En estos días en los que la mayoría de las miradas se dirigen todavía hacia la catástrofe de Haití, hay algunos que no olvidan que en otros países las tragedias suceden todos los días, sin que podamos culpar a la naturaleza. Es el caso de Chad, el cuarto país más pobre del mundo, con diez millones de habitantes que no tienen acceso a casi ningún servicio sanitario. En una de las regiones más deprimidas, la de Tandjilé (al sur del país) ha estado un grupo de médicos de la ONG aragonesa IluminÁfrica, que, durante once días, han ofrecido un servicio de oftalmología para todos los que no tienen recursos, que en ese país son la inmensa mayoría.

Entre ellos estaban los oftalmólogos Ruth Abárzuza Cortaire y Nelson-Arturo Rodríguez Marco. La primera, de 33 años y natural de Noain, ejerce actualmente en Logroño y el segundo, zaragozano de 38 años, reside en Tudela, donde también trabaja en el hospital. Les acompañó la enfermera Irene Ruiz Calavia, tudelana. Los tres pertenecen a la ONG, integrada casi en su totalidad por oftalmólogos del colegio de médicos de Zaragoza, entre ellos algunos navarros.

Su misión ha sido la de atender al máximo número de pacientes durante esos días. Lo hicieron en la zona de Dono Manga, en el hospital de Saint Michel. Un centro que, nos explicaban, consiste más bien en un montón de barracones. Sin embargo, esto es casi un lujo en un país que sólo cuenta con dos oftalmólogos para atender a toda su población. "No tienen nada, viven en casas de barro que se deshacen cada vez que hay inundaciones. Las mujeres saben su edad aproximada por el número de hijos que tienen, no tienen ni documentación" relata el doctor Rodríguez. Cuenta Ruth que los animales campaban a sus anchas por unos poblados que no tienen ni agua corriente ni luz, y que prácticamente desaparecen bajo las riadas en época de lluvias.

Ceguera evitable Durante esas aproximadamente dos semanas que ha durado su viaje a la antigua colonia francesa, se han dedicado a pasar consulta a los habitantes de la región y realizar todas las operaciones posibles, que en este caso han sido un centenar, llegando a realizar 23 en un sólo día.

En Chad, el problema más frecuente que se encontraron fueron las cataratas. Pero allí tener esta enfermedad es sinónimo de ceguera. "Nosotros tratamos a ciegos reversibles, con una operación de cataratas les devuelves la vista", relata Arturo. Y la vida, porque la esperanza de vida de un africano ciego es de tan sólo dos años. "Necesitan estar asistidos continuamente por una persona, si no, no pueden hacer nada". Ruth recuerda como llegaban "agarrados a un palo mediante el que les guiaba un familiar". Tras pasar la noche en el hospital, al día siguiente podían valerse de nuevo por sí mismos.

Por eso es tan importante la labor de estos profesionales. Aunque hayan tenido que hacerlo, como comenta la navarra, "con medios más rudimentarios". En algunas de las expediciones anteriores, el generador fallaba y debían operar con linternas. "Todo esto te hace valorar más todo el material del que dispones aquí", coinciden los dos médicos. Es por eso que periódicamente envían material para el hospital, que a lo largo de estos años ha ido mejorando sus equipos técnicos, y con ello, su servicio a los chadianos.

Los pacientes, que en principio eran un poco más reticentes, cada vez confían más en estos médicos, más allá de la frontera del idioma (en Chad se hablan, además del francés y el árabe, más de 100 dialectos, lo que hace imprescindible la figura de los intérpretes). Al principio eran más desconfiados, pero conforme fueron viendo resultados respondían mejor. Según Arturo "son muy agradecidos, pero no muy expresivos. Yo creo que no saben como expresarlo porque no están acostumbrados a que nadie les ayude". Ruth recuerda, sin embargo, casos como el de un hombre ciego al que cargaron otros dos hasta el hospital: tenía la polio y no podía andar. Sin embargo, al día siguiente "entró andando con sus manos él sólo y se subió al taburete", cuenta la doctora. Y es que para muchos de los chadianos la visita de estos médicos es un auténtico regalo.

Por cosas como ésta, los dos están dispuestos a repetir. Según la doctora "ves tanta miseria que tienes casi la obligación de volver". Y es que hace mucha falta, no sólo en el Chad, sino en la mayoría del continente africano. Un continente para el que Ruth confiesa que parece que no existe ya mucha esperanza y en el que todavía hay países en los que la gente se asusta de las fotografías porque creen que pueden robarles el alma.

l El cuarto país más pobre del mundo. El 80% de la población vive por debajo del umbral de pobreza. Chad sólo es superado, en este lamentable ranking, por Zambia, la Franja de Gaza y Zimbabwe. Si tenemos en cuenta el indicador de desarrollo humano, Chad se sitúa en noveno lugar, en una lista en la que los veinte primeros puestos están ocupados por países africanos.

l Y uno de los más corruptos. Chad también ocupa un lugar privilegiado en cada uno de las listados que se realizan sobre los países más corruptos. En 2005 fue considerado el más problemático en este sentido.

l Casi 10 millones de habitantes. En el norte, dominado por el desierto del Sahara, se trata sobretodo de tribus nómadas árabes. En el sur, más fértil, son mayoritarias las etnias africanas. La relación entre ellos no

l Más de 120 lenguas. Aunque los idiomas oficiales son el francés y el árabe, más de 100 dialectos se hablan en el país, como el sara, el bulala, el kanembou o el baguirmi.

l La esperanza de vida es de 44 años. La de los navarros, por ejemplo, es casi el doble: 82 años.

l Sida y Malaria. Como en el resto del continente africano, el sida es la epidemia que más muertes causa y que más rápido se extiende por el país. Por otro lado, el tipo de malaria que transmiten los mosquitos de Chad es la falciparum, una de las más peligrosas que existen.

l Djamena. La capital concentra menos de un millón de habitantes. Los otros 9 millones se reparten en núcleos más pequeños por las vastas extensiones del país, como Dono Manga, donde han viajado los tres navarros.

l Darfur. La cercanía de Sudán y, sobre todo, de la problemática región de Darfur, no hace más que empeorar la situación de Chad. El genocidio, y la guerra que se mantiene abierta en el país vecino afectan negativamente a una comunidad que por si sola tiene ya bastantes problemas con los que lidiar.