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"El ámbito familiar es donde más se debe querer la gente, pero es donde más sufrimiento se genera"

Pedro Berástegui, vicepresidente del Teléfono de la Esperanza en Navarra, atiende junto al resto de voluntarios unas 3.600 llamadas anuales. Los días previos a la Navidad, las atenciones experimentan un ligero aumento debido a la nostalgia y los conflictos familiares

"El ámbito familiar es donde más se debe querer la gente, pero es donde más sufrimiento se genera"Foto: Javier Bergasa

Pamplona. La llegada de la Navidad es tiempo de reencuentros familiares y amistosos, un hecho que incide de forma negativa en aquellas personas que por un motivo u otro se sienten solas de forma habitual. Los enfrentamientos y las rencillas personales afloran en estas fechas y producen desasosiego, y de ellos son conscientes en el Teléfono de la Esperanza.

¿Se ha producido un incremento del número de llamadas recibidas en los últimos años?

Hay un ligero aumento, pero no es muy significativo. Siempre va creciendo porque cuanto más se conoce, más se usa. Ese es uno de nuestros objetivos: darnos a conocer para ayudar a la gente.

¿Las atenciones que realizan se deben a casos extremos de suicidio o de otro tipo?

A veces se asocia a situaciones muy dramáticas, de suicidio. Sí que hay casos, pero no es significativo. Llama más la gente con problemas más sencillos, de soledad, de indefensión, de incomunicación familiar. El mayor porcentaje de llamadas que recibimos en el teléfono es la cuestión familiar relacionada con que su marido no les entiende, que sus hijos no le escuchan, que no se lleva bien con sus cuñados... El ámbito familiar, donde la gente tiene que querer, es donde más sufrimiento se genera. Parece una contradicción pero es así, y sobre todo es con los hijos, a los que más queremos.

¿Las reuniones familiares navideñas causan angustia?

Los días de Navidad son especialmente afectivos y dolorosos, y cuando se acercan las vacaciones las familias se preocupan, no saben qué hacer con la abuela que está enferma y hay que atenderla. Hay muchas llamadas relativas a las reuniones en las que se van a juntar todos y temen que pase algo. Cuando nos juntamos es cuando hay más afecto y también más fricción, más roce.

En estas fechas la gente recuerda las pérdidas recientes de familiares. ¿Influye en el aumento de llamadas?

Sí, nos ponemos más sensibles, echamos en falta a los que se han ido. Nos duele si nos hemos peleado con alguien durante el año. Echamos de menos lo de antes, las cenas de Navidad con los abuelos, y nos ponemos más sensibles. Lo sentimos de forma especial. Por eso la curva de llamadas experimenta un incremento en torno a estas fechas, aunque los días clave como Nochebuena o Navidad no suele notarse tanto pico.

¿Desde la asociación ofrecen algún tipo de ayuda especial por Navidad?

Para evitar la soledad organizamos una cena en la sociedad Gazteluleku y hemos generado cientos de llamadas, tanto de atención como para apuntarse a dicha cena. Estas fechas son un poco sensibles y la gente que se siente mal normalmente llama más. Hay quienes permanentemente usan estos servicios y tienen un poquito de esperanza. Saben que una persona les va a escuchar y les va a atender. Aunque no les soluciones el problema se sienten aliviados.

¿Cuál es el perfil de los usuarios?

Aunque es muy variado suele ser una mujer entre 50 y 65 años con la problemática de que se siente sola. Alguna vez una mujer me ha descrito que se siente como "viuda con marido en el bar". Normalmente el problema es de soledad, de incomunicación o de incomprensión.

¿Cuántas llamadas atienden al día en la sede de Navarra?

Tengo el dato de unas diez llamadas en 24 horas. Igual se producen ocho a lo largo del día y otras dos durante la noche. Aunque no todas son de atención directa, sino también por cuestiones preventivas, pidiendo información sobre cursos... Ofrecemos una labor preventiva que consiste en atenderles personalmente en la sede.

¿En qué consisten estos cursos?

Hay alguno que tienen una fase intensiva, que es un fin de semana. Damos la cuestión teórica y hacemos grupitos pequeños para soltar las cosas que nos pasan. Luego hacemos sesiones semanales para trabajar en grupos pequeños y hacer un seguimiento. Los voluntarios también tienen cursos formativos repartidos en tres fases: un seminario de conocimiento de uno mismo, otro de crecimiento personal y un último seminario de ofrecimiento de ayuda. Estos cursos son clave para comprender si un voluntario es capaz o no de atender y de no llevarse luego los problemas a casa. Hacemos que la gente sea muy prudente.