La Feria del Toro volvió en 2022, después de dos años sin fiestas ni toros a causa de la pandemia del Covid, con buenos resultados. Mejor en lo que corresponde a la materia prima presentada y lidiada que en las puestas en escena y resultados artísticos de los toreros. Las corridas no fueron en exceso pesadoras y, con el trapío y lo parejo que se exige en una plaza como la de Pamplona cumplieron las expectativas.
La tónica general del abono, incluidas la novillada del día 5 y la corrida de rejones del día 6 de julio, estuvo protagonizada por movilidad de buen juego de los ejemplares corridos. Solo dos encierros no tuvieron buena nota: José Escolar y Miura. El hierro madrileño tuvo escaso motor, y solo medias acometidas y sin descolgar. El de la mítica ganadería de Zahariche alcanzó un aprobado raspado por su presentación y porque hubo dos toros, segundo y cuarto, que se prestaron a los modos de la toreabilidad moderna. Con esta corrida de Miura se encerró en solitario y de modo benéfico para la Casa de Misericordia el torero Antonio Ferrera. Lo histórico de la ocasión y el gesto profesional y de caridad ahí están para los anales. Mérito del torero extremeño, pero que, con lo expuesto en el ruedo, y a pesar de salir a hombros tras cortar a cada oreja del segundo y del sexto miura, no terminó de convencer a los aficionados más exigentes.
En el abundante lado positivo de las divisas destaca sobremanera el conjunto de la Palmosilla, con tres toros extraordinarios, dos muy buenos y un sexto manejable. Le siguen los lidiados por Victoriano del Río, Fuente Ymbro y Jandilla. También dieron buen resultado los envíos de Cebada Gago y Núñez del Cuvillo. la de Cebada, complicada, pero a más y dos toros importantes. Manejabilidad y de muy buen son el lidiado el día 7, los toros de El Capea y Carmen Lorenzo. Y notable, con un utrero de vuelta al ruedo, la novillada de Ganadería de Pincha, de Lodosa.
