La Shoá, el holocausto judío, comenzó en Viena. No sólo porque Adolf Hitler naciera en Austria, sino porque el antisemitismo de los vieneses inspiró a los propios nazis alemanes y porque aquí se diseñó y probó el modelo de deportación que se usó para el exterminio de los judíos en Europa.

Cuando el 12 marzo de 1938 Austria fue anexionada por la Alemania nazi, en medio del entusiasmo generalizado de la población, Viena era, con unos 200.000, la ciudad del III Reich con más habitantes judíos, incluso por encima de Berlín.

Unas horas después, todo el peso de las medidas antisemitas que se había ido aplicando progresivamente en Alemania en los últimos cinco años cayó de una vez sobre los judíos austríacos.

Negocios y propiedades fueron expoliadas, ciudadanos fueron humillados y acosados en las calles por sus vecinos y los dirigentes de la Comunidad Judía fueron detenidos.

Judíos son obligados a limpiar las calles en Viena en marzo de 1938 ante la mirada de numerosos curiosos. Foto: EFE

EXPLOSIÓN DE ANTISEMITISMO

"Fue una absoluta radicalización, algo así no había ocurrido antes", resume a Efe la historiadora Michaela Raggam-Blesch, una de las responsables de una exposición recién inaugurada sobre el papel que tuvo Viena en el Holocausto judío.

Exposición "El modelo vienés de la radicalización. Austria y la Shoá". Foto: EFE

La apertura de la muestra "El modelo vienés de la radicalización. Austria y la Shoá" coincide con el 80 aniversario del comienzo, en octubre de 1941, de las deportaciones de judíos para exterminarlos.

En Viena se conjugaron el histórico antisemitismo en la sociedad austríaca, la existencia de un movimiento pangermanista y la furia de los nazis austríacos, que habían sido perseguidos por el régimen fascista anterior a la anexión.

El nivel de expolió llegó a tal nivel que Berlín le puso coto, no por consideración hacia los judíos, sino para que el Estado, y no sólo particulares, se beneficiaran de ese saqueo.

MÁS RADICAL QUE EN ALEMANIA

Raggam-Blesch, del Instituto de Historia Contemporánea de la Universidad de Viena, asegura que Alemania no alcanzó ese nivel de violencia anti judía hasta ocho meses después, con la "noche de los cristales rotos", que se considera el punto de inflexión y de radicalización de las políticas antijudías del III Reich.

La historiadora destaca que mientras ese progromo de noviembre de 1938 estuvo organizado por las autoridades nazis, aunque presentado como una reacción de ira popular, el acoso de los vieneses a sus vecinos judíos empezó desde abajo.

Soldados de la SS controlan a la multitud que espera la llegada de Adolf Hitler a Viena el 15 de marzo de 1938. Foto: EFE

"No sólo fueron los nazis locales, sino gente normal", dice Raggam-Blesch, quien asegura que las fotos históricas de la multitud humillando a los judíos neutralizan la tesis de que Austria fue la primera víctima del nazismo, que hasta la década de 1990 presidió el discurso oficial en el país.

"Los nazis alemanes se sorprendieron de todo lo que era posible en Viena", compara Heidemarie Uhl, otra de las comisarias de la muestra, que se expone hasta diciembre en la Plaza de los Héroes de Viena, donde el 15 de marzo de 1938 Hitler anunció la anexión de Austria ante una multitud enfervorecida.

En agosto de 1938 Adolf Eichmann, un nazi alemán criado en Austria, creó en Viena la "Oficina Central de Emigración Judía", que tenía como misión expulsar a los judíos, y que luego se instauró en Berlín, Praga y Amsterdam

PRIMERA CIUDAD SIN JUDÍOS

En octubre de 1940, Baldur von Schirach, gobernador de Viena, planteó a Hitler que la ciudad fuera la primera libre de judíos.

Dentro de ese esfuerzo, en febrero de 1941 se organizaron los primeros transportes de los apenas 60.000 judíos que quedaban en Viena hacia pequeñas localidades en Polonia, donde fueron abandonados a su suerte, sin comida o atención médica.

DE LA EXPULSIÓN AL EXTERMINIO

Con la invasión de la URSS en el verano de 1941 se produce el cambio desde esa política de brutal expulsión hacia la estrategia de puro exterminio, señala Raggam-Blesch.

De nuevo, Viena es pionera. El 15 de octubre parte de Viena un tren con 1.000 judíos hacia Polonia, el primero de una deportación masiva en la que fueron asesinados 60.000 austríacos.

Siguieron envíos desde Luxemburgo, Praga, Berlín, Hamburgo, Colonia, Frankfurt... Miles de personas fueron encerradas en el gueto de Lódz, donde ya se hacinaban 150.000 deportados. Unos meses después serán enviados a los campos de exterminio.

Otro de los ejes de la muestra es la responsabilidad de Austria y los austríacos en los crímenes del nazismo.

"Ha habido muchas acciones del Estado para apartarse de esa tesis de la primera víctima, que muestran la corresponsabilidad de los austríacos en los crímenes nazis", afirma Monika Sommer, directora de la Casa de Historia de Austria, corresponsable de la muestra.

Sommer vincula el antisemitismo de hace 80 años con el que transpiran las actuales manifestaciones contra las medidas anti covid, en las que los antivacunas denuncian, por ejemplo, estar discriminados y sentirse con los judíos de entonces.

"Esta exposición es también una forma de respuesta a ese antisemitismo actual y mostrar a dónde puede llevar, a la mayor catástrofe del siglo XX", alerta.