Juan Luis Beltrán (Pamplona, 1946) es doctor de Derecho, trabajó como jurista en la Administración del Estado, después en la de la CAV, y posteriormente fue letrado del Gobierno de Navarra. Recién jubilado, en marzo de 2018, le llegó el encargo de presidir el Consejo de Transparencia, en sustitución de Pilar Yoldi. Tal y como marca la ley foral en esa materia, fue un nombramiento directo del Parlamento, en este caso a propuesta de Geroa Bai, en la legislatura presidida por Uxue Barkos. El mandato de Beltrán, de cuatro años, ya expiró. y lleva año y medio en funciones. El nuevo Parlamento surgido tras el 28M debe nombrar a cuatro nuevos parlamentarios que se integren en el Consejo y renovarlo. Un momento idóneo para encontrar relevo al actual presidente. Mientras este no se produzca, si la salud le respeta, el veterano jurista se compromete a no dejar a este órgano en la estacada. Porque si algo destila Beltrán es que cree en la necesidad de promover la transparencia, y reconocer y prestigiar el valor de esta. 

Supongo que presidir este Consejo es el tipo de propuesta a la que no se podía decir que no. 

–(Se ríe). Me dijeron que recién jubilado tenía más tiempo para dedicarme a ello, y les dije que sí. 

¿Por qué no nombraron un sustituto cuando su mandato expiró?

–No lo sé. No he hablado con ningún grupo político parlamentario, yo he seguido en funciones, cumpliendo con mi misión, y no lo sé.

Su caso puede empezar a recordar a lo que sucedió al ex-Defensor del Pueblo, Javier Enériz. 

–Que con 6 años de mandato estuvo 9 en funciones. Yo llevo año y medio. Ahora sería un momento, con la renovación de los cuatro miembros del Parlamento, para que se piense también en renovar al presidente.  

Acudió el 4 de octubre por el Parlamento, e hizo una nueva llamada de atención sobre la falta de medios del Consejo. ¿Cree que esta vez su petición no caerá en saco roto?

–La creación del Consejo de Transparencia en Navarra y en el resto de comunidades autónomas estuvo presidida por la moderación del gasto y evitar mayor desembolso público. Y eso es estupendo. Pero ninguno de los vocales del Consejo percibimos retribuciones, ni indemnizaciones, ni dietas, ni nada por nuestro trabajo. Es totalmente gratuito. La secretaria tampoco, es funcionaria en activo del Gobierno de Navarra, directora de Gobierno Abierto. Cobra su sueldo como funcionaria, pero su tiempo dedicado al Consejo de Transparencia es también gratuito, sin complemento retributivo. 

Y cualquier trabajo requiere de unos medios.

–Está muy bien la contención de gasto público, pero que las Administraciones sean transparentes exige tiempo y personas dedicadas a cumplir las obligaciones de transparencia, que son muchas, tanto de publicidad activa como de acceso a la información. Por lo tanto, horas de trabajo de personal técnico por parte de las Administraciones y también de los órganos de garantía que son los Consejos de Transparencia. 

“La transparencia es un elemento esencial para que las Administraciones públicas actúen con integridad, con ética y sin corrupción”

En su caso para vigilar.

–Para evaluar y vigilar, y las Administraciones para cumplir con sus obligaciones. Eso exige bastantes horas de dedicación, sobre todo de funcionarios. Disponer de esos empleados públicos cuesta dinero. 

¿Cuántas personas serían necesarias para dar un impulso al Consejo?

–El Consejo de Transparencia de Andalucía, que sirve a 8 millones de ciudadanos, es potente. Tiene en plantilla, con dedicación plena, a veintitantas personas. En Navarra en cambio somos una comunidad pequeña, de 650.000 habitantes. Nos vendría muy bien que el Gobierno de Navarra adscribiese en comisión de servicio un letrado y un administrativo a tiempo parcial, con 4 horas diarias. Ni tan siquiera a tiempo completo. Con que nos ayudasen a los vocales y a la secretaria a hacer el trabajo nos bastaría, seguramente. Pero nos haría falta como mínimo eso.

¿Y un espacio físico de atención?

–Eso no tanto. Ahora todo es electrónico.

Cuando se ofrece un servicio a la ciudadanía por una cultura de transparencia, el éxito conlleva que haya más requerimientos y consultas.

–Efectivamente. El ciudadano que se dirige a la Administración pidiendo información pública, o reclama al Consejo después porque no le han satisfecho suficientemente su petición, es hoy por hoy de un nivel cultural más bien medio alto. Tiene más conciencia por lo público, y está más interesado por conocer cómo la Administración hace las cosas. El ‘cliente de la transparencia’, por así decirlo, es un ciudadano culto y sensibilizado, que domina plenamente el ámbito digital, por lo que en el cien por cien de los casos se dirige al Consejo por vía electrónica. 

A lo mejor parte de las reclamaciones que podrían ir al Consejo terminan en el Defensor del Pueblo.

–Sí, también recibe reclamaciones o quejas por falta de respuesta de las Administraciones. Se puede ir ahí o al Consejo de Transparencia. La media europea de solicitudes de acceso a información en las Administraciones públicas es de 430 por cada 100.000 habitantes al año. En Navarra en la Administración foral fue de 67 por cada 100.000 habitantes en 2022. Así como en Europa la legislación de transparencia es mucho más antigua, tienen mucha más práctica, formación y tradición, en España es muy reciente. 

“Nos vendría muy bien que el Gobierno de Navarra adscribiese en comisión de servicio a tiempo parcial un letrado y un administrativo”

¿De cuándo?

–La ley estatal es de 2013 y la actual ley vigente en Navarra es del 2018. La primera en Navarra, fue pionera, en 2012. Solo obligaba al Gobierno de Navarra. La actual es para todas las Administraciones navarras. Llevamos solo una década con esta guerra; y se ha avanzado, pero aún nos queda mucho camino por recorrer. 

No solo son batallas de ciudadanos particulares, la transparencia es un acicate y un compromiso que mejora la eficiencia de la Administración. 

–Por supuesto, es destacada por toda la doctrina administrativa y constitucional que ha estudiado sus efectos. Se considera un elemento clave, esencial, en una buena Administración y un buen Gobierno, y en su integridad y ética.

¿También en la ética?

–Sí, ser transparente, decir lo que haces y por qué lo haces preserva enormemente de corruptelas. 

También hay mucha desidia dentro del silencio administrativo, más que afán ocultador.

–Eso enlaza con la falta de medios. Navarra tiene seiscientas y pico entidades locales, entre municipios y concejos, obligadas a cumplir con las obligaciones que impone la ley de la Transparencia. Lo que ocurre es que el 90% de esas entidades tiene muy pocos habitantes, con falta de medios materiales y humanos para cumplir incluso con sus obligaciones como ayuntamiento o concejo. Cuando llega una solicitud de acceso a la información el secretario, que a su vez trabaja para un montón de pueblos de alrededor, está desbordado, da más valor a una solicitud de licencia de obras que presenta un vecino, y pospone la contestación, y como nunca tiene tiempo la solicitud queda sin respuesta. 

Hay quien puede pensar que esto es un requisito más dentro de la burocracia que nos apelmaza.

–Hay también desidia o no quererlo hacer expresamente. Si decides no dar la información porque procede denegarla o inadmitirla tienes que motivarlo, y motivar por qué lo haces exige un esfuerzo intelectual. Es más cómodo el silencio administrativo, la callada por respuesta, y no ponerte a redactar una motivación justificativa. O a veces porque expresamente no se quiere dar esa información.

El Consejo de Transparencia no se reduce entonces al control.

–Para mí la principal función es hacer actividades de formación y sensibilización en esta materia. Siempre hemos procurado cumplir con esa obligación. Antes de la pandemia hicimos tres cursos para empleados públicos, en colaboración con la Federación Navarra de Municipios y Concejos. Durante la pandemia, como no se podían celebrar cursos presenciales, elaboramos un libro de comentarios sobre la legislación de transparencia que publicó el Gobierno de Navarra. De nuevo permitidas las acciones presenciales, celebramos unas jornadas hace dos semanas en colaboración con la Universidad Pública de Navarra. El año que viene continuaremos con cursos de este estilo.  

“El ciudadano que se dirige a la Administración pidiendo información pública o reclama al Consejo suele ser de nivel cultural medio alto”

¿De qué se siente más orgulloso en estos años?

–Más que orgulloso, satisfecho de que he trabajado todo lo que he podido porque creo en la transparencia como un elemento esencial para que las Administraciones públicas actúen con integridad, ética, moralidad y sin corrupción. Estoy muy satisfecho de que en Navarra se vaya poco a poco conociendo esta materia y todo lo que implica. 

¿Tiene esperanza de que esta vez acogerán su petición de implementar una mínima estructura, que tiene toda la lógica?

–Yo lo he planteado en el Parlamento, pero quien nos tiene que poner esos medios es el Gobierno de Navarra, el Departamento de Presidencia. De momento no he recibido ningún mensaje en el sentido de que se va a atender nuestra demanda. Espero que tarde o temprano así sea, en la medida que siga creciendo el trabajo del Consejo, porque haya más reclamaciones y nos metamos más a fondo en la evaluación y control de la publicidad activa, pues ya por fin tenemos una aplicación informática, lo que nos va a dar también mucho más trabajo a los vocales y a la secretaria. 

¿Está dispuesto a seguir si se le requiriese para un tiempo extra?

–Mientras tenga fuerzas y el Parlamento no nombre a otro presidente, voy a seguir en funciones todo lo que haga falta. Sería una pena dejar colgado al Consejo, porque sin presidente mal funcionaría. Estoy dispuesto a seguir mientras tenga fuerza y capacidad.