La crisis interna de UPN no para. El partido regionalista, que ya ve en el horizonte cercano el congreso de abril de 2024, va a cerrar el mes de octubre con un extraño episodio de desobediencia en Azagra y la apertura de un expediente contra varios miembros del comité local del Valle de Egüés, la tercera localidad en importancia de Navarra.

Ni la recuperación de la sigla ni haber salvado un largo ciclo electoral han servido para apaciguar las aguas dentro del regionalismo, todavía más revuelto desde que Javier Esparza anunció a finales de verano que ya no será candidato al Gobierno de Navarra. El anuncio ha abierto la espita de las conjeturas y los reposicionamientos. Hasta el punto de que ha propiciado un mayor descontrol interno que el todavía presidente no es capaz de enderezar.

Pero, pese a todo, Esparza no ha descartado que vaya a volver a presentarse a la reelección interna. De hecho, algunos de los críticos sospechan que movimientos como el de Egüés pueden encubrir un intento para limpiar los comités de las pocas voces discordantes que todavía quedan en el partido y así controlar mejor el congreso de abril en caso de que vuelva a presentarse. 

La semana pasada, el partido, mediante su comisión de garantías y disciplina, citó a declarar a varias personas que en los últimos meses han demostrado no estar de acuerdo con la deriva interna. Entre ellas está Amaya Larraya, exalcaldesa del municipio y que en las pasadas elecciones participó en una candidatura independiente y crítica con UPN. 

La estrategia de fondo

Todavía no se ha dictado ninguna medida y no es descartable que el episodio quede ahí, como una demostración de fuerza de la dirección sobre los críticos con la esperanza de que abandonen y puedan ser sustituidos por fieles al aparato. Controlar los comités es esencial para acudir al congreso con garantías, por lo que algunas voces creen que lo que está intentando Esparza es asegurarse el respaldo de las agrupaciones para sí mismo o para su elegido como sucesor. 

Solo el tiempo y los acontecimientos demostrarán si el de Egüés es un caso aislado o es el primero de una limpia de comités con fines personales. Lo de Azagra es distinto. A principios de mes, a UPN se le escapó la presidencia de la Mancomunidad de la Ribera Alta cuando la tenía en la mano.

En la última votación, y para sorpresa de todos, hubo tres votos en blanco que propiciaron que la presidencia cayera en manos del PSN, que la daba por imposible. Todos los ojos se volvieron contra tres ediles azagreses que, pese a no ser afiliados, concurrieron por UPN. Preguntada por este periódico, la secretaria general del partido, Yolanda Ibáñez, reconoció que se ha puesto en marcha un proceso interno para averiguar lo ocurrido, sin que de momento tampoco haya novedades.

Son los últimos síntomas de que la sangría interna que arrancó en 2020 –tras el congreso entre Esparza y Sayas– continúa deteriorando el día a día del partido. A partir de 2021, se puede cruzar Navarra entera saltando pueblos en los que UPN ha tenido fuegos.

Ni los cambios en la estrategia –la ruptura de Navarra Suma– ni los ciclos electorales han podido aminorar la crisis. Y, vistos los hechos, tampoco parece que un congreso en ciernes vaya a hacerlo.

ALGUNOS FOCOS DE LA CRISIS

Andosilla. A finales de marzo de 2021, los cinco concejales de UPN en Andosilla dimiten para denunciar las maniobras de la dirección regional para hacerse con el comité local y purgar a los que habían apoyado a Sayas en el congreso de 2020.

Villava. El 3 de octubre de 2021, Richard García Palacios, miembro de UPN y cabeza de lista de Navarra Suma, se da de baja en el partido de Esparza. En una carta publicada tres semanas después, se muestra muy crítico con cómo se gestiona el partido.

Berriozar y Berrioplano. Dos militantes de UPN que habían encabezado las listas de Navarra Suma en ambos municipios, Daniel Cuesta y Cristina Recalde, se dan de baja y se pasan al PP para las locales de 2023.

Cendea de Cizur. Como el ambiente interno es tan malo, hay quien prefiere tomar distancia y emprender camino propio. Rafael Ansó, que era alcalde, dice que se “aísla del ruido” y pone en marcha una candidatura alternativa a UPN y PP. No será el único.

Pamplona. Concejales de UPN como Fermín Alonso y María García Barberena dejan UPN y se pasan al PP. Afean que el partido ha sido “rencoroso” con quienes han abogado por líneas alternativas a la de Esparza.

Fustiñana. En la Ribera ocurre más de lo mismo. El que era alcalde de UPN, Sergio Vitas, deja la disciplina regionalista y encabeza el proyecto del PP.

Villafranca. Mari Carmen Segura, parlamentaria de UPN entre 2015 y 2019 y afín a Sayas, pone en marcha Somos Villafranca, una candidatura alternativa, al estilo de lo que hizo Ansó en la Cendea de Cizur.

Buñuel. En el pueblo de Sayas, algunos de sus compañeros cuando todavía estaba en UPN abandonan también el partido y ponen en marcha Buñuel Independiente.

Azagra. Es uno de los últimos episodios raros. Sucedió a principios de mes. Se investiga si tres de los cuatro ediles azagreses de UPN desoyeron a la dirección y votaron en blanco en la Mancomunidad de la Ribera Alta. El movimiento propició que el PSN se hiciera con el organismo a pesar de que la derecha tenía mayoría. Todavía no hay novedades en el episodio.

Valle de Egüés. La semana pasada, la dirección citó a declarar ante la comisión de régimen interno a tres miembros del comité local de Egüés. Los críticos creen que es otra maniobra de la dirección por controlar el organismo de cara al congreso de abril.