Acaba de salir el libro Las guerras culturales globales, publicado por Catarata y coeditado por Celso Sánchez Capdequi, profesor de Sociología que se ha asociado entre otros con la colega mexicana Maya Aguiluz, con tres docentes de la UPNA (Pablo Echeverría, Javier Gil-Gimeno y Sergio García Magariño) y con los catedráticos de esta universidad Vidal Díaz de Rada y Josetxo Beriain. Reunimos a este último y a García Magariño para que hablen de esa batalla cultural cronificada, material sensible en el escenario político y social actual, donde como afirma el propio Beriain emociones hostiles como la ira, el miedo o la agresividad se han exacerbado.
Una realidad en el espacio público
–Josetxo Beriain: La guerra cultural está en los periódicos, en los partidos, en la investigación universitaria... El término comenzó a rodar en Europa entre el XIX al XX, con Bismarck, entonces se hablaba de lucha cultural. Eso llegó a EEUU, hubo una especie de radicalización, que se manifestó en la década de los sesenta con los movimientos contraculturales, con repercusión en Europa. Esta última oleada tiene expresión sobre todo con Trump, que gana primero en 2016 y cuya llegada fue simultánea al Brexit. Apareció la proa del movimiento populista que se irradió por distintos sitios con diferentes características.
“Hemos pasado de la sociedad dromedario, con un conjunto de reglas para todos, a la sociedad camello, con dos jorobas”
–Sergio García: Yo he analizado la polarización política, afectiva y cognitiva que se da. Se han exacerbado las estrategias de marketing político para ganar electorados dividiendo a la gente. En los años sesenta los Republicanos y Demócratas en EEUU eran casi iguales. No se podían diferenciar. Para poder ganar votos surgió la idea de polarizar, tratar de generar afectos en los votantes más que razones. Esa estrategia movilizadora se ha demostrado extremadamente efectiva, pero el hilo de la cohesión social empieza a fracturarse. Hay dos claves. La maquinaria técnica para polarizar ha alcanzado niveles de sofisticación jamás conocidos antes, con la IA, las redes sociales, las estrategias de comunicación digitales o el uso de los datos para perfilar votantes. La capacidad de polarizar y de ser efectivos con ese proceso es muchísimo mayor. Como llevamos mucho tiempo con estas tendencias, se está produciendo una radicalización de organizaciones y de individuos que empiezan a rozar la justificación del uso de la violencia con fines políticos. En EEUU ha sido muy claro. Un país donde la libertad de expresión está blindada y el derecho a portar armas también. En Europa se había visto la polarización como algo casi hasta saludable, que moviliza a la gente y si no se adormece. Pero ahora vemos que la cohesión social empieza a estar en entredicho y se cuestiona el marco democrático.
El consumo emocional de contenidos nos influye
–Josetxo Beriain: En la Guerra Fría había un cierto consenso, tanto en la derecha como en la izquierda, en un conjunto de reglas, en una forma de funcionamiento político. Hoy día el problema es que eso no se asume, hemos pasado de la sociedad dromedario, con un conjunto de reglas para todos, a la sociedad camello, con dos jorobas, unos grupos prosistema y unos antisistema. Dentro de los que apoyan a Trump hay gente muy radicalizada, que en cualquier momento te toman el Capitolio como hicieron en 2020. ¿El atentado que sufrió Trump? Eso radicalizó las emociones.
–Sergio García: Que la sociedad se haya vuelto más hacia los afectos dificulta un proceso de información legítimo y saludable, porque si lo que importan son las emociones y no las razones no me importan los hechos, que es un poco lo que suele pasar con los discursos populistas. Sin duda la secularización juega un papel en eso, otro factor es que el capitalismo de consumo se basa en potenciar emociones para que rápidamente puedas consumir. No solo productos materiales, sino ideas, partidos políticos, ideologías...
“La maquinaria técnica para polarizar ha alcanzado una sofisticación jamás conocidos con la IA, las redes sociales, la digitalización o los datos”
El reto del periodismo de hoy
–Sergio García: En paralelo, la sociedad cada vez se quiere informar menos porque la manera en la que lo hace no le satisface. Parece que esa desafección mediática tiene que ver con la manera en que los medios presentan la información, porque también intentan explotar las audiencias. Eso está haciendo que cada vez más gente decida no informarse. Cuando quieren hacerlo, y esto afecta más a los jóvenes, es a través de las redes sociales, otro elemento que ha irrumpido en la escena, donde no hay mediadores profesionales. El periodismo si tiene un papel que jugar en esta época es el tratar de discriminar lo verdadero de lo falso y publicarlo. Las organizaciones mediáticas que buscan maximizar las audiencias y sus ingresos, han ido cada vez alejándose de su deber moral de informar a la sociedad para encontrar audiencias. Así que son parte del problema.
–Josetxo Beriain: La Escuela de Frankfurt, con Adorno o Horkheimer en los años cuarenta, decía que los periódicos son mecanismos de ilustración de masas, para crear opinión pública, que permitan a la población tomar decisiones. Un eslabón importante de la modernidad tal y como la entendemos. El problema está que los medios no son tampoco ajenos a ese fenómeno de espectacularización. La sociedad del espectáculo, de Guy Debord, escrito en 1967, poquito antes del fenómeno del 68 en Francia, sigue teniendo enorme vigencia. Baudrillard lo llamaba ‘la creación de simulacros’. ¿Cuál es el combustible que se utiliza para esto? El juego con las emociones. El problema es que hoy están planificadas políticamente. No es como ocurría en las sociedades tradicionales, que hacían un ritual, y de aquello emergía una efervescencia colectiva, y la sociedad se reafirmaba a sí misma. Hoy día políticamente hay unos inductores e inyectores, como cuando quemas gasoil, que activan un tipo de actuación. Yo creo que hoy la política en buena medida ha venido a sustituir la gran función de control y de integración social que tenía la religión. Los políticos, el aparato político, han absorbido tal importancia, que han desplazado otras cuestiones.
¿Quién polariza a quién? Las redes en el foco
–Sergio García: Parece que en los últimos años el discurso político está más polarizado que la sociedad. Eso significa que claramente desde las élites políticas se está intentando esa polarización, y lo mismo pasa con las redes sociales. El discurso ahí está más polarizado que el que acontece en la vida real. También el clima cultural de la posmodernidad, donde cada uno está pensando más en consumir y en ganarse la vida. Se han roto lazos, y no nos importan tanto las cuestiones racionales, eso favorece la manipulación.
–Josetxo Beriain: En el libro hay un artículo muy interesante de Zhang Jingting y Chen Chen sobre China, dos investigadoras con las que trabajamos. Ninguna guerra cultural es igual a otra. En EEUU el talón de Aquiles es el no haber podido integrar todavía al colectivo afroamericano. Después de la abolición del esclavismo por Lincoln, después de los derechos civiles con Luther King hoy mismo aún sigue habiendo un gravísimo problema con los afroamericanos. Aquí en cambio el factor de división importante es el centro y la periferia. Fíjate qué lío terrible tenemos desde 2017 con la declaración unilateral de independencia del Gobierno de Catalunya. Eso ha creado a Vox, fundamentalmente como grupo. En Francia el conflicto es distinto, se da sobre todo entre la defensa republicana de la laicidad, representada por ejemplo actualmente por el Gobierno de Macron y las reacciones del sector radicalizado del islam, y luego, como efecto péndulo, el de sectores de derecha con Le Pen. En Alemania la gran división se establece entre este y oeste. Entre el este que considera que no ha sido atendido después de la caída del Muro de Berlín, que ha sido dejado al pairo. La diferencia entre el este y el oeste es brutal ahora mismo. No solo en lo económico, sino en lo político y en lo cultural. Las guerras culturales tienen perfiles nacionales, pero se han hecho globales y hoy día los tres contendientes fundamentales son el nacionalismo cristiano americano, el tecnonacionalismo chino y el nuevo nacionalismo imperialista ruso.
“El combustible de la sociedad del espectáculo es el juego con las emociones, el problema es que hoy están planificadas políticamente”
–Sergio García: Ese cambio de orden global sin duda está afectando. Después de la Segunda Guerra Mundial EEUU emergió como la gran potencia. Algunos dicen que hemos cambiado totalmente hacia un mundo multipolar inestable. Creo que eso no ha llegado a cuajar, es verdad que hay otras potencias emergentes, pero EEUU sigue siendo la principal potencia militar, por ejemplo. Económicamente China no ha llegado a reemplazarle. Lo que creo que está claro es que el orden actual está en declive, y el papel de Estados Unidos se está poniendo en cuestión, y el comportamiento que precisamente tienen sus representantes políticos indica un clima cultural de declive. Creo que cuando uno va allí lo percibe, no solamente en sus representantes, sino en la misma sociedad. Ese sería el contexto global donde se produce todo esto. Por otro lado, el mundo islámico ha vuelto a estar presente entre nosotros, y hay también una pugna sobre quiénes somos y cuál es el papel que juega el islam aquí, que tiene que ver también con el papel que ha jugado Irán, Arabia Saudí, el mundo chiita, los Emiratos Árabes. ¿Hacia dónde vamos y cuál va ser el resultado? Creo que no está claro, en ese conjunto de incertidumbres es donde se mueven todas estas cuestiones nacionales de las que estamos hablando.
El tecnooptimismo que rezuma China
–Josetxo Beriain: China tiene un motor económico impresionante. Acabo de estar allí dos semanas, en Shanghái fundamentalmente. Hoy día es un centro de inteligencia artificial equiparable a Silicon Valley, impresionante. Shanghái es una ciudad con 25 millones de personas, como Ciudad de México o Tokio. Ves una actividad económica imparable. El mercado capitalista funciona, pero además hay un tecnooptimismo. Creen que a través de la ciencia y la tecnología pueden tener el liderazgo mundial, y lo están haciendo pacíficamente. Nosotros hemos usado soft power pero también hard power. Estados Unidos ha intervenido militarmente, fíjate en Irán ahora. Afortunadamente la respuesta de Irán de momento ha sido inane, pero le puede dar por intervenir a través del suicida bomba y es terrorífico, y ya lo ha hecho antes. Los chinos tienen además un gran motor cultural, que no procede únicamente del maoísmo, es anterior, es el confucionismo. Una filosofía pública de hacer las cosas con arreglo a la virtud. De ahí la expresión ‘trabajo de chinos’, una forma de actuar, una ética de hacer las cosas bien, equiparable un poco a la ética protestante en el siglo XVII y XVIII en Europa.
–Sergio García: El comunismo lo había desechado y ahora lo han rescatado.
–Josetxo Beriain: El comunismo se había fijado en repartir, pero el problema es que para repartir tienes que crear riqueza. Es lo que aquí el PP también dice, yo en eso estoy de acuerdo. Creo que China va a dar muchísimo que hablar, lo están haciendo pacíficamente, han llegado a la convicción de que el dragón ha despertado. Se han dado cuenta de que son más de 1.400 millones de personas. No solo es un estado nación, es una civilización. Tienen poder para influir geopolíticamente en el mundo, y no han actuado militarmente. Lo de Taiwán está ahí, pero no les podemos reprochar que hayan usado hard power, bueno, en el Tibet quizás sí.
¿Es posible pacificar la actual dinámica?
–Sergio García: Se lograría mucho si los estados convinieran cómo reestructurar la arquitectura institucional global. No hay un sistema de gobernanza global efectivo, precisamente por los cambios geopolíticos producidos. Las crisis en los últimos años, cada vez más cercanas unas de las otras, son ventanas de oportunidad para hacer esa reforma que permitiría un sistema de gobernanza para un mundo pacífico. Las guerras, que son lo más antiguo que tenemos, que parecían algo bárbaro, son más actuales que nunca. Tiene que haber un cambio estructural, pero también de conciencia individual. De ahí el papel de la educación y los medios en poder formar a la nuevas generaciones en los valores de la convivencia, el trabajo en equipo, la escucha empática. También la clase política puede promover políticas públicas en esa dirección. Y nosotros como academia, la sociedad civil y sus organizaciones... Aunque parezca un ideal, los ideales son movilizadores, y con estrategias políticas y sociales esto es reversible. Se puede reconocer una serie de problemas, hay vías de acción colectiva para el cambio social pacífico. La idea es cómo fomentar todo eso.
“Ahora vemos que con la polarización la cohesión social en Europa empieza a estar entredicho y se cuestiona el marco democrático”
–Josetxo Beriain: Cometeríamos un gran error si identificamos globalización con occidentalización, que es lo que se ha venido haciendo prácticamente hasta ahora. Creo que la globalización va a continuar, pero como occidentalización se ha roto. EEUU no es el modelo que emergió tras la Segunda Guerra Mundial como una copia que se puede vender a todos. Pero eso no significa que se interrumpa la producción económica, el intercambio, la circulación de élites, eso es imparable. Todavía no ha surgido ese pegamento cultural que permita a los distintos coexistir, pero creo que se está gestando ya de alguna manera.
–Sergio García: Y la religión ha jugado históricamente ese papel, puede resurgir como motor de cambio social. Hoy algunos de los analistas de relaciones internacionales más reputados están convencidos de que la globalización ha terminado, usan datos ciertos. Si tú solo analizas el número de exportaciones se ha reducido en los últimos años, pero estamos ante un momento de síntesis, por utilizar los términos de Hegel, con una globalización mejor informada y más racional donde se vuelve anclar la vida social también en lo local, pero al mismo tiempo mundializada.
JOSETXO BERIAIN RAZQUIN
- Catedrático de la UPNA. Nacido en Idiazabal (Gipuzkoa), en 1959. Trabaja en el departamento de Sociología y en I-Communitas, el Instituto de Investigaciones Sociales Avanzadas. Ha participado en el ensayo analizando el cambio de las emociones en la sociedad moderna.
- Política y religión. A su juicio, la política “en buena media ha venido a sustituir la gran función de control y de integración social de la religión”. Y destaca el nuevo ‘soft power’ que impulsa China.
SERGIO GARCÍA MAGARIÑO
- Profesor de la UPNA. Imparte Ciencia Política y Sociología. Nacido en San Sebastián en 1978, en el ensayo ha escrito sobre la conexión entre la polarización y la radicalización violenta en Europa y en Estados Unidos.
- Polarización. Advierte de que ahora la capacidad de polarizar con efectividad es “muchísimo mayor” que antes, en un contexto donde el capitalismo se basa en “potenciar emociones para que rápidamente puedas consumir productos, ideas o ideologías”.