PAMPLONA. Triste protagonista de las históricas riadas del pasado fin de semana, el río Ultzama está ligado, seguramente muy a su pesar, a todos los desbordamientos que se han producido en la Cuenca de Pamplona este año. Pero lejos de los estragos que causa la crecida inconmensurable de su caudal, el Ultzama es un río amable, tranquilo, que en su recorrido desde su nacimiento en la vertiente meridional de los montes de Belate, en el término municipal de Baztan, a más de 1.000 metros de altura, hasta que confluye con el Arga entre Villava-Atarrabia y Huarte deja su huella en cada localidad que atraviesa: Alkotz y Gerendiain (Valle de Ultzama); Latasa, Ziaurritz y Ostiz (Valle de Odieta); Endériz, Beraiz, Zandio, Osavide, Olaiz y Olabe (Valle de Olaibar); Sorauren, Oricáin y Arre (Ezcabarte); y Villava. Las gentes de estos pueblos han sabido adaptarse y sacar provecho de la generosidad de las aguas del Ultzama.

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