Ana Mena protagonizó ayer el último concierto en la Plaza del Castillo. Aun siendo 14, el aforo estaba lleno, abundaban niños y niñas acompañados de sus familias. Los pequeños tenían claro su único límite, “lo que aguantasen de pie”. 

A minutos de empezar, un niño hacía la cuenta atrás informando a su hermana, “quedan 10”. Ellos permanecían de pie junto a su otro hermano, que estaba dormido dentro de la silleta. Había quienes esperaban a la estrella desde los hombros de sus padres. Los silbidos y las letras brillantes de Bellodrama en la pantalla desataron los nervios, la actuación iba a comenzar. 

Con un diamante de grandes dimensiones en la pantalla, y en medio de 6 bailarines, apareció Ana Mena, brillante y enérgica. Me he pillado por ti se puedo escuchar acompañado con una coreografía sincronizada que adelantó lo que iba a ser el resto del concierto, un show. La puesta en escena con una bola de disco de fondo hizo bailar a un público que apenas podía despegar los pies del suelo. Entre bailes y aplausos la artista dio paso a uno de sus temas más sonados, Un beso de improvisto, cuya letra conocían a la perfección tanto los más pequeños como los adultos. 

La euforia siguió creciendo de la mano de Solo, canción que compuso junto a Omar Montes. La plaza se convirtió en una sala de baile en la que se cantó, se saltó y se bailó sin parar. La artista quedó asombrada con “la energía y la magia” que se respiraba. 

Durante el repertorio, se pudieron escuchar temas de su nuevo disco, Bellodrama, como la bachata Un millón de lunas, con la que la malagueña animó a bailar a los asistentes junto a sus compañeros de concierto. Frente a dos ventiladores que dieron movimiento a su melena y un pañuelo de San Fermín anudado al tirante del body, la artista anunció una canción “muy especial”, Lentamente, que llegó sin la compañía de sus bailarines.

Después de que las canciones de Ana Mena sacaran decenas de sonrisas a los niños, la cantante quiso sorprender al público. Para ello, hizo revivir “un clásico” de la Oreja de Van Gogh. Nada más comenzar Puedes contar conmigo, el público se dejó la voz cantando “un café con sal”. 

La artista reconoció a cada uno de los músicos que la acompañaron encima del escenario, el batería, el bajo, el pianista y el guitarrista se llevaron un aplauso caluroso de todos los asistentes. 

Los giros musicales a los que acostumbra la artista fueron notables en Me enamoro y Quiero decirte. Además, la puesta en escena con fuego, humo y una pantalla se adaptó al decorado que demandaba cada canción. En el escenario, también los bailarines tuvieron su protagonismo con un vídeo que hablaba sobre su labor en las actuaciones.

Una de las canciones más esperadas de la noche llegó ante efusivos “ahora, ahora”. Una niña y una mujer que se conocieron allí mismo incluso chocaron las palmas al escuchar los primeros acordes de Las 12, ante los bailes de una cuadrilla que bailaba agarrada en círculo, Ana Mena lució una gran cola voluminosa y unas gafas de sol que enriquecieron el espectáculo. 

Por último, la artista quiso agradecer a los asistentes la acogida y su entrega durante todo el concierto, y expresó que para ella, “el público es donde todo cobra vida”. También confesó que Pamplona era su primer concierto después de un parón por una baja, lo que motivó a un público para luego gritar a todo pulmón temas como Un clásico, que era “el favorito” de muchos o Se iluminaba, con el que cambió su vestuario, pero no soltó el pañuelo, Poco después se proyectó un vídeo en el que se vio a una Ana Mena principiante en programas de televisión. 

 El éxito A un paso de la luna se disfrutó con energía y retuvo a niños que bostezaban para después seguir cantando. Con un buen sabor de boca y con “muchas ganas de volver”, Ana Mena se despidió con Música ligera, iluminada por cientos de linternas y elevada en una torre humana que formaron sus bailarines. Se fue como vino, por todo lo alto.