Andoni Gaskue: “Iker y yo nos conocemos desde los 5 ó 6 años y ha sido especial jugar con él”
Tres años y medio después de debutar con Aspe, el zaguero de Larraintzar acaba de estrenar palmarés ganando el Parejas Serie B junto a Iker Salaberria
Confiesa Andoni Gaskue Mendibe (Larraintzar, 20/5/1999) que la noche de después de ganar su primera txapela como profesional fue larga, “pero la ocasión lo merecía”. Subió al primer escalón del podio en compañía de Iker Salaberria al derrotar en la final del Parejas Serie B, disputada el sábado en el frontón Labrit de Pamplona, a Julen Egiguren e Iñigo Bikuña (22-18). El zaguero navarro responde feliz a las preguntas de este periódico menos de 24 horas después de su triunfo.
La final no fue buena, pero sí dura.
–No fue un buen partido porque hubo muchos fallos. Los pelotaris siempre queremos que salga una final buena, pero pocas veces salen partidos buenos en una final por la tensión. Suelen salir partidos feos, pero las finales están para ganarlas. El sábado estuvimos un poco más finos que ellos y no regalamos tanto, pero el partido fue durísimo y sufrimos mucho, sobre todo yo, que terminé con la mano derecha muy justa.
Y el campeonato también ha sido duro: han necesitado jugar 19 partidos para ganar las txapelas.
–Sí, y además creo que hemos sido la única pareja que no ha suspendido ni un partido.
¡Es una salvajada!
–Sí. Siempre hay algún problemilla, pero nada que nos obligase a suspender o a no entrenar. Además, quién nos iba a a decir que, después de perder los tres primeros partidos 22-19 y acabar la primera vuelta últimos o penúltimos, el 22 de marzo íbamos a calarnos la txapela en el Labrit. Nadie dijo que iba a ser fácil. Le dimos la vuelta a la situación y todo ha ido más rodado a partir de la segunda vuelta hasta poner la guinda de las txapelas.
¿Cuál fue el punto de inflexión?
–Sobre todo los dos últimos partidos de la primera vuelta. Senar y Eskiroz nos pasaron por encima en Pamplona (22-7) y después perdimos en Tolosa contra Larrazabal y Salaverri II (22-16). Después de este partido Jon Apezetxea (expelotari e intendente de Aspe) nos dijo que íbamos a ganar muchos partidos jugando bastante menos que ese día. Iker y yo hablamos, vimos qué cositas teníamos que corregir para plasmar nuestra superioridad y empezamos a jugar con más calma. Nos fueron saliendo las cosas y llegar a 22 también nos ayudó. Se trataba de mejorar los detalles de rematar cuando éramos superiores y evitar errores tontos.
Hubo un momento en la final en el que sus rivales se acercaron, del 17-9 al 17-16. ¿Temió entonces por la victoria?
–En el 17-9 estaba deseando que acabara el partido cuanto antes porque la mano derecha cada vez me dolía más. Se nos empezó a complicar la final. Que vienen, que vienen. En el 17-16 me salían fantasmas por todos los lados porque en la anterior final, hace dos años (la perdió 22-16 junto a Zabala contra Larrazabal y Ezkiroz), también me fastidié la mano y perdimos. Además, en la primera jornada jugamos contra Julen y Biku (los otros finalistas) y nos remontaron un 15-8 o algo así y nos ganaron 22-19. Venían fantasmas, pero en ese tanto sonó la chapa en un dos paredes de Julen (Egiguren) y esos tres minutos de descanso del tanto 18 me vinieron bien para recuperar la mano y llegar a 22.
¿Qué opina de Iker Salaberrria como compañero?
–Nos conocemos desde los 5 ó 6 años. Me costó muchos años ganarle una final en aficionados (risas) y luego también hemos coincidido como compañeros de club muchos años en Santesteban, donde ganamos txapelas juntos. Cuando debuté, siempre había dicho a los de mi entorno que me haría una ilusión terrible jugar un campeonato con Salaberria, porque jugar con un amigo era especial. Además, en principio no iba a ser titular, pero a última hora hubo cambios, pude entrar y el resultado ha sido inmejorable.
¿A quién dedicas la txapela?
–A mi abuelo Ignacio Gaskue. El día de la final hizo un mes que se me murió. Vivía en Larraintzar conmigo, me he criado con él y empecé a jugar a pelota en su habitación.