"Carvalho, mi apellido, significa roble en portugués. Es el árbol con la madera más dura del mercado, por eso no me quise morir en aquel accidente". Vitorino Carvalho, de 35 años, volvió ayer a la carretera para recordar la colisión que, no acabó con su vida, pero le dejó una lesión cerebral y la "médula partida". El objetivo: concienciar a los demás conductores para evitar que les suceda lo mismo. Junto a él, otros dos afectados de la Asociación de Daño Cerebral de Navarra (Adacen), organizaron en colaboración con la Policía Foral, un control informativo para prevenir a los conductores de las consecuencias que puede tener una imprudencia al volante. Se calcula que el 70% de los traumatismos que provocan una lesión cerebral tienen su origen en los accidentes viales. Por eso, Adacen centró los actos del Día Nacional de Daño Cerebral, celebrado ayer, en trabajar la prevención, para lo cual se apostaron por la mañana en la AP-15, a la altura del peaje de Imárcoain.

Desde ese punto, fueron parando a los vehículos que pasaban para advertirles. "Yo les digo que no pisen con el derecho porque, a esa velocidad ya no tienes control sobre el coche. Se te revienta una rueda y te vas", afirmó Carvalho. Le gusta la velocidad y los coches, y no lo puede disimular. Casi parece que siente nostalgia del modelo de cuatro ruedas que hace dos años lo dejó "sentado" en una silla de ruedas. "Era especial, un BMW de color azul claro que compré en Munich a través de un amigo, porque aquí no había uno igual", recordó. Por eso precisamente "corría tanto". En el momento del accidente, en la rotonda de Ermitagaña, "venía de tomar unas cervezas, había un escalón de unos 30 centímetros y me lo pasé por encima: iba a más de 200 kilómetros por hora, seguro". Sin embargo, no está seguro de que sucediera de ese modo porque es incapaz de recordar esos instantes. "Te cansas de darle vueltas, de intentar volver al momento del accidente para saber qué pasó. En mi caso, ni siquiera la Policía lo sabe, no había frenadas ni nada", contó.

Junto con las recomendaciones de los afectados, repartieron un calendario de la Adacen y un documento informativo sobre el daño cerebral. José Javier Gil, de 37 años, fue otro de los afectados que ayer se desplazó hasta el peaje de Imárcoain para compartir su experiencia. "Yo compré muchos boletos y me tocó el accidente. Así que les digo a los conductores que sean prudentes y usen la razón para que no les ocurra", señaló. Por "boletos" se refiere a todas esas recomendaciones que señalan las campañas de tráfico en televisión, y que él se fue saltando de una en una. Sucedió en agosto de 2002, en la carretera nacional entre Tafalla y Olite. "Había quedado para comer en Zaragoza. Me levanté un poco tarde, iba con prisa y drogado. Como el coche era nuevo decidí probar a ver cómo agarraba en la curva y aceleré. Pero no agarró y me quedé ahí", explicó.

El accidente lo dejó en coma seis meses, y el daño cerebral causado le paralizó el lado izquierdo del cuerpo. A partir de entonces, comenzó una lucha por avanzar en una recuperación que dura ya siete años. "Ahora estoy muy recuperado, puedo moverme con muletas... Pero para llegar a esta situación he tenido que recorrer un largo camino. En las noticias no sale lo que nos cuesta salir adelante", indicó.

El siguiente paso para Gil es conseguir que le permitan pasar más tiempo con su hija. "Cada uno tiene que encontrar su propia motivación: en mi caso es mi hija. Además pienso qué puedo hacer para que otra persona no se encuentre en mi misma situación", señaló. Gil sabe que la mayoría de la gente "no mira más allá de las multas" cuando están al volante. Por eso ayer recordó a los conductores que "el coche es un arma de doble filo". "Si no lo sabes utilizar se vuelve en tu contra y en la de los que te quieren", advirtió.

Esa afirmación la conoce mejor que nadie María del Burgo Chávarri, de 44 años, una de las residentes del centro de Adacen de Mutilva Baja. Su novio falleció en un accidente de tráfico y, unos meses después, ella sufrió otro que le dejó inmovilizado el lado izquierdo. "Contando una experiencia personal llega más el mensaje" y, por eso, ayer recomendó a los conductores "que no corran, que se pongan el cinturón y que miren bien por los retrovisores". Han pasado 13 años desde su accidente, y después de fisioterapeutas y logopedas Chávarri sigue sin poder andar. "Pero me gusta ir por ahí, de excursión y de vacaciones, hace poco que he estado en Sevilla visitando a unos tíos. Además, los fines de semana me voy con mi hermano Rafa a Alfaro (La Rioja) de donde yo soy", aseguró.