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Aritz Juanenea: "Este año lo tenía claro, lo había preparado a tope y tenía entre ceja y ceja que iba a por la txapela”

El pelotari navarro logró su primera txapela individual transformando el dolor de una lesión en mitad de la final del Eusko Label en un triunfo con sabor a gloria

Aritz Juanenea: "Este año lo tenía claro, lo había preparado a tope y tenía entre ceja y ceja que iba a por la txapela”Cedida

Aritz Juanenea (Saldías, 02/10/1992) se proclamó campeón del Individual Eusko Label de remonte el pasado sábado 27 de septiembre ante el hernaniarra Endika Barrenetxea (27-30). El navarro llegó a dominar 9-15 antes de sufrir un pinchazo en el bíceps femoral de su pierna derecha, y vio cómo su rival le daba la vuelta al marcador (19-17). Pero lejos de rendirse, Juanenea sacó fuerzas de donde ya no quedaban para conquistar su primera txapela individual, la misma que se le escapó dos años atrás, en 2023 ante Ansa II. Esta victoria, la más importante de su carrera hasta el momento, culmina una trayectoria en constante ascenso desde su debut profesional el 25 de mayo de 2013.

¿Cómo fue el momento del pinchazo?

–Fue cuando iba 7-14. Fue un tanto duro, un cruzazo de Barrenetxea que ví que no llegaba a la pelota, pero que fui con la inercia corriendo hacia delante y creo que fue fruto de la relajación, de que vi que no llegaba y puse mal la pierna. Ahí me dio el pinchazo. y le dije al botillero que tenía una rotura, fijo. Y en el 15 suele haber descanso obligatorio por temas de la tele y quería llegar a ese punto. Barrenetxea me hizo dos o tres tantos, creo que se llego al 9-15 y fui a vestuarios.

Al ir al vestuario, ¿qué sucedió?

–En el 7-14 le dije a mi botillero, Aimar Jabalera, que buscara a Kemen Aldabe para que éste buscara en la grada a Bixente Artola. Aldabe fue a buscar a Artola y lo llevó a vestuarios. Cuando llegué al vestuario en el 9-15 ya estaban allí Kemen, Bixente y Aimar Jabalera. No me quité ni la cesta porque se pierden sensaciones con la mano. Ellos me desabrocharon los pantalones, me los bajaron y Bixente Artola me hizo un vendaje en el bíceps femoral de la pierna derecha. Fue un vendaje muy fuerte, de hecho me dijo que me iba a apretar a tope para que no sintiera la pierna y así fue. Apretó a tope. Tardé unos cinco minutos y cuando salí a la cancha le pedí perdón a Endika Barrenetxea por la tardanza, pero que no me había quitado ni la cesta, que había tenido un tirón y me dijo que estuviera tranquila, que me entendía. 

¿Después hubo algún momento en el que pensó que no iba a aguantar?

–Sí, sin duda. En el 19-17 o así, cuando veía que ya no podía apoyar la pierna derecha, pensé que se me había ido la final y solo por la cabeza se me pasó que por respeto al público no podía dar esa imagen, pero miré a mis amigos y me dijeron que estaban orgullosos de mí y ahí dije que tenía que terminar el partido. También veía que Endika (Barrenetxea) estaba muy nervioso y no opté por la retirada, sino a pelear todos los tantos. 

Iba ganando 9-15 antes de irse al vestuario, después le remonta Barrenetxea 19-17, ¿fue más duro sobreponerse al dolor o ver cómo el rival le remontaba?

–En mí mismo me dije: “se me va la final, se me va la final” porque lo veía ganado en el 7-14 y en el 9-15. Me veía muy superior en el peloteo, en el saque... Haciendo todo mejor que él, que tenía un mal día y yo la verdad que jugando así, por la inercia, me veía campeón. Sentí una impotencia terrible, pero bueno creo que fue algo mágico. Una mirada a mis amigos, que me levantaron el ánimo y me dijeron que estaban orgullosos. Eso fue gasolina para mí. Y, nada, a sufrir. Luego la verdad que a partir del 20 no noté tanto el dolor porque se me calentó el músculo o no sé por qué. Como tenía la pierna tan apretada no fue a más y con la fuerza de los míos y de la gente supe ganar sin apoyar la pierna derecha. 

¿Después del 20 era consciente del dolor en la pierna o al estar metido en la final se abstrajo?

–Sí, era consciente de que estaba mal. En ningún momento me pude quitar eso de la cabeza, igual fallé un poco, pero todos los pelotaris dicen que solo con el brazo soy uno de los más poderosos en el peloteo, sin apoyar las piernas. Eso se me vino a la cabeza, lo tuve presente, porque no podía hacer ningún sprint. Endika (Barrenetxea) me hizo dos dejadas y ni arranqué a ir a por ellas. Tenía muy presente que estaba esa lesión ahí, también sabía que quedaban diez tantos para terminar el partido y que le podía hacer daño incluso cojeando, como se puede ver en las imágenes. Al final la gente tiene que entender que era una final y que es el gran día del remonte. Supe sufrir y pensaba que en el resto podía ganar el partido. 

Ha comentado que Barrenetxea le hizo dos dejadas y que usted ni intentó ir ¿sintió que él cambio su manera de juego para aprovechar que estaba lesionado?

–Sí, además se oía en los micrófonos de la tele que él me veía muy bien en el rebote y empezó a botarme adelante para que me fuera hacia detrás. Básicamente para hacerme mover por la cancha, pero bueno, creo que ahí bastante acertó porque estaba jugando bastante inseguro, sin confianza, soltando la pelota sin sentido al principio del partido. Me echaba el rebote y yo le estaba respondiendo muy bien. Luego sí que me hizo mucho daño cuando me botaba la pelota delante. Fue un cara o cruz, pero al final cuando íbamos 27-27 cambié la pelota, que también fue la clave, y al ser nueva resbalan un poco más. Y los tres últimos tantos cayeron de mi lado. 

¿Le molestó lo que hizo su rival?

–No, no, no. Eso haríamos cualquiera. Al final si ves que alguno que tiene un problema le intentas buscar las cosquillas. Endika lo hizo muy bien y si fuera al revés haría lo mismo. Al final él bastante tenía con cambiar su manera de juego por verme mal a mí, además le iban mal las cosas cuando estábamos jugando de tú a tú. Entonces él ahí vio una oportunidad para mejorar su juego.  

¿Y usted cómo cambió su manera de jugar tras salir de los vestuarios?

–Al principio del tanteo sabía que el partido se tenía que endurecer porque físicamente yo estaba mejor que nunca y por eso no tenía miedo a un partido largo. Quería alargarlo, pero luego cuando me lesiono solo quería acabar los tantos, aunque fuera arriesgando, porque no podía alargar los tantos. Mi pierna no me dejaba correr todas las pelotas, que por ejemplo había corrido antes de la lesión. Empecé a arriesgar y unas me salieron bien, pero otras no tan bien. Él también era consciente de que yo iba a empezar a arriesgar y por su parte debía aguantar los tantos y que yo fallara. 

En todo el partido solo cometió 3 errores, mientras que Barrenetxea 9, ¿cómo explica esa precisión en una situación de tanta presión en la que estaba?

–La verdad es que en todo el campeonato he perdido pocas pelotas. En los últimos años he tratado de mejorar el no fallar tantas pelotas porque al final si no las regalas es el rival quien las tiene que hacer. El día de la final tenía que hacer 27 tantos y solo perdí 3 pelotas, es algo casi imposible. El hacer 27 tantos sin fallar. Creo que el quid de la cuestión ha sido que he perdido muy pocas pelotas y tenía ese riesgo de cuando me lesioné perder muchas pelotas, pero también soy un pelotari muy técnico y ese día fue el día, como se suele decir. 

Además, en el último partido de la liguilla tenía que ganar sí o sí a Ansa II para no quedar eliminado, ¿ese partido que ganó 30-28 bajo gran presión le sirvió de motivación para no bajar los brazos en la final?

–Sí, para mí el punto de inflexión fue cuando en la liguilla, donde tenemos tres partidos, había perdido dos. Ahí estaba prácticamente eliminado. Recuerdo que no fui a entrenar en toda la semana cuando perdí el segundo partido. No quería saber nada del remonte y desconecté del campeonato. Además, me había metido la presión de que tenía que ganar el torneo, pero me liberé porque estaba casi eliminado. Así que si quería ganar el campeonato tenía que ganar tres partidos: el último de la liguilla, las semifinales y la final. En ese partido con Ansa pasé unos ratos muy malos, pero aguanté mentalmente muy entero. Luego, en la semifinal con él también fui muy superior y por delante en todo el partido y creo que en esos dos partidos ,que debía ganar para estar en la final, hice un reset en cada uno de ellos. Me decía a mí mismo que tenía que ir tanto a tanto. Parecía imposible pero soy campeón. El día de la final fui muy tranquilo, en cambio en la final de hace dos años estaba muy bajo presión. Este año fui tranquilo porque Endika era favorito.  

¿Qué significa esta txapela para usted teniendo en cuenta cómo la ha ganado y sumado a que hace dos años la perdió?

–Este año en la presentación del campeonato presenté mi candidatura. Este año lo tenía claro, lo había preparado a tope y a veces decir que vas a por la txapela te perjudica, pero este año tenía entre ceja y ceja que iba a por la txapela. Esto significaba, además de una presión, algo muy importante para mí. Es lo más importante a lo que opta un pelotari: el mano a mano. Cuando gané sentí un alivio terrible porque tengo, por fortuna, una familia muy grande y unos seguidores que no tiene nadie. Hace dos años sentí una pena enorme de no dedicarles la txapela, porque por mí, para mí no significa mucho, pero quería ganarla por la gente que está a mi lado. Tenía esa presión y cuando gané y estaba haciendo las entrevistas sentía una liberación enorme de dedicarle una victoria así a mi gente. 

A partir de ahora, ¿qué hay en el horizonte?

–Ahora, si te digo la verdad, llevo doce o trece días desconectado totalmente. Además de que todavía estoy lesionado, pero este sábado (mañana) tengo que jugar el Gross Erremonte porque al final es un compromiso grande. Ataré la pierna y jugaré. Después tengo un par de meses para estar tranquilo, luego vendrá el Parejas pero tengo que desconectar. No quiero, en este momento, saber nada del frontón porque desde enero estoy muy agobiado, he sufrido mucho psicológicamente porque no me había preparado así en mi vida. Creo que me he metido demasiada presión, me ha mermado mucho y estaré un mes o dos tranquilo. Resetearé otra vez y a por todas.

¿Y cómo va de la lesión?

–Hace dos años también me lesioné y me han dicho que lo tengo en el mismo sitio y que la cicatriz no deja ver si hay rotura o no. Así que tengo que hacerme una resonancia, me dijeron que me llamarían esta semana y esperando a eso. Sé que no es más de medio centímetro porque la cicatriz es de un centímetro, más o menos. En 10-15 días tengo que estar bien, así que no me preocupa la lesión. Además, ya me noto mejor.