Joe Biden, expresidente de EEUU padece cáncer de próstata. Tras experimentar un aumento de síntomas urinarios, el viernes se le diagnosticó esta enfermedad con una puntuación de Gleason de 9 (Grupo 5), acompañado de metástasis ósea.
El cáncer de próstata es una de las neoplasias más comunes en hombres, especialmente a partir de los 50 años. En un porcentaje no menor de casos, este tipo de cáncer se detecta ya en estado metastásico, es decir, cuando las células tumorales se han diseminado más allá de la glándula prostática. Esta forma avanzada de la enfermedad implica un abordaje médico diferente y un pronóstico más complejo.
El sitio más habitual donde se disemina el cáncer de próstata es el hueso. Las metástasis óseas pueden provocar síntomas significativos como dolor persistente, especialmente en la columna, la cadera o las costillas, además de debilidad general, pérdida de peso y en algunos casos, síntomas inespecíficos como molestias digestivas que simulan una gastritis. Estos signos deben alertar a los médicos y pacientes sobre la posibilidad de un cáncer avanzado.
El diagnóstico del cáncer de próstata comienza con una prueba de sangre para medir el PSA (antígeno prostático específico). Un valor elevado de PSA no confirma el cáncer, pero sí sugiere la necesidad de realizar una biopsia prostática para obtener un diagnóstico definitivo. Si la biopsia confirma la presencia de células malignas, se realizan estudios de imagen como resonancia magnética, tomografía computarizada o gammagrafía ósea para determinar si el cáncer se ha diseminado a ganglios linfáticos, huesos u otros órganos como el hígado.
Diferenciar entre una carga metastásica alta o baja
Es fundamental diferenciar entre pacientes con carga metastásica alta o baja. La carga metastásica alta se refiere a una mayor cantidad de focos tumorales diseminados, lo que implica un pronóstico más reservado y una estrategia terapéutica distinta. Esta distinción ayuda a los médicos a definir el riesgo y elegir el tratamiento más adecuado.
A diferencia del cáncer localizado, que puede tratarse con cirugía o radioterapia dirigida, el cáncer de próstata metastásico requiere tratamientos sistémicos, es decir, terapias que actúan sobre todo el cuerpo. Entre ellos se incluyen la terapia hormonal (bloqueo androgénico), la quimioterapia y, en algunos casos, tratamientos dirigidos o inmunoterapia. Estos enfoques no tienen como objetivo la curación definitiva, sino el control de la enfermedad, con la intención de cronificarla y mantener la calidad de vida del paciente durante el mayor tiempo posible.
Los síntomas iniciales
Los síntomas iniciales del cáncer de próstata, como dificultad al orinar, chorro débil o entrecortado y sensación de vaciado incompleto de la vejiga, pueden estar presentes tanto en etapas tempranas como avanzadas. Sin embargo, la aparición de síntomas sistémicos como los óseos o la pérdida de peso indican una progresión de la enfermedad.
Es posible controlarlo
En resumen, el cáncer de próstata con metástasis representa una forma avanzada pero tratable de la enfermedad. Gracias a los avances en los tratamientos sistémicos, hoy en día es posible controlar su progresión y mejorar significativamente la calidad de vida de los pacientes. La detección precoz sigue siendo clave, por lo que es importante realizar controles regulares, especialmente en hombres mayores de 50 años.