En sus manos está la responsabilidad de acudir en el menor tiempo posible al lugar donde un paciente requiere una primera asistencia sanitaria, así como trasladar a los centros hospitalarios a personas con urgencias médicas de todo tipo, accidentes y catástrofes. Son los conductores de ambulancia de las distintas organizaciones que operan en la Comunidad Foral, principalmente Bomberos, Cruz Roja y DYA Navarra (la empresa Baztan Bidasoa declinó participar en este reportaje), que atesoran años de experiencia en la carretera. Su mandamiento fundamental es "llegar" y hacerlo "lo más rápido posible", incluso infringiendo normas de circulación, porque, como ellos mismos aseguran, una ambulancia que no llega a su destino deja de atender a la persona que lo necesita y puede, incluso, generar otra emergencia sanitaria en caso de sufrir un accidente, como ocurrió esta pasada semana en el centro de Pamplona. Por ese mismo motivo, reivindican la importancia de que el resto de los conductores respeten los vehículos que conducen, porque todos los segundos y minutos que se le ganen al reloj en un traslado de urgencia pueden servir para salvarle la vida a un paciente.
félix sangüesa (bomberos)
"La regla fundamental es llegar a la emergencia"
"Empecé a conducir ambulancias en la DYA. Era un salto lógico después de estar años de ATA (Auxiliar de Transporte en Ambulancia). No había muchos conductores y era relativamente fácil entrar", recuerda el pamplonés Félix Sangüesa Ortega, de 44 años de edad y con un historial de 23 en la conducción de ambulancias. Encargado de formar a nuevos conductores en el Servicio de Bomberos, Félix explica que "les enseñamos, sobre todo, a prever cuál es la reacción de la gente ante un vehículo de emergencias y cuál es la reacción más peligrosa, como es la gente que se bloquea y frena en seco. Por eso es muy importante mantener las distancias de seguridad", resalta.
Además de instruirles para que sepan anticiparse a los movimientos de otros vehículos, a los alumnos se les enseña "a conducir con suavidad, es decir, la conducción de una ambulancia debería ser como cuando conduces sobre nieve, siempre con una marcha más alta que la que usarías, muy desacelerado, para llevarla muy muerta, sin acelerones ni frenazos, porque es lo que más notan los pacientes. Para ello tumbamos a los alumnos en una camilla y los sacamos a dar una vuelta con dos tipos de conducciones, una normal y una más adecuada. Les demostramos que la calidad de la asistencia en una conducción correcta es mucho mayor".
Al respecto Félix indica que "los acelerones y frenazos y la diferencia de presión que eso les causa a los pacientes, por ejemplo en casos de traumas craneales, pueden ser determinantes para que se agrave mucho la dolencia. El médico es el que nos coordina y nos manda en todo momento, el que decide si se corre más o menos, según la patología y las circunstancias. Ante fracturas de cadera, por ejemplo, vamos rápido pero tenemos que hacer que el paciente vaya lo más cómodo posible, porque el dolor aumenta el shock y eso hace que sea más inestable. En esos casos acabas quitando las señales prioritarias porque no tiene mucho sentido hacer que se aparten los coches si vas a 30 km/hora".
Pero también hay situaciones en las que "vamos a muerte, como cuando estamos con pacientes que necesitan atención quirúrgica, con alguna hemorragia severa o alguna patología cuya única solución es entrar en quirófano, como accidentes, agresiones, etcétera. La regla fundamental es llegar, porque si no llegas generas dos problemas: no atiendes a la persona que lo necesita y, en el peor de los casos, van a tener que atenderte a ti. Lo mismo se aplica a la vuelta. Tenemos que llegar en el mínimo tiempo posible pero garantizando que la dotación pueda llegar en las mejores condiciones para trabajar, porque no tiene sentido que al llegar el médico o la enfermera tengan que bajarse a vomitar. Normalmente tomamos muy poquitos riesgos, muy controlados y excepcionales, como dar la vuelta en la mediana de una autopista, como me ocurrió en la AP-68 cuando estaba en Tudela", recuerda.
toño de la iglesia (bomberos)
"A veces ves que le has salvado la vida a alguien por ir rápido"
Toño de la Iglesia Chamarro acumula más de 20 años de experiencia al volante de ambulancias. Natural de Nájera (La Rioja), es bombero profesional desde hace 17. "Empecé a conducir ambulancias en la DYA, de voluntario. Después me hice bombero. Me gustaba el mundo de la emergencia y echar una mano a los demás. A quienes estamos en este ámbito, el riesgo nos llama la atención y siempre queremos estar ahí, dando la cara. En ocasiones ves que le has salvado la vida a una persona porque has ido rápido, como en situaciones de atragantamiento. Llegas, le abres la vía aérea y respira, y te queda una sensación indescriptible por la labor que has hecho", destaca.
Sobre sus inicios como conductor de ambulancia, Toño recuerda que tuvo un excelente instructor en la DYA. "Me enseñó muy bien las diferencias entre conducir cuando vamos a una emergencia y conducir cuando volvemos cargados con un paciente. Cuando vamos hacia el siniestro, todos vamos con el cinturón de seguridad puesto y bien anclados, por lo que podemos ir un poquito más deprisa, más ágiles, saltándonos alguna norma con precaución. Al volver, hay que conducir mucho más suave. Para ello nos enseñaban qué ocurría si ibas de pie atrás agarrado a una barra y con el paciente dentro. Un frenazo a 10 kilómetros por hora hace que nuestros compañeros puedan golpearse la cabeza con un cajón y sufrir heridas graves. Además de evitar estos riesgos, cuando volvemos con el paciente, ya lo tenemos estabilizado, por lo que no hace falta correr tanto", ilustra.
Con una experiencia tan dilatada, Toño recuerda "miles de anécdotas", algunas de ellas un tanto cómicas. "En Estella acudimos a un accidente y un paciente extranjero se quejaba de su instrumento. Cuando la enfermera le bajó el pantalón, el hombre seguía quejándose de su instrumento. No sabíamos muy bien a qué se refería. Cuando recogimos los restos del accidente vimos que en su maletero llevaba un violín Stradivarius". Pero Toño también resalta otros episodios más dramáticos. "Hace relativamente poco acudimos a un atropello de una persona joven que falleció y al día siguiente nos llamaron los familiares porque querían hablar con las personas que habíamos estado con él en última instancia. Hablamos con ellos y resultó que eran amigos míos. Nosotros trabajamos con la misma profesionalidad ante cualquier situación, pero si te toca más de cerca, es algo que te marca".
joseba corres (dya navarra)
"Cada segundo que se gana en un servicio es importante"
Como a la mayoría de conductores de ambulancia, a Joseba Corres Arregui, de 34 años y vecino de Pamplona, le "encanta conducir", lo que fue decisivo para que se pusiera a los mandos de una ambulancia, algo que lleva haciendo desde hace 9 años en el seno de la asociación DYA Navarra. "Al principio, sobre todo por las noches, la espera era tensa. Con el paso de los años lo llevas mejor, pero hasta que te dicen a lo que vas, porque cuando te avisan de una emergencia con un niño de 2 años que no respira es algo que impacta. También cuando hay un accidente de tráfico. A mí me tocaron los de la cuesta de Beloso y eso no se olvida".
Joseba ratifica que "el viaje de ida para atender una emergencia es más rápido que el de vuelta al centro hospitalario" y aunque reconoce que "lo principal es llegar y por eso hay que correr, pero lo justo", se puede acortar tiempo en semáforos, cruces... "Nosotros somos quienes ponemos el límite. Hay muchos conductores que cuando pones las sirenas colaboran, se hacen a un lado, mientras que a otros les da igual, que incluso te hacen gestos. Peatones que van andando con el móvil y se ponen a cruzar un paso de cebra y les da igual. Falta concienciar a la gente y que vean a qué nos dedicamos, porque quizás nunca se han visto en la situación de que vaya una ambulancia a su domicilio a trasladar a un familiar. Si fuese así, entenderían que cada segundo que se gana en un servicio es importante".
En este sentido, asegura que "si todos los conductores nos respetaran podríamos ahorrar hasta dos minutos en trayectos entre Burlada y los hospitales, por ejemplo. Pero lo importante es llegar, porque cuando llegas ya tienes al médico asistiendo al paciente y toda la herramienta necesaria, lo que hace que la vuelta no deba ser tan rápida como la ida". No obstante, "todo es relativo, porque tuvimos un aviso de un niño de 3 años de Mendillorri que no respiraba, y cuando llegamos ya estaba bien. Dije, me la he jugado demasiado, porque fuimos muy rápido. Ahí está la balanza de asumir más o menos riesgos según la emergencia, pero siempre hay que tratar de llegar al destino", subraya Joseba.
urtzi urkia (dya navarra)
"Los conductores deben pensar que llevamos a un familiar suyo"
Un accidente cerca de su pueblo (Azketa), con el resultado de varios fallecidos, le convirtió en voluntario de DYA Navarra y, posteriormente, en conductor de ambulancias. "Ahora corro menos que al principio. Nos parece que hay que llegar cuanto antes y luego vas aprendiendo que lo importante es no parar, la seguridad, que llevas gente de pie, el paciente, la imagen corporativa, etcétera, y que llevas mucha responsabilidad, de la que al principio no eres consciente", asevera Urtzi Urkia Arana, de 35 años y con casi 5 de experiencia como conductor de ambulancias.
Entre los mandamientos que a su juicio debe observar un buen profesional de este ámbito está "no sorprender al resto de conductores, activar la sirena con suficiente antelación, pasar los cruces más despacio cuando no tienes prioridad, porque los demás coches no están obligados a pararse. Si ellos no paran, tú estás obligado a parar. Hay que tener mucho cuidado. Al principio crees que todo el mundo se va a parar y no es así", advierte Joseba, a quien le gustaría que "los conductores pensasen que llevamos a un familiar suyo en la ambulancia, que actuasen de ese modo y se apartasen. Hay algunos que hasta marcan con el intermitente hacia qué lado se van a apartar, lo cual es de agradecer, porque no nos sorprende. También hay otros que en un cruce se ponen bloqueando el paso para que otros coches no puedan entrar. Y en el lado contrario, hay conductores que se ponen nerviosos, no saben para dónde apartarse, se les cala el coche...".
Echando la vista atrás, Joseba admite que "te das cuenta que alguna vez corrí más de lo necesario, pero es algo que vas viendo con la experiencia. Cuando el compañero de atrás te dice que corras más porque la situación está delicada, es cuando los sentidos aún se te activan más. No obstante, tenemos que adecuar la conducción a la patología del paciente, porque si lleva fracturas cualquier bache le duele más, por ejemplo", señala.
ator martínez (cruz roja)
"Me he metido en dirección contraria, pero era necesario"
Al igual que otros compañeros, Ator Martínez Amatria, de 30 años y vecino de Ansoáin, comenzó como ATA en Cruz Roja y de ahí dio el salto al volante de la ambulancia hace tres años. "La tensión y la velocidad con la que acudes a un servicio depende de la información que te facilitan desde SOS Navarra. Las urgencias más importantes son aquellas que afectan a personas mayores o a personas inconscientes, aquellas en las que corre más peligro la vida de los pacientes. Al límite no vamos nunca, pero sí ha habido situaciones de una posible parada cardiorrespiratoria, en las que vas bastante deprisa".
"En cuanto empezamos un servicio activamos los indicativos luminosos. Las sirenas las encendemos con anticipación para que nos abran paso en algún semáforo o en una rotonda, por ejemplo. Tenemos tres tipos de sonido, de menor a mayor repetición, lo que nos diferencia de la Policía o de los Bomberos. Pero nos podemos encontrar con conductores que van con la música puesta y no te escuchan. El otro día tuve que pegar un frenazo porque iba una chica con unos auriculares andando. Tienes que estar atento a cualquier imprevisto", comenta Ator.
Para consumar su objetivo, los conductores de ambulancia se ven obligados a infringir habitualmente distintas normas de circulación. "Si tengo que saltarme un semáforo en rojo, siempre freno y miro, por ejemplo. Los cruces y otros puntos de la ciudad, como el puente de las Oblatas, son los más conflictivos, donde se pueden provocar accidentes entre otros vehículos. Excepcionalmente me he llegado a meter en dirección contraria, pero siempre que lo ha requerido la emergencia, no para acortar", finaliza.
exequiel álvez (cruz roja)
"Si nos saltamos un semáforo y hay un choque, es nuestra culpa"
"En mis manos está mi vida, la de mis compañeros y la del paciente". Así resume Exequiel Álvez Zimmermann, de 22 años de edad y natural de Argentina, la responsabilidad que asume desde hace dos años como conductor de ambulancia en Cruz Roja. Antes de dar ese paso, según explica, "realizamos servicios preventivos para hacernos con las medidas de la ambulancia a la hora de ir rápido, despacio, aceleración, frenada, etcétera. Son cursos de preparación" y afirma que, "las pocas veces que realmente he corrido, ha sido porque era una urgencia vital. Son momentos de mucha tensión, en los que hay que ir con mil ojos y mucha cabeza".
Exequiel destaca que "volver al centro hospitalario es un momento crítico, porque hay que tomar las mejores decisiones para llegar lo más rápido posible en condiciones de seguridad. Para ello nos podemos meter en dirección contraria, pero bajo nuestra responsabilidad en caso de causar un accidente. Si nos saltamos un semáforo rojo y provocamos un choque, la culpa es nuestra. Podemos infringir cualquier norma de circulación siempre que lo exija el servicio", recalca este conductor de Cruz Roja, que considera que algunos automovilistas "han perdido respeto a las ambulancias, porque no se apartan y eso debería cambiar".