PAMPLONA - El Parlamento de Navarra acogió ayer la segunda edición de Hitzorduak, una sesión promovida por el Foro Social Permanente que quiere contribuir a reforzar la convivencia como paso intermedio hacia la “consolidación de una paz justa y duradera”. En este caso, la jornada estuvo dedicada a analizar el impacto de la tortura en las mujeres, y se escucharon cinco sobrecogedores relatos de personas que han sufrido esta práctica.

La apertura corrió a cargo de la presidenta, Ainhoa Aznárez, quien llamó a cimentar una “memoria crítica e inclusiva que, como garantía de erradicación y deslegitimación del recurso a la violencia para alcanzar objetivos políticos, incluya un relato compartido y anclado en el respeto a la dignidad de todas las víctimas”.

La presidenta del Parlamento defendió el “reconocimiento de cada víctima desde su especificidad, con independencia del origen, significado y respaldo social que se esconda tras cada vulneración” de derechos y libertades y emplazó al Estado a asumir que “se ha cometido tortura”.

A modo de colofón, Aznárez reivindicó el “derecho de esas otras víctimas a la verdad, la justicia y la reparación”.

Tras la presentación, se celebró la primera mesa redonda, Yo fui torturada como mujer, en la que tomaron parte Gloria Bosque, Mertxe González, Mariló Gorostiaga, Ainara Gorostiaga e Izaskun Juárez. La charla estuvo moderada por Yolanda Resano.

Gloria Bosque, detenida en junio de 1973 y septiembre de 1975, dio cuenta de sus vivencias durante los dos períodos de incomunicación en los que se sintió “denigrada por el mero hecho de ser mujer”. “Me desnudaron y, golpes y amenazas al margen, sufrí toda clase de humillaciones y vejaciones de índole sexual, de palabra y obra. El trauma psicológico, el estado de terror que padecí llegó a tal punto que creí que iba a perder la razón y volverme loca”.

Más adelante, tras verse libre a raíz de la Ley de Amnistía del 77, Bosque denunció públicamente su experiencia, dio testimonio para la querella argentina contra los crímenes del franquismo y se personó en el pleito entablado por el Ayuntamiento de Pamplona contra las secuelas del golpe del 36.

Mertxe González, detenida en octubre de 1983 y encarcelada durante 9 meses, relató pormenorizadamente el cóctel de “torturas, juegos vejatorios y amenazas” que le llevó a “firmar una declaración en blanco”. “Sentí el chasquido de una pistola en la sién, me obligaron a desnudarme, a meterme el támpax en la boca, me introdujeron un palo de escoba por la vagina, me sobaron? Del miedo me oriné. Denuncié las torturas desde la cárcel y se archivaron. Quedé absuelta”.

De vuelta a su puesto laboral, “me conminaron a pedir el traslado porque ‘no había sitio para terroristas’. No accedí y me pusieron en una mesa contra la pared, sin darme nada de trabajo. Nunca nadie me ha pedido perdón, ni ha reconocido que las acusaciones eran falsas. Tampoco me dieron la oportunidad de identificar a mis torturadores”.

Ainara Gorostiaga, detenida en febrero de 2002 a la salida de la cárcel de Castellón, tras cursar visita a un “preso político”, padeció “nueve días de incomunicación inolvidables”. “En ese período sólo pude ver a los forenses y a los dos policías que me tomaron declaración. El resto del tiempo lo pasé con un antifaz, prácticamente la única vestimenta que se me permitió durante las tres primeras jornadas. Sufrí la bolsa, electrodos, la pistola, la porra, el sandwich, el palo en el culo a cuatro patas? Las insinuaciones hacia mi cuerpo fueron continuas”.

Tras dos años de cárcel y 15 de lucha interna, “he aprendido a convivir con todo aquello. ¿Cómo pude aguantar? Mi cuerpo estaba anestesiado, no sentía. No podía más, les dije que me mataran, que no sabía nada. Traté de huir engañando a la cabeza, inventándome cosas, pero siguieron hasta que me trajeron el guión escrito. Es lo que más me ha costado superar, mi declaración sirvió de base para que otras cinco personas pasaran por lo que yo pasé. Mi denuncia de torturas también fue archivada. Solo espero que la sociedad abra los ojos y comprenda que la tortura no es algo de Guantámo. Hace tres lustros UPN y PSN unieron sus votos para vetar nuestro testimonio en este Parlamento, que hoy nos abre sus puertas para que hablemos. Eskerrik asko”.

Izaskun Juárez, detenida en 2010, con 23 años y encarcelada durante 15 meses en Valladolid, se confesó “víctima de la persecución juvenil emprendida en 2008. Creí que estaba preparada, pero cuando me tocó el miedo me superó. Te enseñan que son capaces de hacer muchas cosas sin que les tiemble el pulso, tienen impunidad y hacen lo que quieren con tu cuerpo. Luego te queda la vergüenza y la sensación de culpa, solo te queda llorar. Necesité terapia y, pese a mis lagunas, a la negativa de mi cabeza a recordar, fui capaz de interponer una denuncia dos años y medio después y de reconocer a uno de mis torturadores en el juicio. Te marcan para toda la vida, pero se puede salir adelante”.

Detenida en los años 90, Mariló Gorostiaga se declaró “afortunada por comparación. A mí ni me violaron ni me desnudaron. Su mayor empeño es que memorizara la declaración que querían. Luego, ya en la Audiencia, cuando Garzón me confirmó que el traslado corría también a cargo de la Guardia Civil, no me atreví a desmentir la declaración. Estás en sus manos. La jueza, para quitarse de en medio, me sugirió que lo imputara todo a mi estancia en Pamplona. Finalmente se archivó”.

LOS RETOS DE LA PAZ Concluido el primer debate, Begoña Uharte, del Foro Social en Navarra, disertó en torno a la Sociedad civil y los retos del proceso de paz advirtiendo sobre la importancia de “atreverse a solicitar reparación y reconocimiento por parte de la sociedad y de las instituciones. La tortura necesita un abordaje social. Los 693 testimonios recabados en Navarra y los 4.009 reunidos en la CAV ponen de manifiesto el volumen de un sufrimiento oculto”.

La segunda mesa redonda versó sobre Mujeres torturadas y construcción de la convivencia y, con Expe Iriarte de moderadora, contó con Maider Caminos, licenciada en Historia del Arte, trabajadora del sindicato LAB y activista social; y Jeannette Ruiz Goikotxeta, psicóloga.

Maider Caminos aseguró que las mujeres son “doblemente torturadas, primero por su disidencia política y segundo por su género”.

Jeannette Ruiz Goikotxeta aludió a las secuelas psicológicas derivadas de una situación traumática que, como la tortura, “agota emocional y cognitivamente. A la confusión inicial le sucede el miedo a superar el dolor. La gente no entiende qué está pasando y se quiebra. Las diferencias de género son obvias, la utilización del sexo para denigrar se concentra, de manera fundamental, en la amenaza de violación”.

El Foro Social en Navarra reúne a entidades y personas con una larga tradición en defensa de los derechos humanos. Entre las alrededor de 120 asistentes al Pleno Social estaban los alcaldes de Pamplona, Joseba Asiron; Tafalla, Arturo Goldaracena; Estella, Koldo Leoz; y Aoiz, Unai Lako. También los parlamentarios Koldo Martínez (Geroa Bai), Miren Aranoa, Bakartxo Ruiz, Asun Fernández de Garaialde, Maiorga Ramirez, Arantza Izurdiaga y Esther Korres (EH Bildu); y Laura Pérez y Tere Sáez (Podemos). - D.N.