La cuesta de Santo Domingo se ha llenado de nervios, ilusión y adrenalina. Centenares de niños y niñas con periódico en mano esperaban ansiosos la salida de los ochos toros. Al término del cántico al santo y con la explosión del cohete, la multitud sabía que tocaría correr. Y así ha sido. A grito de “Gora San Fermín!”, la cantera no ha dudado en dejarse la suela del zapato para no ser herido por asta de toro.

Era tal el temor de algunos txikis que varios se han lanzado a los brazos de los aitas como koalas, y otros directamente se han echado a llorar. No es el caso de Diego Zoco. Al pamplonica de 11 años le gusta estar en toda la faena, cogiendo el toro, incluso, llamando la atención del animal dándole toquecitos con el periódico.

“Aunque me haya tropezado, me lo he pasado genial”, afirma el valiente. La misma suerte corrió su hermano pequeño, Pablo Zoco de 8 años. “Me he hecho un poco de daño en el pie porque me he caído al suelo, pero para ser nuestra primera vez, ha merecido mucho la pena”, confesó entusiasmado.

Los niños, niñas y sus padres sueltan toda la adrenalina detrás de los toros.

Un sentimiento que comparten los más mayores de la casa, que desde la barandilla con gafas de sol y refresco en mano observaban como los suyos disfrutaban de la calurosa mañana. Los aitas orgullosos no paraba de alentar, incluso, había alguno que les invitaba a que se acercaran más donde los toros. María Martínez prefería prevenir, de ahí que en varias ocasiones insistiera a sus hijos que tuvieran cuidado, que en caso de caída acudirían a la Cruz Roja. “Me emociona ver que todo haya vuelto a la normalidad. Después de dos años, por fin los txikis pueden disfrutar con libertad”, dictó José González, padre de Miren.

Noelia Blanco, familiar de Jon, aprovecha para recalcar el evento. “El lunes tuvimos la ocasión de acercarnos a ver el ambiente y nos flipó. Por eso, hoy no hemos dudado en participar . ¡Qué bonito es verles disfrutar!”, subraya.

Y es que el encierro txiki es de los pocos acontecimientos donde la edad no importa. A la cuesta de Santo Domingo todo el mundo es bienvenido, de ahí que el encierro se repita cinco veces. En las primeras dos los aitas son bien recibidos y en los otros tres, el speaker recomienda que sean los txikis los únicos protagonistas de la emblemática cuesta. “A mí me encanta la espera. Sentir esa adrenalina cuando sabes que en cualquier momento van a salir los toros”, reconoció Uxue Marcos, natural de Pamplona. Su hermano y su amigo, Jon Marcos y Oier Andion, en cambio, prefirieron destacar el ambiente, esa unión que se crea entre padres e hijos.