pamplona. Tampoco los principales centros privados que realizan este tipo de intervenciones en la Comunidad Foral han empleado prótesis PIP, con más riesgo de rotura, sin embargo, la falta de un registro oficial impide saber si alguna mujer navarra lleva estos implantes, distribuidos por una empresa de San Sebastián, porque los centros y los profesionales médicos no están obligados a informar a las autoridades de la marca que emplean, aunque ésta sí debe estar autorizada por el Ministerio de Sanidad y la UE.
Sanidad reconoce que es complicado dar un cifra, la estimación es que en el Estado, entre 8.000 y 12.000 mujeres llevan prótesis PIP, distribuidas por la filial Poly Implant España, y, pese a no existir un listado por comunidades autónomas, lo que sí se sabe es que se han detectado casos de rotura. En España, antes de ser retiradas del mercado, se implantaron prótesis PIP, además de en centros privados, también en hospitales públicos. En Cataluña y en Valencia más de 1.000 mujeres recibieron un implante de ese tipo tras una reconstrucción mamaria derivada de un cáncer. A todas se les ha hecho un seguimiento y en algunos casos debieron extraerles las prótesis. En Navarra, sin embargo, la sanidad pública, que realiza estas intervenciones tras mastectomías por cáncer de mama, nunca ha empleado las prótesis PIP. Las utilizadas en el Complejo Hospitalario de Navarra (CHN) son las dos únicas marcas que presentan por escrito una garantía de por vida: Mentor y Natrelle.
En cuanto a la sanidad privada, centros como la Clínica Cross, la Clínica Universidad de Navarra o Corporación Dermoestética tampoco utilizan estas prótesis, que pueden resultar unos 1.500 euros más baratas que las de mayor calidad, y aunque es poco probable, dado que la mayoría de los implantes se han colocado en las comunidades catalana y valenciana, no se puede descartar que alguna navarra lleve implantes PIP. La recomendación para las mujeres de la Comunidad Foral que no hayan sido intervenidas en la sanidad pública es comprobar en la tarjeta de implantación o el informe clínico que recibieron en el momento de la intervención, si sus prótesis son de la marca Poly Implant o consultar con su cirujano. En caso de lo que sean o tengan dudas, lo aconsejable es que se sometan a una revisión, aunque Francia ha pedido a todas las mujeres portadoras de las PIP que vuelvan al quirófano para quitárselas ante riesgo de rotura, el 15%, frente a la tasa media del 5%.
Los riesgos asociados a la rotura de este tipo de prótesis baratas pueden ser graves, según advierte Ricardo Ruiz de Erenchun, jefe de la Unidad de Cirugía Plástica y Estética de la Clínica Cross, único centro en Navarra dedicado en exclusiva a la cirugía plástica y estética y cuyos profesionales realizan unos 150 implantes al año. "Estas prótesis eran muy malas. Las baratas tienen en su interior un gel de silicona líquido y el envoltorio también es poco resistente, con lo cual se desgasta antes. Ante cualquier traumatismo, manipulación, mamografía, etc, si el envoltorio se desgasta antes, la silicona que hay dentro también sale antes. Y si sale es cuando comienzan los problemas, fundamentalmente inflamación de la mama, dolor, bultos, hipersensibilidad. Y cuando la silicona va infiltrando poco a poco, con el tiempo, el tejido glandular aparecen adenopatías en la axila, cuello... Estos son los casos más dramáticos", alerta Ruiz de Erenchun, quien ya ha atendido en Bilbao algunos casos de mujeres con estas prótesis que fueron operadas en la zona del Levante.
"Generalmente las prótesis de calidad tiene garantía de 30 años o de por vida. Incluso si el gel de silicona cohesivo que se emplea es el homologado, no está adulterado, y no hay deformidad en la mama o no hay reacción inflamatoria, no sería necesario su recambio con la ruptura del implante", precisa Bernardo Hontanilla Calatayud, director del Departamento de Cirugía Plástica, Reparadora y Estética de la Clínica Universidad de Navarra. Casos con el de los implantes fraudulentos generan inquietud tanto entre las mujeres como entre los propios profesionales. "Hay que definir bien en primer lugar la relación causal entre ruptura del implante y la aparición de complicaciones y no sólo la frecuencia de la ruptura del implante", expone el experto de la CUN, donde cada año se colocan unos cien implantes por motivos estéticos y para reconstrucción de mamas. "Utilizamos una casa comercial que da garantía de por vida frente a la ruptura de los implantes y que supera los estándares de calidad tanto a nivel nacional como europeo y de EEUU", precisa.
fallos de control El caso de los implantes pone en cuestión el rigor de los sistemas de seguridad de los estados. "Para bien o para mal las autoridades sanitarias españolas y europeas tienen mayor laxitud que las de EEUU, donde el control es muy riguroso. Durante años, EEUU ha tenido las prótesis de silicona en cautela para estudiar efectos adversos, mientras que aquí, en Europa, esto no ha sido así y, al final, ocurren estas cosas, pero no solo con las prótesis de mama sino también con otros elementos utilizadas en medicina estética", apunta Ruiz de Erenchun, quien reclama más vigilancia. "Es uno de los objetivos por el que debemos luchar los pacientes y las organizaciones profesionales de los cirujanos plásticos. El control en este campo debe ser más riguroso y exhaustivo. A día de hoy, lo mismo puede hacer un aumento de mama un médico sin titulación especializada que se ponen prótesis que no son de calidad. Es responsabilidad de todos evitarlo. Debemos ir a la especialización y a buscar seguridad", reclama.
Los profesionales advierten sobre el peligro de que el precio de la intervención sea el principal argumento para decidir dónde operarse y qué prótesis implantarse. "Hay diferencia de precio, pero no merece la pena jugársela. En la Costa de Sol o incluso en algunos centros en Navarra realizan la operación por unos 3.000 euros. ¿Cómo puede ser posible si las prótesis ya cuestan 2.000 euros y a esa cantidad hay que añadir el gasto de hospitalización, el anestesista...? Algo falla, o las prótesis son malas o los cirujanos inexpertos, o los centros dejan que desear", alerta el especialista, quien cifra en unos 5.000 euros la cifra por debajo de la cual la paciente debe sospechar de la calidad y seguridad de la intervención.