Las aguas de la sierra de Andia caen hacia el sureste a través del barranco de Artazulo, una agreste escotadura de roca que alberga un nacimiento fluvial muy original, el del río Udarbe. Su auténtico caudal no se deja ver hasta el manantial de Arteta, nacedero espectacular que desde 1895, junto a las aguas del Arga y del manantial de Subiza, hidrata Iruñea a la vez que pone un magnifico broche natural al cañón. Ladera abajo nos internaremos en el cañón por su zona más baja, desde Ulzurrun, para llegar al paraje impresionante donde, el agua subterránea, que discurre por la roca calcárea, surge creando el mencionado nacedero.

Olvídense de recorrer el interior del barranco que el río Udarbe ha creado. Es profundo y secreto, visible a los ojos de las águilas culebreras y buitres leonados; y sólo asequible a los más expertos aficionados al barranquismo por su gran dificultad técnica. Pero eso no impide que nos acerquemos a uno de los parajes más hermosos de su cabecera, la cascada que crea junto al pueblo de Aizpun gracias a la regata de Aranea

Para ver este espectáculo natural basta con ascender al núcleo urbano, altiplanicie de sereno paisaje agrícola que en nada augura como la tierra se va a quebrar ante nuestros pies en apenas unos pasos.

Ascendemos a Aizpun, en el piedemonte de la sierra de Andia y el centro del valle de Goñi, y tras visitar su iglesia de San Pedro, y disfrutar con sus notables viviendas como el palacio torreón y lo que queda de una torre medieval, frente a la iglesia, comenzamos a caminar por la carretera en dirección a Goñi.

En el indicador del punto kilométrico 14 de la carretera NA-7030, a la derecha, divisamos una portilla ganadera. La traspasamos para tomar un pequeño sendero que desciende hacia una discreta vaguada, donde cruzamos uno de los primeros aportes hídricos del cañón. Este ya se comienza a vislumbrar desde los primeros pasos hacia la derecha por los roquedos que asoman entre la espesura vegetal. Bosque de encinas y los recios arbustos de su sotobosque van a ser los principales compañeros de camino que sigue pequeñas sendas sobre las lajas de roca a modo de anfiteatro

El manantial de Arteta abastece de agua a la Comarca de Iruñea. JUAN CARLOS MUÑOZ ROBREDO

Desemboca en una pista, antaño de uso ganadero y hoy de extracción de madera. Podríamos haberla tomado desde la misma carretera, un poco más delante de donde nos desviamos, pero nos hubiésemos perdido esa sensación casi secreta de penetrar por sendas poco transitadas. En breve desciende al fondo de otro pequeño barranco tras el que pasamos a la ladera opuesta. Su orientación norte y las grandes rocas que asoman como grandes lajas de piedra similares a un hojaldre inclinadas hacia arriba -caminamos sobre un anticlinal o pliegue del terreno que se levanta en curva convexa- son territorio predilecto de hayas y grandes ejemplares de robles

Apenas hemos descendido unos metros cuando un discreto cairn o montón de piedras indica la desviación de la pista. Una estrecha senda en descenso pronunciado nos adentra en un mundo selvático con troncos cubiertos de espesas mantas de musgo para acercarnos a la caída que el arroyo Aranea realiza para incorporar sus aguas -discurren sólo en época de lluvias- al cañón. La cascada de Aizpun con su poza componen un pasaje muy hermoso y solitario rodeado de hayas. Podemos pasar detrás de la cortina de agua, pegándonos a las lajas de roca.

De regreso al pueblo, tomamos el coche y bajamos por carretera hasta Ulzurrun, en el valle de Ollo, a cuya entrada está señalizada la dirección al manantial de Arteta.

Es muy recomendable visitar su centro de interpretación para conocer cómo circula el agua por el interior de los farallones de roca que confinan el valle. Es la espectacular salida que exhibe el manantial de Arteta, que recoge las aguas de escorrentía de una superficie de roca aproximada de cien kilómetros cuadrados.

Una pista asfaltada conduce hasta el manantial con vistas a la cascada, pero antes cruzaremos otro curso de agua, la parte que se ha dejado discurrir naturalmente por el tramo final del cañón de Artazulo. Una pista sobre el lecho del cauce se adentra medio kilómetro en el desfiladero y permite disfrutar de un espectáculo de roca. Las encinas sobre los canchales en la ladera soleada y las hayas en la umbría se aferran en las abruptas laderas que descienden hacia el barranco. En la orilla son los sauces, fresnos, arces y avellanos los que se buscan hueco para crecer entre la piedra y el agua. 

La pista desemboca en un pequeño sendero que culmina en un circo de roca donde el agua se precipita durante los momentos del año con más agua tras recoger desde su cabecera las aguas que hemos visto además de las del barranco de Lizeba -no siempre con agua-.


Ficha práctica

  • Tipo de recorrido: Ida y vuelta, dificultad baja.
  • Punto de partida: Aizpun, valle de Goñi. Llegada a Ulzurrun, en el valle de Ollo
  • Distancia: 4,1 kilómetros en la cabecera del barranco y 1,2 kilómetros en el manantial de Areta.
  • Tiempo: 2 horas para el primer recorrido, 1 hora para el segundo.
  • No te puedes perder: Dar un paseo por el valle de Ollo y descubrir la historia y el encanto de sus pueblos por el sendero balizado de 18,8 kilómetros que lo recorre. Con una dificultad baja, conlleva una caminata de cinco horas, si bien podemos recorrer sólo alguna de sus etapas. Veremos las salinas o saleras de Arteta, una antigua explotación salinera recuperada que se basa en el rico sustrato salino del valle –de hecho, es un diapiro o material más blando y de origen marino que surge en la superficie con la rotura y erosión de los materiales calizos más duros que estaban encima–. Avistaremos a uno de sus habitantes alados más llamativos, el alcaudón dorsirrojo que posado en lugares altos explora el territorio en busca de sus presas, grandes insectos y pequeños pájaros, así como lagartijas y ratones de campo. Ave migratoria, en invierno no es posible verlo.


RUTAS POR EUSKAL HERRIA

NAVARRA Barranco de Artzazulo

Del libro Rutas a foces, gargantas y desfiladeros de Juan Carlos Muñoz y Mar Ramírez

Editorial: Sua Edizioak