Hacen ruido en silencio “porque mucha gente no sabe que los campaneros de la Catedral existimos. La primera pregunta es, ‘¿pero no son automáticas? ¿No están electrificadas?’”. Pues no. Y ellos –y ellas– existen. “De hecho, en 2022 declararon Patrimonio Inmaterial de la Unesco el toque manual de campanas, que es lo que hacemos nosotros”, explica Leire Ros González. Esta campanera de 29 años, desde los 15 en las alturas haciendo sonar a la campana María y bailar a la Gabriela, es flamante Bombo de Oro de La Jarana. Este domingo ha recibido el galardón en la sobremesa de la comida que ha celebrado la peña en su día. 

“Estoy muy contenta porque es una manera de visibilizar la figura de la mujer dentro de un oficio muy masculinizado, y además la mujer joven. Porque son casi todo hombres y ya con unos años”, destaca Ros sobre el grupo de voluntarios encargado de tocar las campanas, alrededor de una treintena, media docena de ellos jóvenes y apenas cinco mujeres. Motivos por los que ha agradecido “a la peña La Jarana el premio y la posibilidad de visibilizar la figura de la mujer y de las personas jóvenes en el campanario”.

“Estoy muy contenta porque es una manera de visibilizar la figura de la mujer dentro de un oficio muy masculinizado, y además la mujer joven"

En el año 2011, tras la reforma de la Catedral, la madre de Leire apuntó a su padre a un curso de campaneros. “Subí con él un 7 de julio para ver qué era aquello, me gustó y me quedé”, recuerda. Pedro y Leire, padre e hija, siguen al pie del cañón. “Empecé con él y seguimos juntos. Poder ir a tocar con mi padre es muy especial”, dice. 

El oficio le enganchó, y puestos a elegir, quizá se quede con el 7 de julio. “Es uno de los días más especiales de los que subimos. Comenzamos muy pronto, cuando empiezan a llegar diferentes cofradías a buscar al cabildo a la catedral, y tocamos bastante rato cuando se van a la Procesión. Luego suben los gigantes, La Pamplonesa... ver a todo el mundo vestido igual y con la misma ilusión... da igual a cuántos metros del suelo estés, que todos compartimos la misma ilusión”, refleja la campanera, que destaca igualmente “el respeto y el patrimonio que tenemos entre nuestras manos”.

Sobremesa de la comida que ha celebrado este domingo La Jarana. Iñaki Porto

Ese día ella normalmente sube a la torre sur y “solemos tocar las cuatro campanas grandes, especialmente la Gabriela, que es la más grande de España que voltea. Poder voltearla es bonito. Para mí, es la campana más especial que tenemos, aparte de la María”, una campana que aunque no oscila sobre su eje se muestra imponente con sus casi 11 toneladas de peso.

Además de hacer sonar las campanas, Leire disfruta mostrando su oficio a compañeros de trabajo, familiares y amigos. “Me encanta compartir con la gente que conozco este patrimonio de campanas que tenemos y poder enseñarles la ciudad desde otra perspectiva”.

Méritos del bombo de oro

La de Leire es la historia “de quienes trabajan desde el silencio, quienes no bajan a la calle con banda ni pancarta, pero hacen que cada nota suene y cada fiesta tenga eco. Ella ha subido al campanario para que todos escuchemos. Ahora es el momento de que la escuchemos a ella”, cita el texto de la socia de la peña que expuso los méritos de Leire para proponer su candidatura al Bombo de Oro, refrendada después en la votación de los socios.

Estitxu Otxoa, presidenta de La Jarana, entrega el galardón a Leire Ros. Iñaki Porto

La propuesta destaca “su compromiso silencioso pero constante” con una tradición tan nuestra como el arte de la figura del campanero. En una ciudad “que vibra con los sonidos –gaita, txistu, tambor y también, cómo no, el bronce vivo de nuestras campanas– ella representa un eslabón imprescindible entre generaciones, cultura y patrimonio inmaterial”.

“En estos casi 15 años de participación, no solo ha tocado. También ha aprendido los nombres, técnicas, historias y anécdotas que rodean a cada campana de la catedral. Se ha ganado su puesto entre campaneros y se ha convertido en guardiana de un saber que, sin personas como ella, estaría en riesgo de desaparecer. Su compromiso va más allá de lo simbólico: es real, sostenido y ejemplar”. 

Todos los premiados

El galardón ha sido entregado a otras 22 personas o colectivos por su relación con los Sanfermines o la ciudad en lo que va de siglo, salvo en los dos años de parón pandémico. La Comparsa de Gigantes y Cabezudos (2001); la ganadería Cebada Gago (2002); el Struendo de Iruña (2003), el equipo de ciclismo heredero del Reynolds (2004), el personal de la Plaza de Toros (2005), el colectivo Andrea (2006); Barricada (2007), la churrera de La Mañueta, Paulina Fernández (2008); la Jarauta 69 (2009) el periodista José Luis Larrión (2010); La Pamplonesa (2011); el cantautor Fermín Balentzia (2012), los pastores del encierro (2013), el txistulari Terentxo Arana (2014); El colectivo Sanfermines 78 Gogoan (2015); Mariví Esparza (2016); Marcela Arbuzua (2017); Juan Martínez de Irujo (2018); Maitane Melero (2019); los sanitarios (2022); la jotera Mari Cruz Corral (2023) y el fotógrafo Joxe Lacalle el año pasado.