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Dimisiones, crisis y desplantes públicos: la corta vida de sobresaltos del PP en Navarra

Los populares navarros no han tenido una fácil implantación en Navarra desde 2008. Han conocido seis presidentes en 14 años. Pese a la última refundación, están lejos de rivalizar cara a cara con UPN

Dimisiones, crisis y desplantes públicos: la corta vida de sobresaltos del PP en NavarraOskar Montero

La vida del PP de Navarra es corta y turbulenta. Desde el principio. Nació en 2008 fruto de una ruptura: la de UPN con los sectores más derechizados que le podían estorbar en su estrategia de acercamiento al PSN.

Le costó mucho implantarse políticamente y vivió dimisiones inesperadas y tensiones con Madrid. Y cuando parecía que volvía para quedarse –tras la aventura de Navarra Suma–, se quedó muy lejos de sus expectativas y no es, a día de hoy, un rival que mire cara a cara a UPN por el espacio de la derecha.

Ahora añade otro elemento: el de la última crisis interna, descubierta a raíz de que el exparlamentario y exportavoz del PP, José Suárez, hiciera público por las redes sociales que deja la militancia popular por discrepancias con el presidente, del que vino a decir que le falta “honestidad, rigor, coherencia y vocación política”. García, en el cargo desde 2022, es el sexto presidente en 14 años, algo que habla de la inestabilidad interna de un partido que no termina de encontrar su sitio aquí.

Dimisiones y desdén

Ya desde el nacimiento hubo tensiones internas. La primera, entre Jaime Ignacio del Burgo y la dirección nacional del PP. El expresidente de Diputación ya había estado al frente del PP en 1990. En 2008, pretendía pilotar la reimplantación de la sigla. Génova, sin embargo, quería otro perfil, no tan gastado. En su lugar escogió a José Ignacio Palacios, que pilotó la constituyente hasta que el primer congreso eligió a Santiago Cervera como presidente. Era diciembre de 2009.

Protagonistas del PP de Navarra desde 2008 y cuatro momentos de tensión: la refundación, la dimisión de Martín de Marcos, las críticas a Beltrán y la marejada interna ahora.

La etapa de Cervera terminó antes de lo previsto. En 2012, dimitió tras haber sido implicado en un extrañísimo caso de supuesta extorsión del que fue absuelto mucho tiempo después. Le sustituyó Enrique Martín de Marcos, que también tuvo un periplo corto: dos años, hasta que en 2014 y por sorpresa dejó la dirección. En su despedida, cargó amargamente contra la dirección estatal del PP, entonces liderada en lo orgánico –con Rajoy en Moncloa– por María Dolores de Cospedal. En su despedida, el presidente saliente denunció recortes presupuestarios para implantar el partido aquí y un trato de desdén generalizado por parte de Madrid.

De la interinidad a la acumulación de cargos

La marcha de Martín de Marcos estuvo sucedida de un gran periodo de interinidad. Pablo Zalba, eurodiputado del PP, fue durante tres años presidente de una gestora. Hasta que llegó Ana Beltrán, que desde el Parlamento dio un paso adelante y ganó el congreso de 2017.

Un año después, Pablo Casado se hacía con la dirección del PP en el Estado y le llamó para ocupar un alto cargo en Génova. Beltrán aceptó sin soltar la dirección de Navarra –algo que estatutariamente no estaba permitido–, lo que le costó críticas internas por cierta dejadez en el cumplimiento de sus tareas en Navarra. Beltrán decidió no presentarse a la reelección y cayó junto con el resto de la dirección casadista. Hoy es senadora por Huesca.

Javier García preside desde 2022 y ha relativizado los síntomas de crisis. Pero es obvio que ahí dentro ocurre algo, quizá potenciado por unos resultados alejados de las expectativas fijadas en 2023, cuando parecía que el PP iba a recortar mucha más distancia con UPN.