donostia. Mientras buena parte de la sociedad guipuzcoana se entregaba a una jornada de poltrona, a base de ingestas hipercalóricas, con chocolates y polvorones navideños incluidos, otra mucho menos numerosa pero infinitamente solidaria, se daba un baño en la playa, con el único objetivo de concienciar a la sociedad del problema que representa la Fibrosis Quística.
Se trata de uno de los tipos de enfermedad pulmonar crónica más común en niños y adultos jóvenes. Afecta principalmente a los pulmones, y en menor medida al páncreas, hígado e intestino, provocando la acumulación de moco espeso y pegajoso en estas zonas. Una dolencia que requiere ayuda. En ese sentido, el dinero de las inscripciones recaudado ayer fue en beneficio de Gipuzkoako Fibrosi Kistikoaren Elkartea, la asociación guipuzcoana que atiende a pacientes y familiares en el territorio.
un desafío de valientes La verdad es que hacía falta una buena dosis de valentía para adentrarse en las aguas de la Bahía. Más aún en una jornada en la que el mar no podía andar más revuelto. Tanto fue así, que hubo que modificar el recorrido de 400 metros previsto, y los participantes tuvieron que conformarse con un simbólico chapuzón por motivos de seguridad.
La mañana salió despejada, no era fría en exceso, aunque entrar en el agua era otro cantar. "Hay que hacerlo sin pensárselo demasiado, y una vez que estás dentro se puede decir ya ha pasado lo peor", decía un participante en plena carrera hacia la orilla.
Los valientes que se animaron a "romper el hielo" pudieron entrar en calor posteriormente con un caldo preparado por el Hotel de Londres. Además, a todos los participantes se les hizo entrega de un obsequio de recuerdo por su hazaña.
Lo cierto es que esta iniciativa no entiende de edades, como bien lo demostraron Txaro Tomasene, de 67 años, y Juan Quintanilla de 80, que recibieron el premio a los participantes de mayor edad.