Ha costado más de dos años, pero el I Plan de Convivencia de Navarra ya es una realidad. Hace unos días que el Gobierno foral aprobó el texto, con casi un centenar de acciones concretas para un ámbito sensible como pocos construido a la medida de “las vivencias personales de cada uno”. Así lo ve Ana Ollo, consejera de Relaciones Ciudadanas y titular del departamento del que emana el plan, el primero de este tipo.

“Plantearlo era ya un reto, así que conseguirlo ha sido un logro”, reflexiona. No ha sido sencillo: por el camino se han vivido polémicas y sonoros desplantes políticos -como el de Navarra Suma antes de empezar a negociar-, pero el plan se sale de ese pegajoso rastro -herencia del terrorismo de ETA- de que la convivencia estuviera siempre contaminada por la violencia política. La convivencia, en este plan, es mucho más: acciones concretas para defender los Derechos Humanos, pero también para abundar en tolerancia religiosa, sexual, de respeto al que simplemente piensa distinto. Algo necesario en tiempos de discursos racistas y xenófobos.

Ha pasado casi de todo en estos dos años de trabajo en el plan. ¿Se queda satisfecha con el resultado?

-Yo creo que lo más importante era que Navarra tuviera un plan de convivencia, algo que nunca se había pensado desde instancias institucionales. Plantearlo era un reto y sacarlo ha sido un logro. Pero es que además creo que es un plan magnífico, en el que han participado 70 asociaciones y 300 personas. Hay una cosa que sí me gustaría destacar, porque hay quien pensó que este plan giraba exclusivamente en torno a la violencia política, que en el caso de Navarra es la que se ha vivido en el siglo XX desde el golpe militar del 36 hasta el terrorismo de ETA y la violencia policial. Lo que quiero decir es que la convivencia es mucho más, que cada vez Navarra es más diversa y necesita profundizar más en convivencia religiosa y laica, convivencia entre personas con distinta orientación sexual, distinta cultura... y el plan aborda todo eso.

Hay seis ejes. Alguno es obvio, como la memoria o el respeto a los Derechos Humanos. Pero hay muchos esfuerzos por recalcar la importancia de respetar al diferente. ¿Es un poco frustrante que sea necesario subrayar esto en 2021?

-Es que vivimos en un momento en el que tenemos que tener todas las alertas puestas, porque los mensajes que llegan desde la ultraderecha, la derecha y otras facciones van contra esa convivencia en la diversidad. La sociedad navarra es, en líneas generales, tolerante ante esa diversidad. Pero existen ámbitos donde la convivencia no es la adecuada, en la que al otro se le ve como alguien que no tiene los mismos derechos. Vivimos un momento político en el que esos mensajes, que antes no tenían altavoz, ahora sí lo tienen. Por eso es más importante que nunca que los Gobiernos hagamos estos planteamientos.

¿Qué perciben?

-Por ejemplo, desde la derecha y la ultraderecha se criminaliza a los niños menores, los menas, se les criminaliza por ser extranjeros. O en los discursos de odio de las redes sociales. O en los ataques a las personas LGTB. La sociedad navarra tiene buena convivencia, pero hay ámbitos donde trabajar, como en la escuela, con el bullying. En este momento hay que trabajar todavía más.

Una de las amenazas que identifica el plan es el auge del discurso nacional populista donde nace ese discurso.

-Navarra no es una isla. El miedo al emigrante, al que no es como tú, está ampliándose. Basta fijarse en el auge de la ultraderecha en Europa. De momento en Navarra se va controlando ese tipo de discursos, pero lo que no podemos es permitirlos.

El plan está dotado con 18 millones. La mayor partida, de 8 millones, es para actuaciones de convivencia intercultural. ¿Es nuestra asignatura pendiente?

-No. Esa partida responde al plan de convivencia intercultural del departamento de Eduardo Santos -consejero de Políticas Migratorias y Justicia-. Creo que ahí se refiere más al presupuesto de ese departamento. Luego hay otra cosa: muchas de las acciones del Plan de Convivencia tienen cuantías económicas pequeñas, pero son importantes en cuanto a incidencia, porque abundan un poco en esa tendencia que queremos de lograr consensos.

Se insiste mucho en llegar a acuerdos con el ámbito local. La sensación es que la convivencia empieza por los pueblos, por los barrios. ¿Es algo que le han trasladado los alcaldes?

-Esto lo hemos hecho desde 2015, porque las entidades locales son las instituciones más cercanas a los ciudadanos y muchos pueblos han puesto en marcha sus propias comisiones de convivencia. Coincide que estas comisiones las han puesto en marcha ayuntamientos de corte progresista, y hemos identificado desde 2015 que es una buena forma de trabajar y dudo que en el futuro cualquier Gobierno de Navarra considere que no hay que seguir trabajando en este ámbito.

¿Estas comisiones han sido una respuesta ante un problema de convivencia?

-En localidades donde la inmigración es más alta, hay que trabajar más en ese ámbito de reconocer la diversidad. Como también es importante trabajar en convivencia en localidades que han sufrido violencia política o terrorista. Los propios ayuntamientos, que conocen los que mejor a su pueblo, son conscientes de cuáles son los retos y los peligros de la convivencia.

En el plan se contempla la lucha contra las fake news. ¿Inmigración y fake news van de la mano?

-Las redes sociales tienen potencial para lo bueno y para lo malo. Por seguir con el ámbito local, cada ayuntamiento tiene que trabajar de acuerdo a su composición sociológica teniendo en cuenta que las redes sociales le dan una proyección a los hechos que antes no se veía. Hace años, cualquier conflicto quedaba ceñido a esa localidad. Ahora las redes sociales magnifican esos mensajes, son un instrumento muy potente de comunicación, y hay quien las usa para difundir discursos de odio y xenofobia. Combatir las fake news es algo que hacemos desde 2015 y tiene su hueco en el plan.

Hay otro punto llamativo. Ha adquirido la entidad de eje la ejemplaridad de las instituciones. ¿Ha faltado durante la redacción del plan?

-Hemos visto durante el proceso que muchas veces la ciudadanía no entiende discursos políticos tan crispados. Muchos nos han pedido un cambio profundo de las formas a la hora de hablar de convivencia. Y no es algo puntual, es algo que a lo largo del proceso ha salido mucho, lo que significa que es un tema que preocupa. Creo que es un buen momento para que las instituciones seamos conscientes de que tenemos que colaborar en esa convivencia, de que debemos ser precisamente ejemplares.

¿Cómo ha asistido al debate parlamentario sobre el Plan de Convivencia? Navarra Suma se ausentó sin que empezaran las conversaciones.

-En general, la relación es buena. Ha habido fluidez. De las seis formaciones, cinco han colaborado con mayor o menor intensidad. Solo está la excepción de Navarra Suma, cuando al principio decide salirse del plan con una argumentación que no comparto, que no entiendo y que creo que nadie entiende. Les he dicho que tienen la mano tendida, porque este no es un plan del Gobierno, es un plan de Navarra. A mí me apena que Navarra Suma no haya sido capaz de reconocer que salirse del plan fue un error. Son 300 personas, de todos los espectros políticos, las que han colaborado en el plan. Yo voy a llevar el plan al Parlamento y espero que allí Navarra Suma sea capaz de adherirse. Nunca he entendido por qué ellos no le dieron ni siquiera una oportunidad.

Dijeron que no se sentían representados.

-En 67 organizaciones y 300 personas no se ven representados, me sorprende. Les dijimos: ¿quiénes creéis que pueden colaborar en el plan? Lo que nos encontramos fue cerrazón. A mí me apena, porque creo que ha sido un error por su parte. Cuando ahora lo llevemos al Parlamento tienen una oportunidad de oro para volver de donde no se tendrían que haber ido.

En el informe se habla mucho de crispación, de crispación política. ¿Navarra tiene un problema de crispación?

-No somos una excepción a lo que vemos en otros lugares. Muchas veces, el Parlamento de Navarra no es el mejor ejemplo de lo que tiene que ser la convivencia en Navarra. La crítica no puede estar basada en la crispación, en discursos de odio que todavía en Navarra no son muy recogidos pero que en el Parlamento español los escuchamos muchos días.

¿Le gustaría que la presentación del plan sirviese para que la política levantara un poco el pie del acelerador de la crispación?

-Sí. Porque además caer en la crispación te mete en una deriva peligrosa que, generalmente, han utilizado los fascismos como herramienta demagógica. Me gustaría que el plan fuese un punto de partida para reflexionar sobre la importancia de que las instituciones nos basemos en el diálogo y el pacto, que fuera el punto de partida para empezar a trabajar de otra forma. Es nuestro compromiso. Pero Navarra no es una isla y estamos en un escenario político en el que los fascismos, los totalitarismos, siempre han manejado bien la crispación, evidentemente eso está ahí. Me gustaría que el plan fuera una especie de punto de partida.

Usted diferencia entre el ambiente que se vive en España y el de Navarra.

-Ya se escuchan discursos que, hace unos años, aunque pudieran existir, no tenían altavoz. Ahora hay días que el Parlamento de Navarra abochorna. De acuerdo, el Parlamento español abochorna casi todos los días, si queremos hacer una comparación. Pero no somos ejemplo en Navarra.

Otra de las amenazas que destaca el plan es el blanqueamiento del terrorismo.

-Parte de las personas que participaron en el diagnóstico percibían ese temor. Esto ha salido en el diagnóstico y nosotros en el Plan de Convivencia hemos sido muy cuidadosos a la hora de señalar los diferentes contextos, siempre desde la premisa de que la violencia es ilegítima.

La derecha les dice que blanquean a ETA cuando pactan con EH Bildu.

-Que digamos que ha habido diferentes violencias no blanquea otras. Esto lo hemos dicho siempre. Cuando la derecha dice esto habría que recordarle que durante años ignoró a un montón de víctimas, como a Mikel Zabalza, Gladys del Estal, Germán Rodríguez... varias víctimas que no han recibido reconocimiento porque grupos políticos se negaban. El terrorismo de ETA en Navarra produjo años de violencia y creó una sociedad de terror en la que había miedo. Todo esto es injustificable, lo hemos repetido muchas veces y lo repetiremos tantas veces como haga falta. Lo que no entendemos es que asumir que hay violencias en muchos contextos suponga dividir a unas entre víctimas de primera y víctimas de segunda.

Todos hemos visto la reacción de la derecha tras las palabras de Iñaki Iriarte (Navarra Suma).

-Es que a la derecha le recordamos que en 2015, cuando empezamos a trabajar desde Paz y Convivencia, descubrimos que en Navarra había víctimas del terrorismo de ETA que nunca habían sido reconocidas.

Hace unas semanas se constituyó como asociación la Red de personas torturadas de Navarra. Van a hacer un registro de personas que han sufrido tortura y lo enviarán a las instituciones. ¿El plan tiene en cuenta este tipo de violencia?

-La tortura es una vulneración de los Derechos Humanos y si la han sufrido a manos de funcionarios públicos están dentro de la ley de abusos policiales. La tortura es una de las mayores vulneraciones, así lo hemos expresado, y entendemos que está dentro de la ley de violencia policial que vamos a poner en marcha una vez se constituya la comisión.