PAMPLONA. El especialista de la UN, Antonio Aretxabala, se muestra expectante ante lo sucedido en torno al embalse de Yesa. A su juicio, las causas del movimiento de tierras son variadas y de sobra conocidas, pero cree que el interior del macizo rocoso guarda un comportamiento heterogéneo.

¿El recrecimiento serviría para estabilizar la ladera?

Es bastante lógico. Todo el corte que se está haciendo está justo debajo de las urbanizaciones va a ser el que acoja el nuevo recrecimiento, que será más elevado, y va a hacer de contención de esta ladera. Esto desde el punto de vista estrictamente mecánico es verdad, supone un aumento de estabilidad, pero queda por aclarar una serie de cuestiones respecto de las filtraciones de agua sobre las que nadie de la CHE ha comentado nada. Parece una perogrullada, pero es verdad. Esa obra grande hace de contrafuerte para sujetar las dos laderas.

¿Qué causa o causas explican lo que ha ocurrido ahora en Yesa?

Normalmente cuando se da una inestabilidad en la naturaleza, como el movimiento de una ladera de un tamaño tan grande, es porque se dan varias circunstancias que juntas generan ese deslizamiento.

Primero tenemos una predisposición de una zona inestable conocida. Era vox pópuli que todas esas laderas han estado dando guerra desde hace décadas y siglos. Hoy en día tenemos tecnología suficiente para influir sobre ellas, coserlas y hacer una serie de actuaciones que disminuyan la inestabilidad al máximo posible. Al mismo tiempo estamos haciendo grandes infraestructuras que se suman al factor inestable. Por un lado está el factor de inestabilidad que supone el recrecido, y por tanto subir el nivel freático del pantano, que ahora mismo está a más del 90% de su capacidad. A esto hay que sumar unas lluvias tremendas, 500 l/m2 en dos meses, que es prácticamente el 70% de lo que llueve en un año en esta zona, por lo que todo esto supone una bajada de las condiciones de resistencia, rozamiento y cohesión. Y además es un terreno que se deforma de manera diferencial como se ve en las grietas de Lasaitasuna, que se debe a una plastificación por partes, casi a una licuación del terreno. Esa inestabilidad se extiende hasta 60 metros de profundidad, por lo que las actuaciones son muy vagas. Están quitando tierra de la parte alta, para que las fuerzas de empuje, que están en contra de la estabilidad, se reduzcan lo máximo posible, pero al mismo tiempo se está subiendo el nivel freático (lugar en el que se encuentra el agua subterránea) y se está reblandeciendo el terreno. Subir el agua 20 metros no les va a dar más seguridad a estas urbanizaciones. Es verdad lo que dice la CHE del contrafuerte que va a soportar los embates de la montaña, pero a su vez se va a subir el nivel freático, cuyo análisis desconozco. No me creo que el terreno sea totalmente impermeable, e impermeabilizarlo va a ser muy difícil. Jugamos con esos equilibrios, pero las respuestas de la naturaleza son inestables.

¿Ese movimiento de la ladera se puede sujetar desde la base?

No tenemos más remedio que admitir que el recrecimiento de grava lo puede sujetar. Se trataría de tensar desde la base la ladera para que se sostenga, pero la ladera no es rígida. No es un movimiento homogéneo, de 400 de ancho por 500 de largo. Hay zonas en la parte central que se mueven mucho y en la periferia casi ni se notan. Eso se da cuando hay una deformación plástica y casi líquida. Si va a subir el agua de repente, pueden darse filtraciones que se sumen a estas inestabilidades. Podemos esperar que dado que se forman pequeños comportamientos individuales dentro de la ladera habrá comportamientos imprevisibles localizados dentro de la urbanización, y eso convendría aclararlo y hacer un estudio ambicioso.