El encierro en Pamplona lo corren seis toros bravos y lo comenta Solano. Así ha sido desde 1988, con un pequeño parón en 2010, 2011 y 2012 por discrepancias entre cadena y presentador. Hasta este jueves. La voz del encierro ya no estará al frente de la retransmisión de TVE –irá como invitado– y los días previos le paraban por la calle: “No va a ser lo mismo... ¿pero qué vamos a hacer sin ti? “Jodé, pues como siempre, poner la tele y ver el encierro”, respondía tranquilamente. Aunque era solo una pequeña parte de su trabajo y ha cubierto tantos encierros como plenos del Parlamento, tiene claro que “me moriré siendo el de los encierros”.

Javier Solano despidió a los Miura el 14 de julio de 2019 con un “hasta el año que viene”. “Y no hubo año que viene”. En febrero de 2021 se jubiló. “Cuando esté ahí pensaré, ‘tendría que estar delante de los 30.000 vatios de luz’. Pero llevamos dos años de parón, para recordar antiguos encierros lo veo más lejano. Ya me he hecho a la idea y ya no quiero. Siempre echas de menos, pero también echo de menos correr. Eres consciente de que hay una etapa que se acabó, y se acabó”. Tampoco se plantea volver a la carrera. “Aunque sea te quedas en un portal”, le pincha uno de sus dos hijos. “Y no, porque si vas a la calle estás poniéndote en peligro igual. Nunca sabes en qué momento ese toro se resbala, se levanta, te mira y tienes que empezar a correr. No, no...”. Lo tiene claro.

Solano, en julio de 2019, los últimos Sanfermines en los que comentó los encierros.

Solano, en julio de 2019, los últimos Sanfermines en los que comentó los encierros. Javier Bergasa

Trayectoria profesional: “Corredor en excedencia”

Corredor desde los 15 años, en cuanto acabó el curso de 1982 Solano saltó de profesor de inglés a periodista en el recién nacido Navarra Hoy. “Ahhh, ¿pero tú eres corredor? Pues te haces el encierro”, le dijeron nada más aterrizar. Se ponía delante de los toros y corría después sin ellos hasta la enfermería de la plaza para hacerse con el parte de heridos. Y de ahí a escribir un periódico completo que salía a la calle esa misma mañana. En televisión le sucedió igual. Primeros Sanfermines, y al lío. “Si hubiera sabido bucear, me dan un programa de submarinismo. Así son las cosas. Entiendes de eso, pues venga”. Ahí terminaron sus días como corredor. “Simbólicamente, cambié el periódico enrollado por el micrófono. Y mi mujer encantada, claro”. Se definía como “un corredor en excedencia” que solo se pudo desquitar a comienzos de los años 90, cuando al alcalde Alfredo Jaime se le ocurrió celebrar encierros en San Fermín Txikito. En uno se fue al suelo y los mansos le pasaron por encima. “Aquel día fui el único herido de la Cruz Roja”, se ríe.

Mucho ha cambiado el panorama audiovisual desde 1982, primer año en el que Televisión Española hacía un directo más o menos completo del encierro con 7 cámaras. Este 2022 son 30. Solano debutó en el asiento del copiloto del camión de la unidad móvil, sus escasos apuntes sobre el volante y “dos dedicos” de la ventanilla bajados para que entraran cables. Seguía la carrera en una pantalla en blanco y negro no más grande que una tablet, suficiente para explicar si aquel bicho miraba más de la cuenta a los corredores, el porqué de un montón, etc. “El comentarista no tiene que contar lo que pasa en la calle, eso ya se ve. Tienes que contar qué ha pasado para que eso suceda y adelantar qué puede pasar. El conocimiento del tema es importantísimo para que te quede una cosa completa y bien. Es lo que siempre he querido, que el espectador entienda qué está pasando”.

Como es una enciclopedia andante de la carrera, solo apuntaba en un papel el nombre de los toreros de la tarde, con la tranquilidad de llevar la tarea aprendida de serie. “Para eso no te puedes preparar. Lo sabes o no lo sabes”. Y si aparecía con afonía porque la noche se le había juntado con el día, un par de Ducados antes del directo y asunto resuelto. A Solano le ha tocado de todo; perder la conexión de su monitor y recuperarla a 20 segundos del encierro o comentar la jugada como si nada mientras a escasos metros, dentro del perímetro vallado de la televisión, un tipo hasta arriba amenazaba a los de seguridad con un cuchillo. “Es que son Sanfermines, puede pasar de todo”.

Solano, homenajeado por familiares y amigos en 2015, cuando cumplía 25 años como comentarista. Javier Bergasa

Con los años cambió el camión por un set y la cosa se puso seria a partir de 2007. Sogecable tenía los derechos en exclusiva de la Plaza de Toros y Cuatro decidió entrar también al encierro. Con competencia directa “lo que había sido una retransmisión más o menos correcta y humilde, con el 90% de gente de Pamplona, se convirtió en otra cosa, con un despliegue enorme de medios”. Claro que tiene su recompensa, con un 80% de audiencia para una carrera que, calcula a ojo el presentador, siguen en el mundo unos 80 millones de personas. “Tienen tal atractivo visual que no hace falta ser aficionado. Te quedas pegado a la pantalla. Primero porque es muy corto, pasan muchas cosas y sobre todo porque está flotando siempre el fantasma de la tragedia”. También por eso participa la gente. “Si fueran vaquillas emboladas nadie madrugaría. Corres por el riesgo potencial de que un toro te puede matar moviendo la cabeza. Asumes ese riesgo personalmente porque te da la real gana, y vienes por eso. Si no, sería como coger la villavesa”. 

El encierro: “En su cenit de popularidad”

Solano asegura sobre la carrera que “nunca ha habido tanta difusión y espacio por parte de los medios. Tiene un interés gigantesco. Está en su cenit de popularidad absoluta y de participación. Ya no es el encierro de Pamplona, es el encierro en Pamplona. Este es el escenario, pero ya se nos ha ido de las manos a los pamploneses, somos minoría”. Y nunca “se ha corrido tan bien, con lo difícil e incómodo que es. En los años 60 para la mayoría el encierro era una forma de acabar la noche. Ahora hay cientos de tíos preparados exclusivamente para eso, han dormido, están espabilados... Les puede salir bien o mal, porque no hay sitio para todos. Pero hay muchísima mejor preparación que nunca”. 

También habla de la “pelea” entre Ayuntamiento y Meca, “responsables del asunto y que quieren que cuanto más rápido mejor y si no pasa nada mejor”, frente a espectadores y corredores, que piden “vidilla. No muertes, pero que tenga picante, que la manada se parta...”. Con la eficacia de cabestros, antideslizante y unos toros que cada vez vienen más entrenados, Consistorio y Meca van ganando y están “encantados”. “Todo eso ha hecho que el encierro sea más previsible. Los ocho de 2019 son idénticos, y antes eran muy variados. Han ganado en seguridad, pero desde el punto de vista del espectáculo ha perdido”. Pero sigue siendo imprevisible porque “por mucho que pretendas controlar cómo va a ser la carrera, son animales salvajes y harán lo que quieran”. 

Por último, recalca que el encierro “va ligado a la corrida. Si desaparece la corrida por una directiva europea, o porque va languideciendo de interés, el encierro desaparecería. La alternativa es decir, ‘que haya encierros, pero sin corridas’. Pero nadie va a criar toros si no se van a vender. Sin corridas no habría toros. ¿Para qué? ¿Para un zoológico? Desaparecería clarísimamente la raza de lidia”.