El rejoneador Guillermo Hermoso de Mendoza sale a hombros en la primera tarde de San Fermín
El joven estellés cortó 3 orejas y un rabo y abrió con mucha fuerza la ’Puerta Grande del Encierro’ en una gran corrida de Lorenzo y ‘Capea’ / Armendáriz, oreja y Léa Vicens, buen debut, de mal acero
El Arte de Marialva regaló al día del Txupinazo un buen festejo de rejones. Lo hizo además con el dato histórico de la presencia de una mujer como protagonista en el ruedo pamplonés después de 45 años. Mas la nota para la estadística y el recuerdo, fue la excelente corrida en todo su conjunto de Carmen Lorenzo y su marido, Pedro Gutiérrez, El Capea. Ahí es nada. Fueron siete toros ya que el segundo, Botinero, se estrelló de muerte contra un burladero. Había mostrado buena condición en el rato que había galopado la arena pamplonesa. Le sustituyó otro de los hierros salmantinos, Beteranoriojan, que también dio excelente juego.
Ante tamaña materia prima murubeña, y si no es por el deficiente uso de la hoja de peral, los tres rejoneadores debieron salir por la puerta grande. Mas, sólo lo hizo muy merecidamente Guillermo Hermoso de Mendoza. Era el año I después de la Era Pablo. Su hijo marcó a fuego esta fecha para contabilizar una nueva época, cortando el rabo del sexto, Veleto, que fue premiado con justicia con la vuelta al ruedo póstuma: por su bravo son y fondo y también como premio a toda la excelente corrida.
Lejos están los tres rabos y otras tantas largas décadas de Pablo en la Monumental de Pamplona, pero Guillermo ha asentado sus reales para protagonizar otra época dorada del toreo a caballo en esta plaza. Se augura que sí, y, así, nos iremos hasta la segunda mitad del siglo XXI. ¡Que así sea!
La faena del rabo de Guillermo a Veleto fue pletórica con una conjunción de arte, técnica, espectacularidad y precisión sobresalientes. Una gran obra rematada con un rejonazo letal que levantó pasiones. Fernando Moreno, que es el presidente del orbe que mejor sabe sacar, exhibir y sostener los pañuelos, llegó hasta el gesto cariñoso de dar el la novillada novillada no creo que lo hubiera dado. No pasa nada, un trofeo más o uno menos. En realidad Guillermo abrió la Puerta Grande del Encierro con rotundidad. Suma y seguirá con la poción mágica de la vieja Lizarra.
Léa fue muy jaleada en el antiguo solar de los bomberos, en el paseíllo y durante sus dos labores, sobre todo en la de su primero. Cuajó una entonada y redonda faena ante un excelente Botinero, primero de su lote. Destacó, también en su segundo con Diluvio, y con la bellísima y ágil expresión de Jocker. Perdió la oreja por pinchar en su primero y dio la vuelta un tanto por su cuenta. Muy buena cuadra y excelente monta de la francesa. Lo tuvo cerca, pero, sobre todo en primera instancia, se precipitó en la suerte suprema. En los dos de su lote fue precisa, pie a tierra, con el verduguillo corto.
Armendáriz se llevó una oreja del cuarto y enrazado toro, Espiguito. Fue el animal que más cara vendió su lidia y muerte. El de Noáin se enfrentó a él con todo. Unas veces tropezó sus monturas, pero otras se enroscó con torería en los remates de la suertes. En sus dos toros sobresalió sobremanera a lomos de Rubí, un caballo de poder y expresión.
Cuando la oreja se empezaba a esfumar tras un pinchazo y un rejón, un letal descabello sumó pañuelos como para cortar una oreja. En su 1º estuvo técnico y resolutivo con Espartano y el mentado Rubí. Se atascó con el rejón de muerte. Otro año, Roberto da la cara. Suma y sigue.