Tras apenas 40 minutos de discurso, frío en lo económico y más pasional en la defensa de la igualdad entre hombres y mujeres, María Chivite se ha emocionado. Y su voz se ha quebrado en la página 29 de las 30 que ha leído en la sesión de investidura. 

“Soy una firme defensora de la política. De la política como servicio público, de la política útil, de la política de los hechos, pero también de la política que genera confianza porque es honesta. Estos cuatro años he aprendido mucho y quiero seguir haciéndolo desde el honor y la responsabilidad que supone presidir esta comunidad, Con la humildad de quien aspira siempre a mejorar y el agradecimiento a quienes hacen que este proyecto pueda hacerse realidad”, ha dicho con la voz ya emocionada. 

La dirigente socialista, que tiene en la normalidad uno de sus grandes activos políticos ha recordado que “los políticos son equipos”. “Donde hay talento, capacidad, gestión, aprendizaje, desvelos, momentos difíciles, alegrias incertidumbres, logros, errores. Equipos formados por personas que no somos perfectas. Que estamos aquí para dar lo mejor a una sociedad a la que nos debemos”.

Han sido, sin duda, las palabras más emotivas del arranque de la sesión, las que conectaban a la primera presidenta que repetirá cargo desde 2007, a la primera mujer en hacerlo, con toda una vida de aprendizaje y labor política desde las juventudes socialistas a finales de los 90. 

“Espero encontrar en este camino a tanta gente estupenda y dispuesta a colaborar como en la pasada legislatura. Esta sociedad plural que somos me ha hecho creer aún más en Navarra”, ha dicho Chivite, en cuyo discurso no ha faltado, y para concluir, una referencia a un clásico en los discursos socialistas en toda España. “Como decía Antonio Machado, en política solo triunfa quien pone la vela donde sopla el viento. Jamas quien pretende que sople el aire donde pone la vela”.