La noche del día 12 se volvió a llenar del ruido de tambores, bombos, txistus y silbidos. Dos años después, los integrantes del Struendo volvieron a reunirse en la puerta de Casa Marceliano para recorrer las calles del casco viejo de Pamplona.

Cada uno con sus instrumentos, desde bombos y tambores hasta sartenes.

Los instrumentos, repletos de pegatinas por cada uno de los años que llevan tocando juntos, eran reflejo de la historia y los años que los unen. “Llevamos casi cincuenta años, desde 1975”, contaba Patxi.

El característico bombo de los ‘Struendistas’.

“No me atrevería a decir que este año es más especial. Al final, es un Struendo más, el pasado pasado está. De todos modos, yo estos años cogía mi tambor en casa y le metía un buen meneo”, explicaba Alberto mostrando el cariño y apego que siente hacia este acto.

“Nos gusta porque es muy informal. No se atiene a ningún tipo de norma. Tocamos acompasados, en plan de juerga, con ganas de respetar a los demás y con ganas de que nos respeten también”, sostenía Jose María explicando qué es lo que hace que el Struendo sea tan especial.

“Este año queremos hacer mención especial a Ber y Eduardo, que por desgracia ya no están con nosotros y eran Struendistas totales. Y por supuesto a Don Javier Echarte, el alma mater, que le pueden las ganas pero hoy no ha podido estar aquí”, comentaba Alberto recordando con cariño y aprecio a sus compañeros.

Cualquiera que pasase por allí podía unirse al acto y participar con su tambor y bombo, o incluso con un silbato o una sarten.

Minutos antes de que el acto comenzara, Jon se encontraba ya colocándose su tambor y preparánose para tocar. “Es un plan un poco familiar. Todo el mundo te saluda, hay buen ambiente, y si tienes ganas te vas a echar un pote con esta gente. Nos gusta celebrar Sanfermines más allá de lo que el Ayuntamiento programa”, señalaba.

A pesar de que por la mañana del martes se celebró el Struendo Txiki, los más pequeños también se acercaron a curiosear y tocar sus pequeños tambores. “Me gusta el Struendo porque me gusta mucho tocar el tambor y aquí no hace falta tocarlo bien”, contaba Guillermo de seis años de la mano de su madre.

Acompañados por su característico bombo verde y rojo, el acto comenzó con un pequeño chupinazo mientras la música de los txistus acompañaba la escena. El cohete se lanzó al grito de “dos años después, este Struendo va por ellos”.

Los asistentes comenzaron su recorrido subiendo Santo Domingo acompañados por una pancarta que decía sin suvención, “sin b” como querían recalcar los Struendistas. Las calles de la ciudad pronto se llenaron de música, ruido, y mucha ilusión.