Suma y sigue. El peaje en sombra por las autovías del Camino y del Pirineo sigue condicionando de forma muy importante las Cuentas Públicas de Navarra. Los presupuestos del próximo año incluyen para el canon de ambas vías dos partidas por 82,4 millones. Más que el presupuesto destinado para la mejora y mantenimiento del resto de carreteras de la Comunidad Foral. Son 30 millones para la ampliación y mejora de la red viaria, en los que se incluyen casi 10 millones para las obras en los túneles Belate y Almandoz, y otros 35 para trabajos de conservación en el resto de carreteras. Es incluso el doble de lo que cuestan los intereses de la deuda pública de la Administración foral, 42,6 millones.

El lastre principal sigue siendo la A-12, la autovía que une Pamplona con Logroño. Solo en 2023 el Gobierno de Navarra tiene previsto abonar a la concesionaria de la infraestructura 59,4 millones por el uso y mantenimiento de la vía. Un canon anual que Navarra paga desde la inauguración de la carretera en 2007 en función del tránsito de vehículos. Y que a finales de este año sumará ya más de 650 millones de inversión. Si se incluye el gasto previsto para 2023, el Ejecutivo foral habrá sufragado prácticamente el doble de lo que costó su construcción, 389 millones. Quedan todavía diez años más de concesión por lo que, según las estimaciones de la Cámara de Comptos, Navarra podría acabar pagando por encima de los 1.200 millones, tres veces más del coste de las obras.

Abonos anuales de peajes en sombra. JUAN PABLO MASET

La situación es similar en el caso de la autovía a Jaca (A-21), aunque menos escandalosa en cuanto a sus cifras. En este caso, para el próximo año hay presupuestados 23 millones en concepto de canon, por lo que al final del ejercicio se habrá cubierto ya el 90% del coste inicial de la infraestructura. Eso sí, habrá que seguir pagando el canon hasta 2039.

UN NEGOCIO PARA LA INVERSIÓN

La fórmula del peaje en sombra fue una práctica habitual en los últimos Gobiernos de UPN para financiar grandes infraestructuras. Para acelerar su construcción y evitar un gran desembolso presupuestario, se delega la construcción en el sector privado, que asume íntegro el coste a cambio de una concesión por un plazo determinado, que habitualmente oscila entre los 30 y los 40 años. Así se hizo en las citadas autovías y en la primera fase del Canal de Navarra. Para este capítulo están recogidos otros 10,4 millones en los presupuestos del año que viene.

El resultado sin embargo ha sido muy costoso para las arcas públicas, que debe afrontar ahora un desembolso anual que lastra mucho su presupuesto. Y aunque el canon incluye el coste de mejora y mantenimiento, el precio sigue siendo mucho más elevado que el de cualquier otra infraestructura similar.

El peaje en sombra se ha convertido además en un negocio lucrativo para los fondos de inversión que buscan una rentabilidad anual estable y segura por parte de las administraciones públicas. Es el caso de la Autovía del Camino, construida por una UTE liderada por Caja Navarra y que progresivamente fue vendiendo su participación al Grupo FCC. En 2009 la concesión pasó a manos de Infrastructure Panther, un fondo de inversión del Deustche Bank. En junio de 2017, el fondo de inversión en infraestructuras del banco suizo UBS compró al banco alemán la gestión de los 72,4 kilómetros que enlazan Pamplona con Logroño por unos 450 millones.