- Nacida en Gipuzkoa, residente en Madrid, Olatz Cacho desgrana el panorama cubano tras las protestas de hace un par de semanas.

¿Cuáles son las últimas noticias en torno a Cuba?

-Las cosas parece que están calmándose un poco. Están teniendo lugar algunos juicios contra manifestantes. No hay información muy clara sobre ellos porque el Gobierno cubano, que sí que la tiene, no la facilita, pero poco a poco se va conociendo que algunas personas están siendo condenadas, y que pueden haber sido puestas en libertad con medidas cautelares. Hay muy poca claridad sobre los juicios, sobre cuántas personas siguen detenidas y los cargos a los que se pueden enfrentar.

"Las protestas masivas son un grito desesperado a un Gobierno que no escucha", ha criticado Amnistía.

-Nuestra postura es siempre la misma en relación a cualquier país. Analizamos la situación de derechos humanos respecto al derecho internacional. En ese sentido, estas protestas son históricas. No lo decimos nosotros, lo dice todo el mundo, porque nunca hasta ahora habíamos visto esa salida espontánea de un montón de personas a la calle. Primero en La Habana y luego en otras ciudades. Además, las protestas han sido en general pacíficas, de personas que querían criticar la situación por la que pasan y la falta de derechos económicos sociales y culturales. Estas protestas en un primer momento se vieron enfrentadas a una brutalidad policial que hemos criticado. El Gobierno cubano, como viene siendo habitual, cualquier problema interno lo acaba achacando a Estados Unidos. Y en este caso concreto, es un clásico, también al embargo. En Amnistía Internacional también criticamos el embargo estadounidense, hemos pedido en muchas ocasiones al Gobierno de Estados Unidos, tanto en la ONU como en las reuniones con ellos, con cartas y comunicados, que lo retiraran. Pero nada tiene que ver el embargo estadounidense con que se reprima a la gente simplemente por ejercer pacíficamente sus libertades de expresión y de reunión. Son dos temas diferentes. Se puede criticar de acuerdo al derecho internacional la represión y la falta de libertades en Cuba y se puede también criticar el embargo estadounidense hacia este país.

Algo tan evidente parece no asumirse en nuestro entorno.

-Sí, y es una pena. Cuba es uno de esos países sobre los que la gente ya llega con unas determinadas gafas de ver puestas, y tiende a ver unas cosas y no otras, y alabar unos aspectos y obviar otros. Cosa que también ocurre en otros casos, por ejemplo en Nicaragua. Un caso reciente similar, donde la gente se deja llevar por visiones románticas de antiguas revoluciones. Y la realidad es la que es. Hay datos que se pueden contrastar. Según el derecho internacional, uno tiene una serie de derechos que deberían ser respetados. Para Amnistía Internacional es muy fácil de analizar porque auditamos los mismos baremos. Sería bueno que la comunidad internacional, gobiernos y políticos de todos los niveles pudieran basarse en los datos para sacar conclusiones, y sobre todo ayudar a los ciudadanos y ciudadanas cubanas a que se oiga su voz, a que se respeten sus libertades y a que se mejoren sus vidas allí.

¿Se les ayuda denunciando al sistema como una dictadura o evitando la palabra y limitándose a denunciar la falta de democracia?

-Desde Amnistía Internacional pensamos que se les ayuda criticando desde datos contrastados. Esto es difícil hoy día porque corre mucha desinformación. Hemos visto miles de ejemplos de cómo las redes sociales pueden embarrar la situación y la información de un país. Ayuda un poco llamar a las cosas como son, no exagerando situaciones si no hay datos y presionando a las autoridades con personas que tienen capacidad para ello, gobiernos de América Latina o europeos, para que el Gobierno cubano poco a poco vaya saliendo de esa cota que tiene desde hace muchos años. Cuba es el único país de las Américas al que Amnistía Internacional no puede entrar para realizar investigación en derechos humanos. Nosotros pensamos que se ayuda con datos, criticando lo que hay que criticar o no exagerando.

En función de esos datos, ¿para Amnistía estamos ante una dictadura?

-Son valoraciones políticas en las que nosotros no entramos porque pensamos que no ayudan a nuestro trabajo de denunciar violaciones de derechos. Hay think tanks, analistas políticos... está bien que como organizaciones cada una tenga su papel y haga su labor en lo que está especializada. Los análisis políticos los dejamos para otros expertos.

Lo planteo de otra manera. ¿La acumulación de poder que se da en Cuba y en otros países favorece la vulneración de derechos humanos o que cuando estos se vulneran no haya capacidad de contestación?

-Contestación en Cuba ha habido desde siempre. Ahora han salido miles de personas a la calle, pero siempre ha habido personas batallando. El año pasado se hizo muy famoso un movimiento de artistas, blogueros y periodistas, que criticando una ley que atacaba su libertad creativa, consiguieron incluso una reunión con el viceministro de Cultura. El caldo de cultivo ha ido elaborándose para que los cubanos hayan salido a la calle. Ojalá el Gobierno reaccione de manera positiva. Respecto a la acumulación de poder, desde el principio el Gobierno cubano redactó una serie de leyes que frenaban los derechos humanos, imponían todo tipo de restricciones, y cualquier actuación o artículo que se alejara de lo que era bueno para el comunismo o para el Gobierno, por desacato te caían una serie de años. Hay un entramado legal bastante complejo que llevamos años criticándolo, y pidiéndole al Gobierno que lo transforme, y que vaya abriendo el país a los derechos y libertades económicos, sociales, culturales y políticos que todos los ciudadanos de Cuba deberían poder disfrutar.

Cuba tiene una visibilidad mediática que no tienen otros países. ¿En qué zonas olvidadas de forma somera la comunidad internacional debería también poner el foco?

-Por ejemplo Haití, que ahora está en los medios de comunicación porque acaban de asesinar al presidente. Otros ejemplos claros están en Yemen o Siria, minorías en China, Filipinas, un país cercano a España. Hay muchísimos países de los que se podría hablar más y mejor, no solo de lo malo, sino también de lo bueno para conocerlos mejor y crear un poco más de cultura política de manera que a la hora de valorar su situación con mejor información y mayor capacidad de ayuda.