or sus actitudes les conoceréis. Dice Yolanda Díaz que está "muy ilusionada" por iniciar "dentro de pocos días" su proceso de "escucha social" para su "proyecto político", después de tener que retrasar sus intenciones iniciales unos meses a causa de la crisis provocada por la guerra. Yolanda te va a escuchar, y eso va a ser determinante para el futuro del país, no tengas dudas. Atiende a su esfuerzo, valora el hecho de que se va a tomar la molestia de recorrer España ofreciéndote su atención, tal vez su hombro donde desahogarte, y siempre sus mejores intenciones. Cuéntale lo que te pasa y ella podrá dedicarte lo mejor de su capacidad política para resolver tus problemas. No es extraño que esté tan ilusionada. Qué cosas. Algunos pensábamos que eso de que el aspirante a mandatario estuviera atento a lo que pasa a la gente era una condición imprescindible para poder operar, el carné de conducir obligatorio para liderar instituciones. Y también algunos creíamos que lo de la escucha no era algo que se debiera hacer de manera extraordinaria, sino constantemente, y sirviéndose no de las carreteras, sino de las mil maneras que hoy existen para captar el pulso de una sociedad. Qué curioso, por cierto, que cada vez haya más asesores, jefes de Gabinete, cargos públicos o diputados que no ofrecen públicamente siquiera una dirección de correo electrónico para poderles mandar cualquier asunto. Dice también Yolanda que "no tengan ninguna duda de que me voy a seguir levantando a las cinco de la mañana, cumpliendo con mis obligaciones como vicepresidenta del Gobierno y sacrificándome personalmente para recorrer mi país con mi coche, con mis recursos". Madruga más que Fraga. Se sacrifica. Como se sacrificaba Evita Perón, redimiendo a los descamisados, un desvelo continuo que hoy se ha encarnado entre nosotros procedente de Comisiones Obreras, la organización que sigue siendo la única referencia de Yolanda. Atrás quedaron el Podemos que le llevó al escaño y el Partido Comunista que le llevó a Podemos. De aquel entonces apenas queda nada. Ha cambiado el atuendo, cada día más similar al de Letizia, y también la voz se ha tornado más dulce. Es muy habitual que en cualquier declaración, de las infinitas a las que nos acostumbra, introduzca expresiones como "créanme", "si me lo permiten" o "se lo digo sinceramente". (Desconfíen, apreciados lectores, de cualquier político que se adorne de esa manera, sea del partido que sea: es muy probable que su conciencia sea la del lobo travestido en cordero). Visitó Yolanda al papa Francisco, aunque no nos ha contado todavía por qué viajó en Falcon oficial y cuánto costó el desplazamiento con séquito, si dijo que era un encuentro privado. También se codeó con Lula, con Boric y con Piketty. En casa, comparte sofá y escenario multicolor con la imputada alcaldesa de Barcelona, Colau, con la que pronto lo estará, Oltra, y con Mónica García, la que dice que las respuestas parlamentarias de Ayuso son mobbing, y menos mal que no las escucha de un hombre porque entonces serían indudablemente machistas. Todo eso, y poco más, es el proyecto redentor de Yolanda, el que te va a ofrecer algo tan importante y extraordinario en política como es su escucha. El proyecto que, con toda seguridad, acabará siendo un apéndice del de Sánchez, un atrezzo necesario para que parezca que hay algo de novedad en medio del caos.

Llega la agenda social. Igual que el postrero Zapatero, acuciado por la crisis, quiso recuperar la iniciativa política promoviendo la vigente ley del aborto y algunas más, ahora se ha decidido que lo mejor para apañar los dieciocho meses que le quedan a la legislatura es volver la mirada hacia esos temas que marcan estilo progresista. Y claro, ninguno tan diáfano como ese del aborto, aunque parece que la verdadera novedad legislativa será que se podrá acceder a bajas laborales incondicionadas en caso de menstruaciones dolorosas. Dicho así, para el común, porque hablar de que puede haber casos de dismenorrea o endometriosis que lo que requieran no sea una baja, sino un abordaje médico integral, es algo que esta gente no parece ser capaz de comprender. Lo que importa es que sepamos que son nuestros benefactores, resolviendo problemas que nunca se atreven a cuantificar. Les importa mucho la salud de la mujer, sí. Aunque si se contara los impedimentos que ese mismo Gobierno pone para que las ciudadanas puedan disponer de tratamientos preventivos para el ictus (primera casa de mortalidad en la mujer), la migraña o la osteoporosis, parecería lo contrario. Otro día lo explico.

El proyecto acabará siendo un apéndice del de Sánchez, un atrezzo necesario para que parezca que hay algo de novedad en medio del caos