jardín japonés e intercambiaron experiencias, consejos de mantenimiento y mejora del espacio.
“Los jardines japoneses tradicionales deben presentar una estética muy concreta. Les hemos explicado cómo deben podar los árboles para mantener ese estilo”, explicó Okamoto.
En los otros 81.000 m2 crecen más de 600 especies vegetales y 400 árboles entre los que sobresalen el cerezo, el gyngo biloba, el sauce llorón, el ciprés de los pantanos, arces, robles, secuoyas o acebos.
Por parte de la delegación japonesa habló Sachie Irie, presidenta de la Asamblea Municipal de Yamaguchi, que destacó los valores del espacio: “Recoge el legado de quienes nos precedieron, simboliza el afecto mutuo entre nuestras comunidades y es un punto hacia el entendimiento y el intercambio entre nuevas generaciones”.
Además, Irie confesó que era un “orgullo” que el parque hubiera servido de “inspiración” para la cantante Amaia Romero, que en 2022 lanzó el tema Yamaguchi y en 2023 ofreció un concierto en la ciudad japonesa.
Tras la plantación de los seis cerezos, Javier Buezo, Ana Otrera, Jesús Tanco, Devora Rodríguez, Pablo Hernández y Javier Armendáriz –miembros del club Kenseikai– realizaron una exhibición de artes marciales japonesas: “Ha sido un honor, nos ha hecho mucha ilusión y lo hemos dado todo para demostrarles que sabemos sus tradiciones”, indicó Pablo.
En el acto se llevaron a cabo demostraciones de Iaido –un “ejercicio ritualístico” que consiste en el envainado y desenvainado de la katana–, Naginata –el arte marcial de la lanza– y kendo. “Transformamos un combate de katana en un deporte similar a la esgrima”, explicó Pablo.
Los miembros del club Kenseikai hicieron una reverencia y se arrodillaron ante las autoridades al finalizar cada exhibición –típico de la cultura nipona–, vistieron el tradicional bogu, una armadura compuesta por el tare –una falda que cubre la parte inferior del torso y la cadera–, men –casco–, do –protege el torso– y los guantes kote; y recomendaron a la ciudadanía la práctica de las artes marciales como ejercicio físico y mental. “Sirve para controlar la ira, coger fuerza, adquirir disciplina, autogestionar la frustración, quitar el estrés...”, subrayó.
Otros actos
A lo largo del día se sucedieron los actos conmemorativos del 45 aniversario del hermanamiento.Por la mañana, el Ayuntamiento recibió a la delegación nipona en la Casa Consistorial, el acto comenzó con un aurresku de bienvenida –lo bailó Aritz Ibáñez, dantzari de Duguna– y Pamplona obsequió a Yamaguchi con una acuarela del parque pintada por la artista María García Fernández y una selección de productos típicos navarros. Por su parte, la ciudad japonesa regaló a Iruña una placa que combina el diamante –simboliza a la familia Ouchi, que consiguió el permiso para que San Francisco Javier pudiese predicar en el país nipón– y la cruz, que representa al santo navarro. Como colofón, dos estudiantes de guitarra clásica en el Conservatorio Superior de Música y descendientes de Japón interpretaron la pieza Sanzen-in de A. York.
Tras la comida, la delegación acudió al Palacio de Navarra, donde se reunió con la vicepresidenta del Gobierno Ana Ollo. La jornada terminó con la visita al Sadar y el encuentro con la dirección de Osasuna.